Capítulo 10

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Peeta acerca sus labios a mis oídos y me susurra: - Estar junto a ti- Mientras me da un beso en la mejilla.- Siempre que estoy contigo todo mejora.- Todo lo que dice, hace que me sonroje, lo cual nota de inmediato.
-Me encanta cuando te sonrojas- Susurra con una voz bastante seductora.
-Ahora no Peeta, harás que me sonroje aún más.-Esto último lo digo bajando la cabeza para que no se note el color de mi rostro, en este momento me siento como un tomate.
-Mmm pues, me gustaría intentarlo- Repentinamente siento como su brazo me rodea mientras que el otro está colocado de una manera seductora en la pared.
-¡Oh, Peeta, vamos! Lleguemos a casa y ahí hacemos lo que quieras, ¿Vale?- Aun no entiendo porque dije esto último, sí, sí me gusta estar con él, sentir sus brazos, su pecho, su cuerpo, pero creo que en mis condiciones no es lo mejor, cuando miro hacia arriba para buscar a Peeta y decirle que no puedo hacerlo, veo que él ha bajado del tren y lleva consigo las maletas. Me quedo parada observándolo, él lo nota y grita:
-¿Te has arrepentido ya preciosa?
-No, solo creo que algo he olvidado en el tren.
-No tardes, te estaré esperando. Aunque pienso en que será mejor comer primero.
-¿Ahora el que se arrepiente eres tú?-
Replico con una voz sexy.
-Claro que no hermosa, solo que, muero de hambre- La expresión de Peeta me causa gracia, ya que se soba el estómago; yo lo imito y le digo:
-Estoy de acuerdo contigo, pero, como sabes, yo no soy buena en la cocina, ¿Por qué no me sorprendes?-
-Si sigues así preferiría no comer, para estar contigo. Pero está bien te sorprenderé.- Dicho esto, entra a la casa y desaparece de mi vista. Noto como sigo frotando mi estómago y recuerdo lo que aún no le he dicho a Peeta.
Regreso al tren, sabiendo que no olvidé nada pero tratando de poner en orden mis pensamientos, sobre si decirle o no ahora a Peeta sobre lo que me ocurre. Tardo una media hora pensando, que empiezo a cabecear. Me golpeo contra el cristal de la ventana, lo cual me hace despertar. Despejo mi mente y regreso a casa. Entro y suspiro, una ola de recuerdos vienen a mi mente, esta casa, en donde creamos a nuestro bebé.
Busco a Peeta en la cocina, pero no lo encuentro. En vez de él encuentro una pequeña nota que dice:
"Fui a tomar una ducha rápida, perdóname, pero con tu demora, decidí tomar la ducha antes de comer.
P.D: Acompáñame si deseas."
Al terminar de leer, lo único que puedo hacer, es reírme. Ya que no puedo acompañar a Peeta, pero más vale preguntar. Subo las escaleras y escucho el agua de la ducha caer.
-¿Saldrás pronto?-Pregunto, puedo imaginar la expresión de espanto de Peeta por los sonidos y los movimientos que hace.
-No, apenas entré. Pero, por otro lado, si quieres acompañarme, no hay ningún inconveniente de mi parte.- Responde con voz seductora
-Qué te parece, si mejor eso lo dejamos para después. Muero de hambre, y ahora tengo que comer por 2.- Abro los ojos recordando que aún no le he dicho nada a Peeta. Escucho como dice:
-¿-Por dos?- Pregunta desconcertado.
-Sí, por dos, si no te apresuras, me comeré toda tu ración.- Rio y suspiro de alivio al encontrar una salida del tema.
-No tardaré.- contesta él desde dentro de la ducha
Paso por nuestro cuarto y justo cuando estoy a punto de entrar, suena el timbre de la casa. Bajo lentamente los escalones, con temor de marearme, pero por suerte, no sucede.
Me encuentro frente a la puerta principal, veo como una silueta se mueve, es alguien alto y musculoso, eso es visible. Me decido abrir la puerta, giro la perilla, jalo la puerta y siento como todo me da vueltas. La impresión que acabo de tener ha hecho que los mareos vuelvan. Frente a mí está parado el mismísimo Gale Hawthorne.

Sinsajo: No todo ha terminado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora