Capítulo 25

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Mis piernas se encuentran ya en las plataformas flexionadas en una segunda posición, un par de enfermeras se unen al doctor colocándose a su lado, Peeta por su parte suelta mi mano tomando una pequeña cámara.

Él insistió en grabar el momento para: "Mantenerlo en mi memoria por siempre", exactamente esas fueron sus palabras. Ahora me encuentro sola, una tela color lapislázuli. ¿Es que acaso no pueden ocupar otro color? Digo el color es lindo pero preferiría un verde o tal vez naranja, eso le daría más vida y alegría a este lugar. -Tranquila, Katniss, concéntrate, desde cuándo te fijas en los colores y analizas con cual color contrastarían mejor los lugares. – Me regaño mentalmente tratando de tranquilizarme.

-Muy Bien Katniss, desde la última ecografía observamos que el bebé se encontraba en una posición cefálica, por tanto es apto para un parto natural, a menos de que quieras hacer lo contrario.- Explica el doctor.

Intento responder a la pregunta del doctor, pero no puedo articular ninguna palabra. Así que me limito a asentir a la primera opción.

-¿Peeta, te parecería si alguien más graba el momento y tú acompañas a Katniss estando siempre a su lado?- Cuestiona el doctor.

No logro escuchar lo que Peeta responde ya que un zumbido es lo único que siento en los oídos, solo veo que Peeta se dirige hacia mí y toma nuevamente mí mano. Acaricia mi frente con su dedo pulgar y dibuja un pequeño corazón.

-Vamos Katniss, ¡Puja!- Grita una enfermera, su bata igualmente azul y sus guantes blancos no tardaran mucho con su color original.

Mis sentidos han desaparecido, por un momento me quedo en shock hasta que finalmente reacciono, lanzo un grito desgarrador el cual me hace volver a la realidad, si me pidieran describir la escena podría decir: hospital, camilla, doctor, enfermeras, Peeta, dolor, bebé.

Dolor, efectivamente, Mucho Dolor. ¿Cuántas veces he sentido dolor? Una, dos o tal vez tres veces. Yo diría que muchas más, pero esta vez es diferente, será un dolor que me traerá una inmensa felicidad cuando termine.

El suplicio era grande, enorme se podría decir, estoy en la camilla de un pequeño hospital del Distrito 12, dando todo de mí, el dolor aumentaba y aumentaba hasta que disminuyó y lo oí, el primer grito de un bebé, no un bebé, mi hijo, levante mi cabeza veía como las enfermeras lo limpiaban y tranquilizaban. No fue después de 5 minutos aproximadamente, que por fin lo tuve en brazos, era tan frágil, me temblaban un poco las manos, lo bese en la frente, lagrimas salieron de mis ojos, lágrimas de felicidad, abrió los ojos eran azules, cabello negro. Efectivamente como Peeta decía es una niña, una hermosa niña.

Solo se me ocurre un nombre en ese instante. Prue.



Sinsajo: No todo ha terminado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora