Perversión.
Ahora que mi vista se fija en el cielo lo he descubierto, todos vamos a morir alguna vez. Gerard lo hizo hace un par de años, he perdido la cuenta, y yo siempre estuve muerto por dentro desde que él se fue.
Ni Marie ni mis padres me buscaron después del gran motín que se dio en el psiquiátrico al cual volví a los días al sentirme asustado de las miradas que no conocía, me pregunté porqué la primer semana y luego esta noche lo he comprendido. Ellos estaban asustados de mi, y su miedo era tanto que me contagiaba, era un mortal efecto en cadena, yo absorbí todo el miedo en mi cuerpo. Soy como un cadáver con problemas de depresión. Mis huesos le han ganado a mis tatuajes, deformándolos y los médicos se han resignado si es que eso, en el término de la ciencia se puede. ¿Cuándo un médico deja de luchar por la vida de un paciente?
Siento en mis pies desnudos el pasto recién cortado del jardín, viendo como el manzano vuelve a florecer mientras yo me marchito.
Las lágrimas que me recorren el rostro me dan a entender que tengo miedo. Miedo de no sentirme orgulloso cuando la vida me pase por delante de los ojos, no eso no es, el miedo es de no sentirme orgulloso viendo todo lo que hice en mi corta vida. ¿Será la impaciencia que me cobra partida? Se me apreta la garganta y mis dedos tocan de nuevo la soga con nudo marinero que ha hecho Bert para mí, más bien él me ha enseñado cómo hacerlo. Bob dice que estoy comenzando a hablar solo, a alucinar, pero eso es una jodida mentira, porque comparto mis cigarros con Bert desde que le vi en mi habitación mirarme. Dicen también que no puedo reconocer lo que tengo, y creo que es verdad. Las personas mayormente no quieren reconocer sus problemas, o que necesitan ayuda. Lo único que sé es que quiero volver a ver a Gerard ahora mismo.
Mis pies se dirigen hacia el árbol de manzanas y es como si mi cuerpo quedara estancado en una parte del tiempo, mi pecho se apreta y las lágrimas de miedo vuelven a salir. Alzo mis brazos lo más que puedo para treparme a mi árbol favorito, y una vez estoy sobre la rama más gruesa ato la soga con la poca fuerza que me queda, porque cuando hay voluntad, lo hay todo.
Siento que el uniforme blanco me molesta me remuevo y lo único que puedo ver es como Bert me mira con curiosidad, fumando y apoyado sobre la pared trasera del hospital. Quiere ver qué hago, como aquella inocente perversión de jugar con pequeños bichos y una lupa bajo el rayo del sol en la infancia o al menos en algunas, solo para ver cómo es que se queman, cómo se deshacen ante el calor de un rayo. Esa es la peor perversión, la que, sin darnos cuenta, nace de a poco en nuestra cabeza.
Y mi perversión me asesinó.
"¿Cuánto más, Frankie?"
"¿Cuánto más qué?" pregunto al escuchar la molesta voz de mi cabeza que se acopla a la de Bert, ambos preguntándome cuánto más falta para el final.
"Gané, Frank"
Alcanzo el nudo y enredo la soga en mi cuello, sabiendo que cuando mi cuerpo caiga aquello terminará. Las voces, el miedo, el dolor, la palidez y Gerard.
Mis ojos se abren teniendo en cuenta que jamás he salido del hospital para visitar la tumba de Gerard. Las lágrimas caen por mis mejillas ante la revelación, y cuando mi mano derecha se eleva para sacar la soga de mi cuello, mi cuerpo resbala y la soga pega un tirón.
Miro a Bert y sus ojos están impresionados, parece que ha entendido mi pensamiento. Mis pies se mueven fuertemente y veo mi sombra, la que la luna proyecta, forcejear con la soga que tiene mi cuello, apretándome, dejando que el aire no pase hacia mis pulmones. De repente no quiero morir. No sin antes haber ido por lo único que tengo en el mundo. No me he despedido de Gerard.
Siento que su corazón va más lento, sus pies han dejado de forcejear y la mano que ha quedado entre su cuello y la tirante soga se estrangula, marcándola morada. Su vista se nubla y el negro comienza a comerle la vista de a poco, Bert ya no está y aquella voz en su cabeza se ha callado. Intenta tragar o llamar a Marie, solo para recomponerse de verdad y vivir por Gerard. Pero su lengua se atasca entre su paladar y su garganta, no quiere pero su cuerpo se siente débil, su cabeza está aguantando todo el peso de su cuerpo. Y lo siente cerca.
Antes de cerrar los ojos lo ve. Y está igual de hermoso, igual de inocente, igual de suyo.
Gerard le mira decepcionado donde antes estaba Bert, allí está Gerard. Frank sonríe con lágrimas en los ojos sintiendo la vena de su frente marcarse y sus ojos de apoco desorbitándose. De a poco lo visualiza, está vestido con la remera de Pearl Jam y unos jeans que no conoce algo rotos en las rodillas. Gerard tiene ojeras y su pelo está malditamente largo. Frank se preocupa cuando siente su propia respiración parar con estrépito. Siente que se va y sin Gerard.
Escucha un grito reconociendo la voz del pelinegro y un golpe fuerte en el pecho le hace caer en la profundidad de lo oscuro. Allá donde no sabe qué hay, donde solo espera un lugar feliz junto al amor de su vida. Donde con inocencia solo espera felicidad.
-¡Hagan algo por favor!
Escucha un pitido en sus oídos, no ve nada, ni siente su cuerpo.
Vuelve a sentir el peso de su cuerpo caer en algún lugar duro con respaldo para su cabeza y alguien toma su mano con fuerza. Siente que puede respirar hondo, llenando sus pulmones y llora asustado. no sabe si está muerto, o si está muriendo. Pero es raro, porque su garganta no duele, y no se siente tan débil. Escucha unos pitidos entre la oscuridad, solo siente esa mano apretando con necesidad la suya. Tiene miedo y está en ningún lugar.
-Despertá Frank, por favor.
La voz de Gerard resuena desde algún lugar, y lo que más quiere es volver el tiempo atrás. Porque tiene la certeza de que ambos están muertos, pero por ahora espera.
Espera, solo espera que después de ningún lugar, esté el pelinegro y su blanca piel, solo para hacerle el amor una vez más.
El epílogo es lo que sigue.
y se van todos a la reputa madre que los recontra parió.
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Tragician |Frerard| Terminado
FanfictionFrank con veintiún años, contempló a sus tres amigos morir, un poco tosco se dijo así mismo que viviría por ellos, y por cada una de las vidas que vio cesar en algo tan común y trágico como lo es un accidente en la ruta. La mente de Frank comenzó a...