Amabas la piel fría y blanca de Gerard, la última vez que estuviste físicamente con él, no pudiste describirle la horrible sensación que tenías en el pecho, él solo te susurró contra el oído, 'Sentirse amado es una cosa muy extraña, Frankie, no te preocupes'. Pero sabías, sabías carajo que no era eso, el sentirse amado no podría ser como si un agujero negro te esté succionando el alma, menos después de hacer el amor. Viste su cuerpo desnudo y lo volviste a hacer tuyo tirándote encima olvidando tus problemas en el lienzo el cual su cuerpo se convertía cuando lo tenías para vos.
Ahora sabías, que era ésto. Las risas y los cantos de feliz cumpleaños, se habían apagado en el momento en que una luz y un fuerte sonido los cegó a todos. Ni vos, ni tu cabeza parlante pueden deducir el estremecimiento que sentiste aquella noche, menos cuando los vidrios del auto estallaron a tus costados, solo miraste a Gerard que estaba sentado a tu lado y le sonreíste. Él solo atisbó a mirar hacia delante, sus facciones te quedaron grabadas con una luz parecida a la del sol. De Michael no supiste nada, escuchaste su grito y de Raymond solamente viste sus manos tratando de cubrir inútilmente su cara. La frenada de las ruedas contra el pavimento, fue lo que hizo a tu corazón temblar.
La luz después te cegaba, los pitidos de una máquina retumbaban por la habitación, y la cama dura te hacía querer escapar pero al moverte notaste como más de tres agujas estabas incrustadas a tus brazos, entre tus tatuajes, éstas mismas conectadas a varias bolsas colgando a tu lado. Estabas en el hospital, un sólo un nombre se te vino a la cabeza. Gerard. Intentaste hablar pero tu voz no salía, pasando tu lengua por tus labios tocaste la textura fuerte y agrietada que éstas tenían. Tus ojos parpadearon acostumbrandose a la luz, estabas solo girando la cabeza a tu izquierda, escuchaste un gemido y odiándote por la curiosidad giraste la cabeza a tu derecha, y ahí estaba.
Gerard.
Su cara estaba vendada, pero sus mechones negros y su torso desnudo te dijeron que era él.
-Gerard...- silabeaste, sintiendo como tu garganta quemaba, - Gerard, ¿estás despierto? - las palabras salieron rápido, al igual que los pitidos de la máquina. Sin embargo no recibiste respuesta. Por lo que intentaste de nuevo, - Gerard, hey. - Cuando él se quedaba dormido esas mañanas que eran resaca de la noche anterior, siempre que escuchaba tu voz reaccionaba, tu cara comenzó a sonrojarse, siempre te pasaba eso cuando no tenías algo bajo tu control.
-Señor Iero, despertó. - una voz ronca te dijo, pero no le hiciste caso seguías mirando a Gerard, tratando de que tu mirada pueda por fin ser sentida. - Según se sabe, Gerard Way tiene un traumatismo de cráneo, - te dijo al tiempo que tus ojos se habrían fuertemente. - quizás no despierte.
No necesitaste saber nada más, o quizás si. - ¿Puede escucharme?
Habrá notado tu desesperación por lo que suavemente te dijo, - Posiblemente no.
-¿Puedo tocarlo? - le preguntaste cuando ya, de tus ojos caían esas lágrimas que odiabas, esas de las que te dicen lenta y crudamente que todo está hecho, y no hay nada más que hacer. - Por favor, quiero... -tu garganta se apretó, y miraste por fin al rubio doctor y a su placa en el bolsillo, - Por favor, Bryar, por favor. - viste como mordió su labio y pronto te cargó sobre sí mismo, haciéndote caminar hacia la cama en donde Gerard estaba irreconocible.
-Gerard, Gerard por favor. - pediste cuando tu mano rozó la de él, miraste su rostro, su fina boca estaba hinchada, y en su nariz había un algodón el cual tapaba un solo orificio. Sus mejillas que habían sido blancas, estaban moradas al igual que su ojo izquierdo. Parecía molido a golpes. Tu alma se había ido en ese mismo instante. Te acercaste hacia su oído, - Gerard, soy Frankie. - besaste el lóbulo de su oreja, como cuando se hacía el dormido, pero no hubo reacción. - Te amo, por favor despierta, Gerard maldita mierda. - ahora mordiste en donde antes habías hablado, pero aún así nada.
En un abrir y cerrar de ojos el cuerpo de Gerard se movía de arriba hacia abajo, escuchaste los pitidos de su corazón más los tuyos como una bomba de tiempo cuando tu cuerpo cayó al suelo después de que tus rodillas hayan flaqueado. - ¡Gerard! - tu garganta se rompió, y en un momento la habitación estaba rodeada de tipos con delantales blancos, Bryar seguía a tu lado. - ¡Gerard! - gritaste de nuevo, sin más una dura interpretación de la realidad te llegó.
Gerard estaba muerto. Gerard te había dejado. Y vos eras el único culpable. Lo mataste por diversión. Asesinaste al amor de tu vida.
Un constante pitido de fondo, y unos acelerados dandole el tempo justo de la muerte.
El tiempo estaba muerto, igual que Gerard, igual que vos.
Bryar te miró cuando te tomó de los antebrazos, apoyándote de nuevo en la cama, lo viste de reojo, pero no te interesaba más nada, solo viste como se llevaban el cuerpo inerte de tu pelinegro favorito.
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Tragician |Frerard| Terminado
FanfictionFrank con veintiún años, contempló a sus tres amigos morir, un poco tosco se dijo así mismo que viviría por ellos, y por cada una de las vidas que vio cesar en algo tan común y trágico como lo es un accidente en la ruta. La mente de Frank comenzó a...