Castillos de magia y sueños [Spamano]

Capítulo 1, ¿Dos? Pero qué...

Advertencias: esta historia tiene yaoi y puede contener trazas de otros pairings yuris, yaois o heteros. Leer a su propio riesgo.
Esta historia se desarrolla en un Universo alterlo.
Los personajes de Hetalia pertenecen a su autor y no a mí.

Esta historia está dedicada a @Smiling_everyday como regalo de cumpleaños, happy birthday Lau.~

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Esta historia ocurrió hace mucho, mucho tiempo, en un lugar muy lejano.

O así debería empezar si se tratara de un cuento convencional, ¿lo es?

En esta tierra de magos en la que nos centramos, los cuentos no existen, después de todo, son historias reales que ocurrieron, quizás a lo sumo se los denomine leyendas.

Con varios reinos consagrados a la hechicería, en los que la magia se vende y se compra como si se tratara de pan, el hecho de ser mago en una de las profesiones más normales de todas, al menos para aquellas personas que tienen el don de la magia y pueden disponer de ella.

En el tiempo en el que ocurrió esto, había cuatro grandes reinos que tenían la tierra dividida entre ellos.

El reino de los caballeros, en el cual los castillos de piedra, los caballeros y los nobles son aquellos que gobiernan el lugar, protegiendo a los campesinos y explotándolos.

El reino de los dulces, se dice que la bruja con la que acabaron Hansel y Gretel provenía de este lugar, los bosques, las casas y prácticamente todo lo que rodea a los habitantes, incluso los animales, está hecho de dulces, una dieta no muy sana para los humanos que aquí viven.

El reino de los samuráis, en el que viven los conocidos guerreros que llegan a suicidarse si sienten que su honor ha sido dañado.

Y el cuarto, el lugar en el que comienza nuestra historia, el reino del desierto.

En este reino, comenzó la historia de Lovino Vargas, un muchacho pobre, si puede referirse así a alguien con ya 22 años cumplidos, que vivía principalmente robando en la gran ciudad en la que se encontraba, la gran capital de la magia. 

Una mañana soleada,
habitual en aquel reino, todo parecía ir como siempre, el bazar estaba lleno de vida y de compradores ya a una temprana hora, un momento perfecto para robar sin que los vendedores se dieran cuenta.

Lovino despertó en su "casa", no era lo que se dice un gran hogar, carecía de techo y paredes, un mal lugar en el que quedarse cuando llovía o las tormentas de arena asolaban la ciudad haciendo que el viento soplara y silbara a través de los agujeros en la arcilla.

Se quitó la arena de encima y se levantó, dejando que el resto cayera al suelo. Al menos en aquel lugar nadie lo molestaba, pensó para él, parando en seco al escuchar el sonido de su estómago gruñir. Hacía varios días que no comía, tenía que encontrar algo para comer, la fuente central apaciguaba su sed, pero sus necesidades alimenticias ya eran otra cosa.

Su ropa cubría poco, no era realmente necesario en aquel lugar dado el clima, excepto por la noche cuando las temperaturas bajaban y agradecías que la arena actuara como una manta guardando tu calor corporal. Aquella vestimenta había visto mejores épocas, ya no recordaba cómo la había conseguido pero constaba de un viejo pantalón remendado y con todo tipo de cortes, y una chaqueta abierta que dejaba su torso al descubierto.

Bajó con cuidado de la azotea en la que se encontraba, el sol ya estaba lo suficientemente alto como para que sintiera su calor en la piel.

Se metió entre la multitud, escaneando los puestos con la mirada, fruta fresca, pescado seco, carne recién traída de otros reinos gracias a los magos, ropa, y todo tipo de objetos sin valor que vendían a precios desorbitados.