Lovino hizo una mueca al recordar lo que había visto antes de reemprender el camino, si ya era horrible tener que hacer de carabina de una pareja acaramelada, el soportar que uno de ellos fuera idéntico a él mientras el otro era una persona a la que no soportaba era... ugh. Su suerte debía de ser legendaria.
Al menos ya casi habían llegado, podía ver ya las construcciones de arcilla a pocos metros, algunas flotaban sobre el suelo y estaban rodeadas de hierba, otras estaban medio enterradas entre la arena, cerca de las vallas que impedían que los camellos salieran.
En aquel momento iba de primero, algo que agradecía, así no tenía que mirar ni a Antonio ni a la pareja que, a pesar de llevar poco tiempo en su compañía, ya no soportaba. No entendía de ninguna forma qué le veía Cinco a Cuatro, nunca lo entendería, estaba seguro.
Apuró el paso y finalmente entró en el terreno de la granja de camellos que más cerca les quedaba.
Debido al uso de los camellos, las granjas habían proliferado y ahora dominaban una gran parte del desierto, muchos aventureros se aventuraban hacia el sur, hacia el vasto y apenas explorado Desierto de la desolación. Las leyendas decían que había unas ruinas en alguna parte de dicho desierto, llenas a rebosar de riquezas inimaginables.
Ambición, vanidad, orgullo, todo aquello llevaba a las personas a internarse en aquel infierno de arena y espejismos, pocos llegaban a salir, y quienes lo hacían... solían dejarse su salud mental en aquel lugar. Pero aquello no era importante en aquel momento, haber llegado a las granjas significaba sombra y fresco, antes de volver a partir para cruzar la segunda peor parte de aquel lugar.
—¡¿Hay alguien aquí?! —gritó Lovino usando sus manos como un tipo de altavoz natural.
Miró a su alrededor, la arena estaba arada haciendo surcos, un buen montón de camellos lo miraban desde el interior de una cerca, con aspecto de estar realmente aburridos. Lo que olvidó, fue mirar hacia arriba, una casa bajó con rapidez a pocos metros, sorprendiéndolo y haciendo que casi se cayera al suelo.
—¿Te encuentras bien? —dijo una chica, saliendo de la casa flotante con cara de estar preocupada.
Tenía la tez morena y unos bonitos ojos marrones más claros que su cabello, el cual estaba atado con un par de cintas rojas, dejando que cayera como dos coletas a cada lado de su cara. Llevaba un sencillo vestido azul de un largo medio.
—No quería asustarte —continuó ella al ver que no respondía.
—No ha sido nada, estoy perfectamente, de hecho siento haber gritado —dijo rápidamente, tendiéndole la mano y sonriendo de forma cautivadora—, he debido de asustarla, discúlpeme, señorita.
La chica lo miró un tanto extrañada antes de responder nada.
—¿Te han mandado mis padres? —preguntó frunciendo los labios al acabar de hablar.
Esta vez fue el turno de Lovino para extrañarse, no recordaba aquella respuesta entre las habituales frases para ligar.
—Supongo que no —continuó ella ladeando la cabeza—, intentan casarme y no paran de buscarme novio, yo... no necesito a ningún hombre para hacerme feliz.
La joven miró hacia el cielo con aire soñador.
Aquello había descolocado un tanto a Lovino, vale, las chicas de la ciudad no le hacían mucho caso, no tenía dinero y era un ladronzuelo de poca monta, todos conocían su fama, pero aquel lugar era distinto, nadie sabía quién era, y aún así, ¿por qué?
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Castillos de magia y sueños [Spamano]
Fiksi PenggemarEn un lugar de magia en el que los cuentos son historias verídicas vive Lovino Vargas, pasando el día a día como puede hasta que un día, todo cambia, se ve obligado a dejar la ciudad que detesta para emprender un viaje, ¿qué encontrará en él? ~~~~~~...