Capítulo 11, Caramelos

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Llevar a Antonio hasta el enorme carruaje no fue demasiado difícil con la ayuda de Cuatro y Cinco. Antonio seguía estando inconsciente. Increíblemente inconsciente. No se había movido a pesar de todas las veces que le habían golpeado contra el suelo y el carruaje al transportarlo. Eso sí que era un cabeza dura.

Lovino, por su parte, intentaba conseguir la atención de Anri. Lo único que había obtenido hasta el momento había sido su nombre y que los acompañantes de la muchacha lo miraran mal. Estaba perdiendo sus dotes de seducción. Eso o la chica le daba más a la otra acera, a lo mejor era eso.

—¿Viene mucho por aquí? —preguntó Lovino una vez que todos sus compañeros y los mensajeros, compañeros de Anri, se hubieron sentado en el interior del carruaje.

—Oh, me temo que mis otras responsabilidades evitan que dedique mucho tiempo al viaje como mensajera —respondió Anri, sonriendo de una forma extraña, que a Lovino le hizo pensar más en uno de los gatos callejeros de la ciudad que en una persona.

Pero aquello no importaba. A Lovino le gustaban los gatos. Al menos cuando aquellas alimañas peludas no intentaban robarle la comida.

—Entiendo —respondió tras echarle una mirada furtiva a la pareja que lo había metido en todo aquel lío.

Cinco estaba arrimado a Cuatro y mantenían las manos unidas. Cada cierto rato parecían intercambiar susurros y sonrisas. Aunque por parte de Cinco fueran más insultos a un tono normal de voz y muecas similares a sonrisas lo mismo que una rana se parecía a un pez.

El carruaje comenzó a moverse, o al menos eso le pareció a Lovino al sentir como toda la cavidad comenzaba a temblar y el paisaje exterior que se veía por la ventana quedaba difuminado por la velocidad.

—Así que... estabais preocupado por vuestro amigo —aventuró Anri mientras su sonrisa se ensanchaba e incluso se llevaba la mano a la boca para ocultar parte de ella.

—No es mi amigo —dijo Lovino automáticamente.

La gatuna sonrisa de Anri pareció volver a ensancharse de nuevo. La joven lo miró divertida.

—¿Ya habéis llegado a esa parte de la relación en la que no se consiente que os tomen por amigos? —inquirió la joven soltando una risita.

Le divertía meterse con él. Bueno... a él no le molestaba completamente aquello.

—Nada de eso, no me van los hombres —negó intentando encontrar una de sus arrebatadores sonrisas.

Anri la miró con un aire de decepción, recobrando de nuevo su sonrisa burlona como si se le hubiera ocurrido algo.

—No deberíais cerrar las posibilidades tan pronto. Sois joven, os queda mucho por probar —aseguró Anri dejando que su mirada viajara por la estancia y se posara en la ventanita que tenía más cerca.

Probar... Por su mente pasó la imagen de Antonio casi desnudo. Sintió como una oleada de calor lo golpeaba de lleno en la cara. ¿Acababa de sonrojarse por pensar en eso? ¿Qué demonios le pasaba?

Anri volvió la cara hacia él y sonrió dulcemente.

—Qué bonito es el primer amor —dijo la joven.

Amor, ja. Imposible.

Negó con la cabeza molesto, decidiendo cesar en sus intentos de seducir a Anri, al menos durante un rato. Se acomodó en el asiento para echarle un vistazo a la estancia, esperando que una distracción así hiciera que aquellas palabras se desvanecieran en el aire y dejaran de asaltar su mente.

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⏰ Última actualización: Aug 23, 2016 ⏰

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