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–Hola Liam. – Un chico estaba hablándome, tenía una sonrisa dibujada en el rostro. Era muy apuesto, a decir verdad. Tenía una tez morena, ojos grandes color avellana y unas pestañas que hacían resaltar la belleza de su mirada. Cabello oscuro, podría ser castaño subido o tal vez hasta negro, mi vista estaba nublada y no lo apreciaba tan bien como quisiera, aunque aun así podía ver su hermosura. –Liam, ¿me estás oyendo?– me miró y seguía sonriendo.

"No, disculpa, me quedé apreciando tu belleza" pensé, pero en lugar de eso le dije: –Claro, perdóname, yo... –me cortó.

–Te quedaste admirando lo bello que soy. – su sonrisa se hizo más grande.

– ¿Qué...? Pero, ¿cómo? – hasta ahora no entendía nada, tal vez estábamos comunicándonos por telepatía y yo no estaba enterado.

Él soltó una ligera risilla. –Es lindo de tu parte, gracias. – se acercó y besó mi mejilla.

Al momento de sentir sus labios arder sobre mi piel, cerré los ojos disfrutando los pocos segundos que el chico estuvo cerca de mí, inhalando su aroma a orquídea.

–Gracias por venir a verme. –dijo él– pero te estás demorando, bonito.

–No te estoy entendiendo.

Rió de nuevo. –No hay nada que entender Li, tú eres el creador de todo esto. Despierta.

Dicho y hecho. Al momento que él terminó de pronunciar esa palabra, salté sobre mi cama, agitado y con mis respiraciones entre cortadas. Todo había sido un sueño.

Miré a mi alrededor y todo parecía igual. La puerta de madera estaba frente a mí, y frente a ésta, la puerta que daba entrada a la habitación de mamá. Seguido estaba mi escritorio donde solía hacer las tareas de la escuela, después de éste se encontraba mi guardarropas, y finalmente un pequeño buró y mi cama de lado. Giré mi vista para asegurarme de la hora, 8:35 a.m. Suspiré y me senté sobre la cama.

Me encontraba en ropa interior, ya que hacía mucho calor y el dinero no era suficiente para comprar un ventilador. Fijé mi vista en el suelo, perdiéndome en él, recordando al chico de mis sueños. Habían pasado ocho veces que soñaba con él y no sabía por lo menos su nombre. Era muy atractivo y el que se atreviera a negar eso sería un rotundo idiota. Es el tipo de chico por el que toda chica muere, y el que hace dudar a otros hombres de su sexualidad, incluyéndome. No tenía nada en contra de las personas homosexuales, inclusive algunas parejas resultaban ser tiernas, pero yo no tenía bien establecido lo que era y esa era una duda que me consumía mis pensamientos: "¿Qué soy?" "¿A qué vengo?" "¿Qué estoy haciendo de mi vida?".

Nunca había tenido la oportunidad de salir con una chica, mucho menos un chico. Desde que estudiaba la secundaria la mayoría de los estudiantes se dedicaban a marginarme del resto ya que en esos tiempos mi papá sufría de cáncer en pulmón, ellos decían que no debían estar conmigo por temor a que contagiara a más de alguno. Eran estúpidos. Desde entonces me acostumbré a estar solo en clases y regresar de la misma manera a casa.

Mientras cursaba el quinto grado de secundaria, mi padre falleció. Fue un momento muy, muy duro tanto para mí como para mamá. Ella no había dejado de llorar desde el momento en que el doctor le dio la noticia.

Luego de un mes del deprimente hecho le detectaron la misma enfermedad a mi madre. Eso fue devastador, no quería verla morir lentamente a ella como había hecho con mi padre, y fue ahí donde decidí dejar la escuela de lado para ayudarla con sus medicaciones y asimismo darle un poco tiempo más de vida. Al principio, ella como toda madre haría se negaba rotundamente usando frases como: "Si no estudias, no tendrás un buen futuro" "Tú antes que yo" "No te preocupes que todo estará bien", pero era mentira, la gente suele usarla para no lastimarte cuando no se dan cuenta que tú solo quieres su bienestar, aunque todo eso fue en vano ya que al final cedió. No sabía por dónde iniciar, yo era un chiquillo inexperto, ni siquiera alcanzaba la mayoría de edad, ¿quién me daría empleo?

Pero de vuelta a la realidad, ahí estaba yo, a las 8:50 am, sentado sobre mi cama en ropa interior. Levanté mi trasero de donde estaba antes y tomé unos shorts azul marino y una camisa blanca en cuello V para echarle un vistazo a mi madre. Salí de la habitación y abrí la puerta de la de ella. Seguía dormida y tenía una sonrisa, seguro era un buen sueño. Reí por lo bajo y me senté a su lado.

–Mamá.-le dije, colocando mi mano sobre su brazo haciendo ligeros movimientos de adelante a atrás para que despertara. –Mamá, despierta, tienes que tomar tu medicina.

–Oh, Liam bebé. – respondió somnolienta con una mano sobre mi mejilla. –Gracias. –sonrió.

Me puse de pie y avancé a su tocador donde encima estaban sus medicinas ordenadas de la primera que debía tomar en el día hasta la última antes de dormir. Tomé el pequeño envase entre mis manos mientas caminaba de vuelta a donde ella se encontraba.

– ¿Cómo dormiste? – le cuestioné.

–Muy bien, gracias cariño. Hace mucho tiempo que no dormía tan cómoda como hoy. – Respondió abriendo el frasco que le había entregado hace unos segundos– ¿Y tú?

–Yo también mamá. –sonreí al recordar al chico moreno.

Ella asintió y yo me puse de pie.

–Saldré a buscar empleo hoy.

Me miró pensativa. –Ojalá encuentres por fin algo. Recuerda que Dios aprieta pero no ahorca.

Rodé los ojos al escuchar esa frase porque era lo que siempre me decía cuando estaba desesperado por buscar y buscar sin encontrar nada.

–Espero que sí. –suspiré y sonreí. –Por favor mamá, no olvides tomar tus medicinas. Si necesitas algo sabes que puedes llamarme, o llamar a Darlene. Te traeré el desayuno y quiero que más tarde comas algo, por favor. – dije afligido.

Sonrió. –No me cansaré de decir que no sé qué sería de mí si no fueras mi hijo. Eres tan dedicado, en eso te pareces a tu padre. –Una lágrima resbaló por su mejilla y no pude evitar ese nudo en la garganta cuando ves a alguien que amas sufrir de esa forma.

–Es lo menos que puedo hacer. Tú eres mi mundo mamá. – Y eso era verdad. Todo lo que yo hacía era en torno a ella, siempre había procurado su bienestar, desde que papá estaba vivo. Y antes de cerrar la puerta para preparar algo de desayuno, le dije que la quería y me dirigí a la cocina.

Un asesino a sueldo. [ziam]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora