tres.

342 36 0
                                    

Los tres sujetos no dejaron de moverme, y yo no sabía cómo reaccionar, ¿debía decirles que me dejaran ir? Eso podía molestarles, pero no quería que me llevaran con ellos e hicieran no sé qué cosas conmigo.

Uno de los hombres me sujetó fuerte del brazo para que me levantara pero no había reunido las fuerzas suficientes para mantenerme en pie por mí mismo, entonces otro tipo me tomó por detrás apretando mis brazos para que no pudiera moverme. El más bajo de ellos, acercó su mano derecha a mis mejillas y me apretó obligándome a mirarle.

– ¿Estás asustado, canario? –dijo en un tono burlón. Él comenzó a reír y seguido sus secuaces. Soltó un suspiro y les ordeno: –súbanlo.

El hombre que había estado parado al lado del que me tenía sujetado, sacó una venda del bolso de su pantalón y lo amarró por detrás de mi cabeza cegándome por completo de la luz que las lámparas reflejaban en la calle, mientras el otro amarraba juntas mis manos.

Me removí incómodo sobre el asiento, sentía mis manos sudar. Nada podía salvarme de esto, además de que estaba sólo, ni un milagro haría tal cosa y tenía que resignarme porque mi instinto de supervivencia me decía que si peleaba, terminaría muerto.

El coche en el que íbamos se detuvo y uno de los hombres me arrastro fuera y me guió por dónde ir hasta que me indicó que me detuviera y así lo hice. Me sentaron sobre algo duro, tal vez era madera pero eso era lo de menos, me quitaron la venda y parpadee repetidas veces para que mi vista se acostumbrara a la luz de la habitación. No me había equivocado, estaba sentado sobre una silla de madera y frente mío una mesa, seguía con las manos atadas por lo cual me quedé inmóvil, esperando ¿qué cosa? No lo sé, pero no me quedaba más que eso.

Una puerta se abrió detrás de mí y el temor hizo que girara la cabeza mostrándome un hombre caucásico, alto, de unos treinta y ocho años aproximadamente. Caminó y se sentó en la mesa quedando frente mío, observándome.

–Payne, que bueno tenerte aquí.-él dijo sonriendo.

– ¿Ah? – fue lo único que pude decir, tenía miedo de decir algo erróneo y que eso me costara la vida.

–Mira Payne, te voy a ser franco, ¿de acuerdo? –me quedé en silencio, y él continúo hablando. –Yo, digamos que estoy muy molesto y cuando estoy molesto, las cosas no marchan bien del todo y tú estás aquí para cobrar una cuenta que tengo pendiente con... tu padre.

Me quedé estático, no parpadee, ¿papá que tenía que ver? Sobre todo con la mafia italiana. Fue un buen hombre, era policía, se dedicaba a cuidar y proteger a Londres de malandros como estos, ¿no era así?

–Él murió. –respondí.

–Caray, lo sé, claro que lo sé Liam, cuando alguien se mete conmigo nunca lo olvido y me vuelvo su sobra. No tienes idea cuánto tiempo he estado vigilándote a ti y a tu madre, que por cierto, me enteré que tiene la misma enfermedad que el viejo Geoff, ¿o me equivoco? –Tragué saliva y negué con la cabeza. –Bien, ahora que estás aquí, tengo un trato para ti. –sonrió.

– ¿De qué se trata?-pregunté atento.

El hombre sonrió. –Te la pondré fácil: o trabajas para obedecer mis órdenes, conseguir dinero fácil, tu sabes de lo que estoy hablando y si no lo haces me encargaré de explicarlo si es que aceptas. –hizo una pausa. –O sales de aquí frío y luego yo mandaré a mis hombres para que se hagan cargo de tu madre y créeme que estos gorilas no son nada amables. –Rió con sarcasmo.

Quería que esto fuera sólo un mal sueño, pero no lo era y el dolor punzante en mis muñecas me hacía estar seguro de ello. La parte del dinero sonaba bien pero no la manera de conseguirlo. Papá siempre me hablaba de lo mucho que tenía que esforzarme para conseguir una carrera decente y tener dinero para subsistir y mamá me lo recordó cuando le propuse dejar la escuela. Si algo muy claro tenía era que de una u otra manera terminaría muerto; si me negaba seguro el tipo no se tocaría ni un poco el corazón para pensar en matarme, después de todo estaba en la mafia, y si aceptaba mi esperanza de vida sería más largo. Estaba de espada contra la pared.

En ese momento recordé a mi madre, y las palabras que le dije esta mañana: "Eres mi mundo mamá". Esa frase golpeó mi cabeza repetidas veces, siempre había intentado protegerla y esta no sería la excepción, quería estar con ella un poco más de tiempo y si me negaba ahora no la vería una última vez por lo menos para despedirme.

–Acepto.



  ☹   ☹    ☹   ☹


Sé que es muy corto y muy mierda eu, pero apenas empieza lo bueno. Nos leemos después. 

pd. LLEGAMOS A LOS CIEN VISTOS ME TIENEN ASÍ :D 


Un asesino a sueldo. [ziam]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora