diez

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Entré a la oficina de Joe como todos los días, pero ahora iba con un propósito diferente. Nunca supe la verdad sobre el asunto de mi padre, aún después de años no sabía la verdadera versión sobre por qué terminé haciendo esto.

-–Oh, buenos días, Liam, ¿listo? –me preguntó cuando se dio cuenta de mi presencia.

-–Hola Joe, claro que sí. –respondí antes de pausar. –Oye Joe, quería preguntarte sobre algo.

– ¿Si?

– ¿Para qué trabajaba mi padre contigo?

Su expresión facial cambió por completo, no molesto, más bien como sorprendido.

–Sabía que este día llegaría. –Dijo serio.- – Eres uno de mis mejores hombres, Liam. Me hacen falta personas tan eficientes como tú, y justo así era tu padre. Él solía trabajar como policía de Londres –-asentí. – Ese viejo me impedía muchos movimientos, por él casi termino muerto ¿pero sabes qué? Logré traerlo a mi lado de la misma manera que lo hice contigo. Tenía una bella esposa y un niño con una vida prometedora por delante, él realmente los amaba mucho, tanto que aceptó formar parte de esto.-Joe sonrió de lado. – Y es así, querido Liam, como tu padre se encargó durante mucho tiempo avisarnos a mí y a mis hombres de cada paso que la policía daba. Si se realizaba un operativo en algún lugar, él nos prevenía días antes de eso. Nunca mató a nadie, él está limpio así que por eso no debes preocuparte. – finalizó, como si fuera lo más normal del mundo.

–Uh. –no sabía qué decir ante eso. –Gracias, supongo. Es mejor de lo que esperaba.

–Por nada Liam.

Me di la vuelta y salí.


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Decidió saltarse la primera clase y ambos nos sentamos a conversar ahí, sentados en el asfalto, tan sólo bromeando y coqueteando de vez en cuando. Me confesó que su nombre es Zayn, y él ya sabía que mi nombre es Liam. No había prisas, nos tomamos nuestro tiempo tan sólo disfrutando uno de la compañía del otro. Realmente él es aún mejor cuando lo tienes de frente, es algo que simplemente no puedo explicar con palabras. Tiene muy buen sentido del humor, eso siempre me ha quedado claro, es muy pequeño físicamente. Cualquiera daría todo por abrazarlo para poder sentirlo de más cerca, para proporcionarnos calor –contando que hoy hace un poco de frío–. Me gustaría pasar un poco más de tiempo con él. Como todo el día o... toda nuestra vida.

–... Entonces dijo que le gustaban las papas, pero yo no tenía idea de qué decir. – dijo Zayn con una sonrisa y mi carcajada logró escucharse más o menos cien metros a la redonda.

Estaba muy cómodo riendo con Z pero mi teléfono nos interrumpió. Intenté recuperar el aliento y después de disculparme con él por la interrupción, me llevé el móvil a la oreja. El identificador de llamadas señalaba que era Darlene.

–Habla Liam. –dije con un tono de diversión.

–Liam, tienes qué venir. –demandó entre jadeos y suspiros.

– ¿Qué pasa? –de un segundo a otro, escucharla así me alarmó.

– ¡Liam no hay tiempo! ¡Te necesito ya! Estoy en el hospital, te espero aquí.

–Voy hacia allá. –corté la llamada y de inmediato me puse de pie.

– ¿Todo anda bien? –me preguntó Zayn preocupado.

–No. –respondí seco. –No lo sé Zaynie, ¿nos vemos después?

–Claro Liam, cuando puedas. –se acercó a mí y parándose de puntitas besó mi mejilla. Por primera vez era real.

Corrí hasta el lugar donde había aparcado el coche antes de encontrarme con Zayn, me adentré y arranqué el motor hacia el hospital.

Justo cuando crucé por la puerta de entrada Darlene estaba ahí esperándome. Tenía el maquillaje corrido por sus mejillas y unas ojeras de días. Me acerqué a ella y nos abrazamos mientras ella seguía soltando suspiros.

– ¿Qué va mal, D? –le pregunté con un hilo de voz mientras manteníamos el abrazo.

–Es tu mamá, Liam. Está muy mal, tienes que verla ya.

Eso me dejó congelado. Realmente, muy realmente no lo esperaba. O mejor dicho, no quería que sucediera, nunca me detuve a pensarlo a pesar de saber que iba a ocurrir. No estaba listo aún.

Tomó mi mano y me llevó a la habitación donde estaba mi madre. La vi a través del cristal con el que contaba la habitación. Estaba reposando, se veía tan serena, tan tranquila, tan linda. Y fue en ese momento que me remordió la conciencia no haber pasado con ella el tiempo que quería, sentí la extrema necesidad de llorar después de no haberlo hecho en mucho, mucho tiempo.

Me permitieron verla pero con ciertas recomendaciones debido a su estado actual. Entre ellas: entrar sólo con bata blanca, guantes de látex y un cubre bocas por seguridad de ella, y sobre todo de no causarle ninguna angustia. Los doctores me habían advertido que no soportaría mucho y que lamentablemente ya no había nada que hacer por ella.

Abrí la puerta con sumo cuidado de no despertarla. Sería yo el que no lo soportaría. Avancé y me senté junto a ella, tomé sus manos entre las mías y las besé dejando todo mi cariño y todas las cosas que nunca dije ahí, como si fuera un secreto sólo de nosotros dos. Secreto que ella se nos llevaríamos a la tumba. Comencé a hablarle sobre los buenos tiempos cuando papá aún vivía; en mi mente siguen vivas todas las tardes de domingo mientras él y yo mirábamos el fútbol y ella nos preparaba bocadillos. No me cabe la menor duda que tengo a los mejores padres, siempre procuraron mi seguridad, pero en cambio yo me dediqué a decepcionar a mamá. Ella no quería esto para mí, inclusive seguía creyendo la mentira que trabajaba en un hotel, sí, claro.

Poco a poco ella fue despertando hasta reconocer que a quien tenía en frente era a su único hijo.

–Liam, bebé. –su voz era débil pero aun así me mostró su mejor sonrisa.

–Hola mamá, cuánto tiempo sin verte. –bromeé con un nudo en la garganta.

– ¿Cómo estás?

– ¿Cómo estás tú?

–Oh, cariño, seguro ya te habrán dicho. –respondió desilusionada. –No tengo mucho tiempo.

–Siempre has sido una mujer muy fuerte, y lo sabes. Tu esposo fue policía y supiste vivir con ello. Cuando falleció supiste cómo sobrellevarlo. Te tocó criarme a ti sola y lo hiciste muy mamá. Estoy orgulloso de saber que eres mi madre, eres lo mejor en mi vida por siempre.

Las lágrimas corrían por las mejillas de los dos. No quería que esto sonara como una despedida pero ninguna ley terrenal podría evitarlo.

–Y tú el mío, bebé. Eres mi más grande orgullo. Perdóname por todas las cosas que no pude darte.

–Mamá, eso es lo de menos.

–Prométeme que serás feliz siempre, Liam. Hazlo por mí.

–No puedo...–aseguré con un hilo de voz y las mejillas ardiendo.

–Por mí. –sus mirada me lo suplicaba.

Suspiré y dije: –Es mi promesa, mamá.

Y después de eso, ella cerró sus ojos para no despertar nunca jamás. 

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la parte que está escrita en cursiva son memorias de liam :) x


Un asesino a sueldo. [ziam]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora