Simplemente yo.

Ella.

Ella pertenece al cúmulo de personas que piensa mucho y dice poco. Sus pensamientos e ideales se enredan con facilidad, su mente es un desastre camuflado con sonrisas y buen comportamiento.

Ella es prudente, normalmente reservada. Piensa excesivamente antes de interactuar con desconocidos, le aterran las opiniones referentes a sus acciones. Le teme a la humanidad y a sus peticiones desmesuradas, intenta acoplarse al modelo inalcanzable de perfección que se ha creado. Sabe que no lo logrará.

Ella desea ser autosuficiente, pero la dependencia la consume. Necesita ayuda al instante de hacer movimientos importantes, carece de decisión propia. Le resulta frustrante querer volar sin tener alas.

Ella es minuciosa y controladora, le satisface hacer las cosas correctamente. Se esfuerza demasiado y exige a sí misma mucho más de lo que puede otorgar, pero tiene la creencia de que apuntando alto se llegará lejos.

Ella no es apática, sino perezosa. Se ha establecido metas y las ha aplazado, ansía poder lograr sus objetivos sin la necesidad de poner el más mínimo empeño en su trabajo. Suele ser una completa contradicción.

Ella dice ser una soñadora precavida, incluso se ha colocado el apelativo de planificadora, pero se encuentra equivocada. Sitúa sus propios obstáculos, le atemoriza arriesgar lo que tiene y perderlo todo a causa de una necedad. Es inmoderadamente cobarde.

Ella es un intento de escritora, ya sea por distracción o necesidad. Quizá lo que realmente quiere es alejarse de la realidad durante un momento, o puede que la escritura le sea una manera de gritar todo aquello que usualmente calla. Tal vez simplemente lo hace debido a que le gusta.

Ella se complica mucho las cosas, exagera las pequeñeces.

Ella no sabe quién es realmente, pero anhela descubrirlo.

Ella soy yo, y esa respuesta no le es suficiente.