Tiempo.

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Ella toma su maleta y se encamina hacia la puerta, su sonrisa ha resultado ser la máscara perfecta para ocultar el temor y evitar los cuestionamientos.

Sujeta la perilla, sus dedos tiemblan.

Cierra los ojos e intenta convencerse de que aquello es lo que realmente quiere; un sueño más a punto de hacerse realidad.

Su padre le sujeta el hombro y su madre deja escapar unos cuantos sollozos involuntarios e inoportunos; la visión de la muchacha comienza a tornarse borrosa, todo pierde nitidez y logra entender que a ellos los extrañará más que a nadie.

Sabe que iniciará a llorar en cualquier instante, pero por nada del mundo se detendría allí; no a la mitad del camino, ni mucho menos después de todo lo que ha hecho.

Inhala el dulce aroma que las extensas paredes rojizas de su hogar desprenden, sabiendo que no volverá a hacerlo hasta dentro de nueve meses.

Entonces se da cuenta de que ya no es simplemente una niña pequeña; ha crecido.

Ha cambiado sus pintorescos vestidos de princesa por impecables batas médicas, toda su colección de muñecas por un montonal de libros impresionantes, y las historias nocturnas por gratas experiencias de vida; los berrinches por comprensión, y el anhelo de recorrer la luna por el deseo de convertirse en una importante doctora.

No supo exactamente en qué momento ocurrió, pero ya no era aquella chiquilla de coletas largas que corría despreocupadamente sobre el pastizal.

Había dejado de ser la misma niña que reía a carcajadas mientras veía películas infantiles e interpretaba a los personajes frente al espejo de su recamara, aquella que solamente se preocupaba por estupideces y abrazaba a sus padres cada noche antes de dormir.

Iría a la universidad, su vuelo partiría en menos de dos horas.

Le atemorizaba dejar todo en el pasado, pero había crecido. Ahora era una mujer joven.

Aún le quedaba demasiado por delante, su problema era seguir volteando hacia atrás.

No, ella no quería olvidar.

Y aunque yo no sea ella, me aterra percatarme de la rapidez con la que el tiempo ocurre.

Eventos por los que hemos esperado meses ya han pasado frente a nosotros desde hacía demasiado, los momentos que creímos eternos ahora permanecen en las memorias.

Y sé que pronto nos encontraremos en el mismo lugar que ella.

Simplemente yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora