Carlos se encontraba caminando a un paso acelerado. No podía con la presión de todo lo que Paula, su novia, bueno, mejor dicho, ex novia, le había dicho y hecho. ¿Todo lo que ellos habían tenido se trataba de un simple juego? ¿Cómo había podido Paula ser capaz de tener tan malos escrúpulos de jugar con él de esa manera? Carlos pensaba que todo aquello solo podía suceder en las películas, en las series o telenovelas. Pero nunca se imaginaba que pudiera pasar en la vida real, que le hubiera pasado a él.
Le entró tanta ansiedad que sentía la necesidad de fumar, por lo que sacó uno de los cigarrillos que tenía guardados en la cajetilla de tabaco que estaba dentro del bolsillo de su chaqueta. Acto seguido buscó en otro de los bolsillos un mechero. Colocó el pitillo entre sus labios y lo prendió dándole así la primera calada y poder aliviarse. No era sano para su salud, y mucho menos para sus pulmones. ¿Y? ¿Iba a darle algún beneficio el dejar de fumar justo después de haber sido humillado de ese modo? La respuesta estaba clara. No. Y por eso mismo, se estaba sintiendo más relajado al poner hacerlo mientras se dirigía al bajo donde se encontraban sus amigos.
Aquellos mismos amigos que había decidido tener como segunda opción ya que prefirió quedar con Paula. Ahora sabía perfectamente que aquella decisión no había sido para nada acertada. ¿Una noche con amigos o con tu pareja? Él debía de haber escogido a los amigos. Ese era otro error por el que se sentía todavía más culpable. Otra calada. Otro suspiro. Un intento de relajación.
El bajo en el que ellos estaban era el de Nicolás, y Carlos sabía a la perfección que tan pronto pusiera un pie en aquel lugar, sus amigos iban a empezar a hacer bromas por su tardanza. Bueno, aunque Carlos sabía que si Paula no lo hubiera dejado, él probablemente hubiera dejado tirado a sus amigos. No tenía intención en ir en un principio, pero ahora, ¿qué opción tenía? ¿Quedarse en casa a llorar? ¿Deambular por las calles sin un rumbo en concreto porque quizás las cuatro paredes de su habitación le recordaban demasiado a lo que hace apenas una hora había sucedido? Carlos tenía bastante claro que iba a darles una explicación a sus amigos, y disculparse por no haber sido más listo y escoger la opción amistad por encima de amor.
Antes de subir los dos primeros escalones, tira su pitillo a la calle y lo pisa para tratar de apagarlo del todo. Una vez en frente de la puerta, da un suspiro antes de tomar la decisión y llamar con un par de golpes. Mientras esperaba, no puede evitar escuchar la música que estaba sonando de fondo con un volumen bastante alto. Era buena, realmente la música que sonaba animaba el cuerpo y la mente a cualquiera. ¡Maldita sea! Cada vez se estaba arrepintiendo todavía más. Una buena noche que podía haber tenido con ellos. Tonto, más que tonto. Tonto y humillado. Por una una mujer. Por una absurda mujer que le mintió desde un principio. Que le usó como a un juguete, dentro de aquel estúpido juego. Ese maldito juego al que Paula no había dejado de nombrar como La Cadena. Estaba loca si creía que después de todo aquello, Carlos iba a hacerle algo parecido a otra chica.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando los ojos azules de Nicolás se abrieron de par en par al ver a Carlos al otro lado de la puerta. No esperaba verlo, eso estaba claro. Al menos no a las horas que eran.
— ¡Vaya! —exclamó cruzándose de brazos—. No me esperaba verte a estas horas de la madrugada. ¿Se te ha acabado la diversión?
— Lo siento —se disculpa mientras agachaba un poco su cabeza. Pero en ese mismo instante la vuelve a levantar para poder mirarle a los ojos a su amigo. No quería estar por más tiempo siendo un cobarde—. Y sí. Se ha acabado. Pero ahora para siempre. Hemos roto.
Sentencia. Así, sin filtros, sin rodeos. Para qué iba a tratar de entrar en detalles en ese tipo de situaciones. Cuando dos personas terminan su relación, a la gente simplemente le importa saber quién lo dejó, y el por qué se queda en segundo plano. Quizás interesa saber si la relación acabó a bien o a mal, pero en ningún momento el balance de los sentimientos que implica una acción como aquella pasan desapercibido. Pero Nicolás era su amigo, y sabía que Carlos no era de esas personas que aparecía con el rabo entre las piernas y mostrando arrepentimiento. Ahora él era el que se sentía mal. Se sentía mal por haber hecho aquel comentario. Su amigo lo estaba pasando mal, no había que ser un genio para darse cuenta de aquello.
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La Cadena.
Teen FictionUna tranquila noche Carlos Mancebo se da cuenta de que ha sido parte de un juego llamado "La Cadena". Las normas de este juego han provocado que cada persona que se encontraba dentro, tenía que hacer cosas que nunca creían ser capaces. Nerea Santoy...