Capítulo 10

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Al día siguiente Teresa y Néstor habían quedado temprano aquella mañana. Ella se encontraba bastante nerviosa, por eso cuando Néstor había aparcado el coche, ella había sido la primera en bajar de él. Se queda parada esperando a que él hiciera lo mismo y le pide que fuera más rápido. Néstor cierra la puerta del vehículo dándole al botón de la llave que estaba en una de sus manos.

— Vamos —le dice a Teresa mientras comenzaba a caminar por delante de ella.

El paso de Néstor era algo más rápido que el de Teresa por lo que en cuestión de segundos él ya se encontraba en frente de mi piso. Se sorprendió al ver que la puerta del portal estaba abierta, y eso tan solo facilitó a ambos para empezar a subir las escaleras corriendo hasta dar con el piso. Al ver que la puerta de mi piso estaba igual de abierta que la del portal, esto había alarmado a Néstor.

— Creo que hemos llegado tarde —susurra al saber que Teresa se encontraba respirando con cansancio detrás de él.

Le bastó tan solo un par de segundos más para recuperar el aliento para negar con su cabeza y entrar en el piso sin llamar antes. Sabía que yo no me iba a enfadar con ella por autoinvitarse de aquella forma. Nos conocíamos lo suficiente como saber cuando no era el momento para cordialidades.

— Nerea —me llama Teresa a la vez que asomaba la cabeza en mi dormitorio.

— ¡Oh, no! —comenta Néstor al presenciar la escena.

Sus ojos se abren como dos platos al ver como yo estaba sentada en el suelo apoyando mi espalda en el lateral de la cama. Estaba rodeada con una manta, como esperando que aquello me aliviara todo lo que estaba sintiendo. Teresa no espera a que yo pudiera decirle que se fuera, o hiciera algún gesto para invitarla a entrar. Ella lo hace de todos modos.

— ¿Qué ha pasado? —pregunta con preocupación.

— La Cadena... —es lo único que soy capaz de pronunciar entre tanto tartamudeo.

Mis ojos estaban llenos de lágrimas, les veía borroso, como si fueran parte de mi imaginación, aunque sabía que se encontraban ahí. Al haber dicho eso mi vista se detiene en Néstor, quien se gira sobre sí mismo dándonos la espalda y se lleva las manos a la cabeza agarrándose del pelo.

— Lo sabía —hace una pausa—. Es que lo sabía. ¡Maldita sea!

Pega un golpe contra la pared que hace que dé un pequeño salto del susto. Al ver cómo él había reaccionado no dudo en preguntarle qué estaba haciendo él ahí. Pero antes de que él pudiera volver a girarse para mirarme y darme una respuesta, es Teresa quien lo hace.

— Él me vino a ver. Me vino a avisar de que tenía un presentimiento de que te iba a pasar algo malo. Al principio no quise escucharle, pensé que era todo por lo de la ruptura; que estaba diciendo cosas sin sentido. Pero después me quedé pensando en todas sus palabras y quizás no estaba tan loco como aparentaba. Hemos quedado para ver como estabas, y simplemente, ya ves que hemos llegado demasiado tarde.

¡¿Qué era demasiado tarde?! Nunca había sido consciente de cómo un error podía notarse de forma tan intensa. Había entregado una parte importante de mí —como lo es mi cuerpo, mi vulnerabilidad— a un completo mentiroso. A Carlos, que me decía todas esas cosas simplemente para tener una noche de placer y luego decirme que había caído en el mismo juego en el que mis amigas se habían metido. Ese odio juego del que yo siempre quise estar apartada. Del que no quería ni oír en qué consistía. Había estado tan centrada en saber y descubrir qué era lo que sentía hacia Néstor, en tratar de no ver lo que estaba sucediendo a mi alrededor, que al final terminó por envolverme al completo. Como si fuera la peste. Como si por pensar que no oír o hablar de algo no me fuera a hacer efecto. No tomé las medidas necesarias para evitar contagiarme. Se había expandido y había vuelto a mí como un frisbee pero en vez de ser yo la persona que lo estaba lanzando, alguien me lo había lanzado a mí.

La Cadena.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora