Con la toalla alrededor de mi cuerpo no dudo en acercarme al reloj que estaba sobre mi mesilla de noche para poder comprobar cuánto tiempo me quedaba antes de la hora acordada con Carlos. No lograba entender por qué motivo me sentía nerviosa si todo esto era una cena para poder hablar sobre su hijo. Quizás, y aunque una parte de mi quisiera negarlo, mientras había enviado aquellos mensajes con él, sentí que los problemas parecían insignificantes. Era como si se hubieran esfumado y mi única preocupación fuera la de sentirse una adolescente hormonada. Sé que es estúpido sentirse así, pero era algo que no podía evitar.
Escucho como llaman a la puerta de mi habitación y al girarme sobre mis talones para poder comprobar de quién se trataba, Talía abre la puerta. Era mi compañera de piso, y la verdad es que nunca nos habíamos conocido antes. Ella venía de otra ciudad y había decidido probar a estudiar en nuestra ciudad porque su carrera tenía muy buen prestigio y también era una oportunidad perfecta para escaparse de casa de sus padres. Era un año mayor que yo, pero sin duda cuando la gente nos conocía, era yo la que aparentaba más edad. Talía tenía una cara de niña buena e inocente que sin duda le quitaba un par de años de encima. Tenía el cabello de un tono pelirrojo y por encima de los hombros. Cualquiera podría pensar que es la hermana mayor perdida de Ginny Weasley ya que aquel tono en el color del pelo era prácticamente igual. Pero sin duda, su cara dulce no era ni comparable con la de Talía, la mirada era definitivamente distinta a la de una Weasley. Con unos ojos azules y una piel bastante blanca, de esos tonos que ni en verano consiguen pasar del rojo cangrejo. Era más alta que yo, y todo lo que hacía le salía jodidamente bien. Pero era una buena compañera de piso, y no me arrepiento de haber decidido compartirlo con ella. Si todo sale bien incluso hasta podríamos seguir siendo compañeras el año que viene, por el momento no hemos tenido ningún conflicto. Somos bastante responsables en ese aspecto, y ni el ruido, ni los aspectos de limpieza fueron un problema para nosotras.
Ella estaba apunto de hablar, pero cuando su vista se posa en el desastre que era mi habitación, y como varios vestidos se encontraban sobre la cama enseguida supo entender que yo estaba apunto de irme.
— ¿Tienes una cita? —pregunta sorprendida alzando sus cejas.
— No es una cita —pronuncio con un suspiro agotador—. Simplemente voy a cenar con el padre de un niño al que le voy a dar clases particulares.
Talía se sienta sobre mi cama, y al echarle un vistazo a todo lo que había sobre esta agarra el conjunto que siempre me ponía para los encuentros con los padres de los alumnos. Un pantalón tailoring de color azul marino con un estampado de cuadros blancos, una camisa blanca sencilla, pero que puesta daba un aspecto más holgado y desenfadado, y una chaqueta americana del mismo estampado que el pantalón.
— Si es una cena de ese estilo, no sé porqué tanta preocupación por qué ponerte. Ya tienes un conjunto para esas ocasiones —comenta Talía mientras lo sujetaba con sus manos.
Al ver que Talía tenía en sus manos aquel conjunto, no dudo en acercarme a ella y quitárselo de las manos para meterlo en el armario rápidamente. Estaba descartado. Además aquel conjunto siempre lo suelo poner cuando se trata de quedadas al mediodía, o por la tarde. Nunca se me ocurriría llevar algo de ese estilo para una cena.
— No puedo llevar eso a una cena. Me parece más un conjunto para llevar al mediodía o por la tarde con un café. Y mucho menos me niego a llevarlo delante de un padre.
Automáticamente el recuerdo de la imagen de la foto de perfil de Carlos invade mi mente. Seguía todavía ilusa a la hora de pensar que una persona físicamente tan joven pudiera tener un padre de un niño de siete años. Me sonrojo inevitablemente y Talía es testigo de ello. Una sonrisa pícara se forma en su cara ya que se hace a una idea de por qué yo me encontraba tan nerviosa escogiendo qué llevar.
ESTÁS LEYENDO
La Cadena.
Teen FictionUna tranquila noche Carlos Mancebo se da cuenta de que ha sido parte de un juego llamado "La Cadena". Las normas de este juego han provocado que cada persona que se encontraba dentro, tenía que hacer cosas que nunca creían ser capaces. Nerea Santoy...