Capítulo 8

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Ya eran las diez de la noche y Teresa, después de un largo día en la biblioteca adelantando algunos trabajos que en menos de un mes tendría que entregarlos, aparca su coche justo al lado de su casa para al fin poder tomarse el descanso que creía que se merecía. Baja del coche y justo cuando estaba a punto de meter la llave en la ranura de la puerta, es consciente de que había otra persona observando sus movimiento. Se gira con rapidez, y se encuentra con Néstor, que estaba apoyado en su coche.

— ¿Néstor? —pregunta de forma mecánica y a la vez confusa.

— Teresa... —hace una pausa mientras su mirada era de seriedad—. Me gustaría poder hablar contigo.

Había otras ocasiones en las que Teresa había hablado con Néstor. Siempre fue desde el respeto y la máxima cordialidad ya que ambos me tenían como nexo. Se llevaban bien, pero por esa unión no porque pudieran quedar a solas para tener alguna que otra conversación. Por ese motivo, cuando Teresa escuchó el tono en el que Néstor había emitido aquellas palabras, no dudó en ofrecerle a entrar a su casa. Podría darle un café o quizás un té mientras él pudiera calmarse o tener más tiempo para pensar en por qué se encontraba enfrente de casa de ella. Néstor rechaza su propuesta. No tenía el más mínimo interés en entrar en algún lado.

— Prefiero hablar aquí. No te preocupes, no te robaré mucho tiempo. Es breve lo que quiero decirte —comenta él mientras se apartaba de su coche y se acercaba a la puerta.

Teresa quita las llaves que todavía estaban en la ranura de la puerta y se apoya contra esta para poder cruzarse de brazos.

— Tú me dirás —sentencia ella con un suspiro a la vez que le invitaba a empezar su conversación.

— ¿Por qué me odias? —pregunta directo. Sin contexto. Sin justificación. Esa era la duda que quería resolver primero.

— ¡¿Yo?!

Los ojos de Teresa se abren como dos platos al escuchar esa pregunta por parte de Néstor. No esperaba que Néstor le fuera con una pregunta que desvincula el nexo que los unía: es decir yo. Pero esa sorpresa pronto se fue disipando cuando Néstor le explica que ella y yo éramos las personas que más nos llevábamos entre nuestro grupo de amigas de la facultad.

— No entiendo porque estás a la defensiva conmigo. Sobretodo después de como me has tratado ayer en la facultad.

Al ver que Néstor solo trataba de entender la forma en la que Teresa se había dirigido ayer hacia él, no duda en dar un profundo suspiro. Ella no le odiaba, y no tuvo ningún reparo en ser lo primero que le hizo saber. Ella tampoco estaba a la defensiva con él, al menos no era su intención.

— Néstor, en ningún momento quise darte a entender eso. Lo siento si esa fue la impresión, pero tan solo quise defender a mi amiga por la forma en la que la estabas tratando. No puedes comportarte así, ni loco.

Néstor rueda sus ojos tratando de contener su hastío por esa respuesta. ¿Quién era acaso Teresa para darle lecciones a él?

— ¿Me vas a decir tú entonces como tengo que actuar con mi novia?

— ¡Ella no es nada tuyo! ¡Ya no lo es! —le contesta ella alzando el tono de su voz—. ¿Cuándo vas a comprenderlo? Habéis roto. Te ha dejado. Y cuánto más tiempo estés actuando de esta forma, más motivos le estás dando para confirmarle que el haber terminado contigo es lo mejor que pudo hacer.

Y quizás era la forma en la que Teresa le estaba explicando todo aquello por lo que Néstor había pensado que ella estaba a la defensiva con él. Ella sentía que no podía decir todo aquello de otro modo. Era la verdad. Era la cruda realidad y él tenía que dejar de actuar como un desesperado pensando que eso va a conseguir que yo cambie mi idea y volviera a sus brazos.

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