Capítulo 3

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La mirada de Néstor se encontraba posada en mi amiga Teresa, pero tras unos segundos su vista se dirige hacia mí. Parecía que estaba esperando una respuesta por mi parte. Quizás se imaginaba que yo iba a ponerme en contra de mi amiga y defenderlo a él, pero estaba equivocado. Al ver que yo no iba a ir por ese camino da un suspiro de fastidio.

— Ya veo que sobro en esta situación.

— Oh, vamos —ruedo mis ojos—. No te pongas como si fuera a terminarse el mundo.

Pero al pronunciar esa mano no duda en señalarme con su dedo índice:

— Tú has sido quién ha hecho que mi mundo se terminara. ¿Tan rápido lo olvidas?

— Eres un exagerado.

— Soy realista. Bien lo sabes, Nerea —ahora su vista se coloca nuevamente en Teresa, para poder dirigirse a ella—. Y muchas gracias por la interrupción. Ya veo que todas sois iguales.

Sabía que había perdido aquella batallo, ni Teresa ni yo íbamos a tratar de sentir una pizca por él. Si ello llegara a suceder sin duda iba a ser más complicado quitarse a Néstor de encima. Teresa sigue a Néstor con la mirada al ver que estaba yéndose, y no duda en mostrarle la lengua sin que él pudiera verlo. Acto seguido un susurro llamándole imbécil sale de su boca.

— Te has pasado —pronuncio tras escuchar el fuerte golpe de la puerta cerrándose—. Sabes que Néstor tiene toda la razón del mundo en actuar así.

— Vamos... Sabes que lo mejor que has podido hacer con tu vida es haberlo dejado con ese chico. No es el indicado para ti —me aconseja Teresa.

— Sabes que lo que haya sucedido entre Néstor y yo va a ser algo que queda entre nosotros. Lo que menos necesito es que vengas a interrumpir nuestra conversación.

Al ver la mirada de Teresa posada en mí, sin duda siento un poco de arrepentimiento al haber dicho todo aquello con un tono de voz borde. Ella al fin y al cabo había aparecido porque trataba de sacarme de un mal trago. Pero quizás no era consciente de que yo prefiero pasar por esa clase de situaciones, porque son situaciones en las que una persona da la cara y afronta los problemas. Era cierto, agradecía que se preocupara por mí, pero no necesitaba a una tercera persona involucrándose en mi vida cuando yo no lo he pedido.

— A veces me dejas completamente sorprendida al ver lo diferente que eres de todas nosotras.

— ¿Lo dices por el juego? —alzo mis cejas cuestionándola.

— No es solo por lo del juego de la cadena. Por más cosas...

En aquel momento me doy cuenta de que Teresa también estaba sintiéndose mal por aquella situación. Por ese motivo da unos pasos hacia adelante y me abraza para así conseguir apaciguarme.

— Deberías de haberlo aceptado... —comenta de golpe mientras todavía seguíamos abrazadas.

— ¿El qué? ¿Ese juego? —pregunto todavía bastante sorprendida por su comentario.

— Claro. No sé... —pronuncia dubitativa—. Es que actuar distinto a nosotras, por cosas como la de la cadena, a veces realmente me pregunto si nos aprecias como amigas.

Mis ojos se abren como platos al ver lo que Teresa me estaba diciendo. No daba crédito a que ella pudiera echarme en cara que no quisiera participar en aquel ridículo juego.

— ¿Tú te estás escuchando? —alzo un poco el tono de mi voz—. Tía, sabes de sobra que adoro todas vuestras locuras. Pero no lo de la cadena. No le veo sentido.

Y era así, ¿qué sentido tenía hacer daño a otras personas tan solo porque alguien con anterioridad te lo hizo a ti? ¿Qué mierda de cadena era aquella? Era estúpido, infantil y solo demuestra la maldad y el egoísmo que pueden tener las personas. Era cierto que casualmente desde que mi grupo de amigas empezaron a jugar a ese juego, yo todavía no había empezado mi relación con Néstor y estaba soltera al igual que ellas, no empecé con él por el juego. Aunque Néstor tuviera un montón de defectos que no había podido ver a primera vista, no tengo esa clase de escrúpulos de jugar con él. Una cosa era no conectar y apagarse la llama en una relación, otra muy distinta era engañar a una persona por el mero placer de venganza. Si era debido a todo aquello por lo que Teresa se estaba replanteando nuestra amistad y que por eso mismo yo era distinta a ellas, entonces sí, estaba en lo cierto.

La Cadena.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora