Capitulo 13

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Besar a ______ seguía haciéndole sentir lo mismo de siempre, pensó Nick. Era como intentar atrapar el fuego.
De sus labios salió un suave sonido que lo impulsó a tomarle el rostro entre las manos y besarla con más pasión. Sumergiéndose en su boca, saboreándola.
El fuego se extendió tan fácilmente como las llamas en la hierba seca. Sintió sus dedos adentrándose en su pelo. Mientras, él fue bajando las manos por su espalda, sintió su respiración acelerada, igual que los latidos de su corazón, que golpeaba contra esos pechos que se amoldaban con tanta perfección a sus manos. Podía sentir los pezones a través de la tela de punto del suéter que llevaba. Los apretó suavemente entre los dedos.
Ella gimió al tiempo que arqueaba la espalda y él comenzó a buscar el final de suéter para colar la mano por debajo.
Y maldecía aquel mostrador que los separaba.
Pero entonces ella apartó la cara de él.
-No, Nick, no podemos.
Nick se quedó inmóvil. Enseguida apartó las manos de ella y las dejó sobre el mostrador. Bajó la cabeza y murmuró:
-Lo siento. No debería haberlo hecho.
Pero lo cierto era que no lo sentía, nunca había lamentado desearla. Quizá ése fuera su gran error. O su maldición. Desear a la mujer que deseaba a su hermanastro.
A ______ le temblaban las piernas y apenas podía respirar por culpa de los golpes que el corazón le pegaba contra el pecho. No sabía qué decir. Ni qué hacer.
El cuerpo entero le pedía que saliera al otro lado del mostrador y se echara en sus brazos sin importarle dónde estaban o quién pudiera verlos.
Pero él lamentaba haberla besado.
No había cambiado de opinión.
-Creo que deberías irte -susurró ella.
Nick la miró durante un largo rato, después asintió bruscamente.
-Dile a Evan que lo llamaré esta noche antes de que se acueste -le dijo antes de salir por la puerta dejando la campana tintineando.
______ se quedó con la mirada borrosa por las lágrimas, escuchando el tintinear de la campanilla hasta que por fin pudo moverse y se fue al cuarto de atrás.
Y echó lo poco que había conseguido comer.
Después se lavó la cara y miró su pálida imagen en el espejo que había sobre el lavabo.
¿Qué demonios iba a hacer?
Ya no era una jovencita de dieciocho años sin recursos y, sin embargo, estaba de nuevo embarazada de un hombre que ya no la deseaba...

Eитяє ∂σs Hєямαиσs [Иιсĸ&Tύ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora