Un hombre castaño de ojos azules y mediana edad se sentó enfrente de él, al otro lado le la mesa. Una pequeña luz roja que se encontraba en la pared se encendió bruscamente y aquel hombre comenzó a decir en alto la fecha, mes, año, día y hora que eran. Por último, dijo su nombre y Aden nombró el suyo con apellidos incluidos. Habían dos luces fluorescentes en el techo que emitían una luz blanca. A través de un gran panel de cristal, Aden podía observar como caminaba la gente de la comisaría.
-Vale —suspiró—. Como has oído me llamo Ethan, tutéame. Hace unas semanas el individuo Edward Piley de cuarenta y un años de edad, cayó muerto al suelo despúes de agitarse fuertemente. La autopsia ha revelado que ha muerto a causa de envenenamiento —Confesó el detective impasible y sin darle importancia o matices al asunto—.
Aden trató de verse lo menos impactado o afectado posible a ojos de su interlocutor, el cual estaba pendiente de su reacción. Aden falló en el intentó. El detective sonrío vagamente y comentó:
-Me encanta hacer interrogatorios a los jóvenes, se ven tan lindos y sorprendidos... Como si fuera el mismo instante en el que le robas la piruleta a un niño.
Sonrió de oreja a oreja. Aden se quedó en silencio. El señor Ethan tomó algo de aire.
-¿Por qué le entregaste esa carta a Piley segundos antes de su muerte? —preguntó pronunciando mal el apellido.
-¿Qué tiene que ver la carta en esto?
-Obsérvalo tu mismo —Ethan sacó el sobre con la carta fuera de él, todo dentro de una bolsa transparente de plástico. Aden pudo leer lo que ponía y abrió los ojos de par en par. El señor, al ver la reacción de Aden, confirmó sus sospechas de que él no era el propietario de la carta.
-¿Quién te la dio?
-¿Eh?
-Que quién te dio la carta, digo.
-Yo... —en ese momento Aden recordó el momento en el que la mano de Crawford, envuelta en un guante, depositó la carta sobre la mesa de la cafetería con Elizabeth presente—. La encontré en el buzón. El sobre estaba dentro de otro algo más grande, que contenía una carta aparte que me pedía que le diese la carta a ese señor, me dijo que tal día, él se iba a encontrar allí, también me relató sus rasgos físicos, y que iba a ir con sudadera y pantalones. Explicaba que ese señor siempre iba vestido así, el autor de la carta decía que eran amigos —mintió Aden.
-Ya veo. ¿El señor Piley te contó si esperaba alguna carta?
-...No. No esperaba ninguna.
Ethan miró hacia abajo un momento y se dio cuenta de que el relato de aquel chico concordaba con el de la mujer que estaba posicionada detrás de Edward Piley en aquel lugar. La misma mujer que leyó la carta una vez en el suelo nada más el cuerpo cayese muerto. La señora relató que estaba segura de oír de la conversación entre el joven y Edward el hecho de que el mayor no esperaba ninguna carta. Lo cierto es que esa mujer era chismosa a más no poder.
-¿Y tú por qué decidiste entregar una carta de un personaje anónimo?
-...Lo siento. No sabía que iba a ocurrir esto.
-Eres muy ingenuo, chaval —Ethan esbozó una sonrisa—. No tenías mala intención. Por lo que veo eres diferente a la mayoría de los que son de tu edad.
-Vaya... yo...
-Era un halago.
De repente, alguien que parecía ser un policía tocó tres veces en el cristal, como si llamara a la puerta.
-Ya —respondió con un poco de irritación el detective. Se echó vulgarmente en el respaldo de la silla y apoyó la mejilla en su mano, la cual tenía cerrada—. Sé que eres menor de edad.
Echó una mirada rápida y seria al policía a través del cristal después de decir aquello.
-Le informaré esta tarde a tus padres de lo ocurrido —suspiró mientras extendía los brazos como quien se levanta por las mañanas—. Vaya, parece que este caso va a ser algo por lo que emocionarme.
-¿Puedo preguntar por qué lo dice? Digo..., ¿Por qué lo dices? —se corrigió recordando las palabras del detective sobre que le tutease.
-Vaya, que correctito eres —se rió un poco—. Quiero decir que este caso me va a resultar un poquito más difícil.
Para Ethan su trabajo era como divertirse con un juego.
-Acompañame, sesión cerrada —dijo amablemente el detective, Aden hizo caso, salieron de la sala de interrogatorio y le guió hasta la salida de la comisaría, el mayor abrió la puerta y observó que el día estaba nublado y frío, se puso el abrigo. Franqueó la puerta y después el joven hizo lo mismo—.
-Es la hora de comer, me voy a la cafetería, si quieres te acompaño hasta que los caminos se separen.
-Eh, gracias.
El mayor miró hacia las nubes y después dijo, decidido:
-No sé si será para bien o para mal, pero sé que nos volveremos a ver, de alguna manera.
Aden sonrió, comenzaron a andar y se alejaron del establecimiento. Por aquel entonces, ambos no sabían que Aden sería causante, algún día, de que el detective se enfrentase cara a cara con la muerte.
-¿Está seguro?
-Sí. Es una corazonada, y mis corazonadas nunca fallan.
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Beyond
Mystery / ThrillerLas acciones y las fechas transcurrían, y un día, aquel adolescente introvertido e inocente se percató de que que le estaban observando fijamente, le observaba un monstruo despiadado y sádico con los ojos inyectados en sangre. Un monstruo que había...