Capitulo 20°

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– Buenas tardes – dije seria y molesta, ambos voltearon a verme.


- Corazón, al fin llegas – exclamó Louis tomándome de la mano y me dio un beso en los labios ante la mirada atónita de la tipa que tuvo que moverse hacia atrás – mira, te presento a Aurea, una vieja amiga, Aurea, ella es Natalie, mi novia.

- Mucho gusto – dijo con una sonrisa fingida mientras me recorría con una mirada fulminante y yo estaba quizá más sorprendida que ella por la presentación.

– Igualmente – respondí en tono seco.

- Un placer verte Louis – enfatizó mirándolo y sonriéndole coquetamente – cuando quieras llámame, sabes dónde encontrarme – agregó dándole un beso en la mejilla.


Yo me quedé trabada, era el colmo de la desfachatez, poco le importo que Louis le dijera que yo era su novia y le coqueteó en mis narices, sentí como me hervía la sangre y di un paso al frente, pero Louis me detuvo parándose frente a mí.


– Natalie, no querrás hacer un escándalo en un lugar público.


- Que tipa tan descarada y tú como si nada dejándote que te besara – exclamé furiosa, si no podía desquitar mi coraje con ella, lo haría con él.


- Un beso en la mejilla no es besar,  Natalie– explicó sonriendo.

– Pero, los vi cuando llegué y su intensión no era precisamente dártelo en la mejilla.

– Me encanta cuando te pones celosa – dijo abrazándome y poniendo su frente en la mía – ¿en verdad pensaste que yo iba a permitir que eso sucediera?

– Pues, le sonreías muy animadamente – respondí con menos coraje porque su aliento estaba colándose por mi nariz.

- No es mi estilo portarme grosero y menos con las mujeres, sin embargo, iba a rechazarla sutilmente, claro que lo mejor fue que tú llegaste – aclaró acariciándome la mejilla con el dorso de su mano.

- Pero, te coqueteo descaradamente – repliqué en un tono más tranquilo.

– Y podría haberse desnudado y mi respuesta iba a ser la misma – tomó mi mentón con su mano y me miró directo a los ojos

– Natalie, hace mucho que dejé de estar con otras mujeres, grábate esto muy bien aquí – puso un dedo en mi sien – y aquí – lo puso en mi pecho a la altura del corazón – la única que me importa eres tú, a la única que quiero es a ti – me dio un beso en los labios – con la única que me interesa compartir mi cama es contigo – susurró en mi oído y me abrazo fuertemente.


Volvió a desarmarme por completo, no pude expresar palabra alguna, estaba por demás emocionada y a la vez avergonzada por haber pensando durante un segundo que me engañaba y sólo buscaba burlarse de mí, no cabía duda que los celos nublaban la razón y jamás los había sentido con tanta fuerza, ni siquiera con Julieta.


– Aunque, para serte sincero, me da gusto que esto haya pasado – exclamó y me di la vuelta para mirarlo – porque tus celos me demuestran cuanto me quieres.

– ¿Y todavía te atreves a dudarlo?

– No, pero me encanta confirmarlo – enfatizó y me dio otro beso.

– ¿De verdad no ibas a dejar que te besara?

– Por supuesto que no, te lo juro, entiendo tu desconfianza, pero si de algo debes estar segura es que jamás te engañaría, no tengo ninguna necesidad de hacerlo, ya vamos a comer, anda.

Ardiente TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora