Epílogo

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Epílogo

Su plan había salido acorde a lo previsto. Con Ileana acordaron que durante un año la visitaría para hacer más creíble todo. Aunque cabía admitir que eso la desesperaba. El lugar era cada vez más lúgubre y la paranoia hacía a su corazón latir más rápido. Su plan para escapar al fin sería ejecutado.

No tenía más que sus recuerdos y la alegría de saber que su pequeña era feliz lejos de ese mundo. Luz era, sin duda alguna, la mejor persona que ella pudo conocer jamás. Amó convencer a todos con su historia.

—Hola Jean —saludó ella.

—¿Ileana? —preguntó inseguro Jean.

—Soy Eileen. Necesito de tu ayuda —suplicó.

—Te escucho —él sacudió su jean azul y estiró su camisa polo blanco, dándole a entender que prosiguiera.

Ella suspiró.

—Me estoy haciendo pasar por Ileana. Ella se ha salido de control y ha matado a miles sin necesidad. Ando trabajando con un detective para acabar con ella. La rabia la mantiene ciega y ha explotado medio mundo —explicó.

—Ella es mi jefa —sentenció él.

—Ella ha mentido a medio mundo —gritó colérica—. No es quien crees, ella te matará. Eres el tercero en su lista. Cuando empiecen a morir tus compañeros me recordarás. Está paranoica —afirmó.

—Todo por culpa de Eliam —gruñó él.

—Eso es mentira. Ileana y Eliam nunca han sido pareja, yo soy la madre de Ellen, JJ —aseguró. Vio la consternación en los ojos de él y supo que lo tenía.

—Imposible —dijo en susurros.

—Es la verdad. Esa loca historia de amor, es mi historia de amor con Eliam. Yo me alejé para evitar que mi niña sufriera, yo fui quien recibió los maltratos de todos. Ella se ha escudado en mi dolor para dejar salir su ira pero ella miente siempre —continuó—. Hace años dejé que ella tomara mi vida y yo ahora tomaré la suya. Pero necesito tu ayuda, sin ti no podré arreglar este mundo.

Aquella sinceridad le hizo ganar un aliado y poco a poco fue construyendo su red de mentiras, una que le ayudó a salvar al mundo. Su nueva cara, su nuevo cuerpo era la recompensa que necesitaba para salir al mundo.

Más recuerdos llegaron a su mente siendo Eliam el protagonista.

—Ileana —susurró él.

—No me llames así, sabes que ella finge ser yo y yo finjo ser ella —sollozó.

—No puedo evitarlo, te conocí bajo ese nombre —suspiró Eliam.

—Lo sé, error de mi parte y sé que sabrás quien soy frente a ella.

Una enfermera entró y le dejó el desayuno sobre la mesa. La interrupción la sacó de sus pensamientos y ella sonrió.

—Jean —susurró escondida tras las sombras.

—¿Qué haces aquí? Ileana podría matarte —gruñó por lo bajo.

—Lo sé, me colé en su casa para avisarte que es hora de poner el plan en marcha. Ella querrá reunirnos en familia —dijo haciendo énfasis y marcando las comillas con sus manos en familia—, y también querrá que te lleves a Ellen a la casa esa, pero huirás con Luz a otra parte. Ve al pueblo de donde escapé y al mes huye fuera del país —suplicó.

—¿Qué harás tú? Ella te matará —le afirmó.

—Estoy dispuesta a morir —dijo con tristeza.

—Pe-pero estás embarazada —alegó él.

—Sí, tal vez me deje tener al niño pero haré que Eliam se haga cargo de él, haré que ella confíe en él y se lo lleve —respondió temerosa.

—No puedo solo confiar en él, Eileen —suspiró JJ.

—Lo sé, por eso lo buscarás y llevarás con Ellen. Entre ustedes dos y Luz, sé que mis hijos estarán bien cuidados. Por favor, Jean —suplicó.

—Está bien —aceptó negando con la cabeza.

Jean era estúpido. Aunque la realidad era que el amor lo había cegado. Ileana había tenido al bebé y lo estaba criando con Eliam. Ambas sabían el paradero de su familia, pero un heredero era mejor que una niña en ese mundo.

—No has comido nada —escuchó decir a su enfermera. Ella volteó a verla y le sonrió—. Debes comer para poder irte hoy con las energías suficientes —continuó.

—Tengo los nervios en el estómago —comunicó.

—Lo imagino pero todo saldrá bien —vio la cálida sonrisa de su amiga y decidió comer. Quería sacársela de encima.

Suspiró y cerró sus ojos para evitar seguir pensando.

—Eileen —escuchó que la llamaban. Ella elevó la mirada y comprendió que era hora de huir del inhóspito lugar.

Escribió una nota rápida para su hermana y salió de su habitación. Subió a una camioneta blanca y sintió su libertad. A mitad del camino, una camioneta negra pasó con rapidez a su lado y sonrió. Minutos que se sintieron horas, su amiga se estacionó a un lado. Un viejo amigo la recibió en brazos y se la llevó.

—Te extrañé —le susurró en el oído. Ella sonrió. Tal vez no era el amor de su vida, pero siempre tendría a Henri de su lado—. Tendrás una nueva vida, Eileen. Ya lo verás —ella cerró sus ojos y se marchó en busca de una nueva vida.

Ileana llegó al hospital. Era obvio que sabía que no encontraría a su hermana, pero ese era parte del plan. Ahora podía regresar con Eliam y vivir a plenitud. Claro, seguiría controlando al país y educaría a su hijo para que algún día tomara posesión del mismo.

Huí para ser feliz, hasta nunca hermanita... Eileen.

—Eres una completa zorra —se carcajeó y salió deallí sabiendo que nunca más pisaría ese lugar.   

****

Fin.

Agradecimientos.

Le doy gracias a Dios por este don, primeramente.  A mis padres por su educación y a ustedes por haberme leído y ser partícipes en esta meta.

Les invito a leer Alitheia. Pronto la actualizaré, pues como ven, ya edité por completo a Indomable, ahora llamada... Orquídea de plata: el beso mortal.

Saludos. Nos leemos pronto.

ORQUÍDEA DE PLATA: El beso mortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora