Capítulo 16

267 16 1
                                    

Capítulo 16

—¿Qué? —susurró colérica Ileana. Pero no escuchó más, habían cortado la llamada y quedó con la intriga. Quería tener más información, estaba contra el reloj y aunque había decidido no saltar las reglas, era otra la realidad y debía salvar al padre de su pequeña hija.

«Quieren matar a Eliam»

Le escribió a Henri. Caminó de un lado a otro esperando la respuesta.

«No debes saltar las reglas»

Leyó con furia la respuesta de H.

«¿Quieres que lo deje morir?»

«Hay más en juego, Ileana»

«Eileen desea matarlo, no permitiré que eso ocurra»

«¿Y qué harás? ¿Matarás a tu hermana?»

Ileana decidió no responder de inmediato y pensar claramente esa decisión. Se encontraba en una disyuntiva. No odiaba del todo a su hermana y no quería su muerte pero al parecer Eileen quería erradicar todo paso de Ileana en el mundo.

«Si su muerte es necesaria, entonces ¡sí!»

Respondió segura y tiró su celular al mueble más cercano. Sabía que Henri trataría de evitar esa acción pero lo tenía sin cuidado. Eileen no era ni la sombra de lo que había sido en la niñez y ella no comprendía del todo el cambio. Ella había aceptado todo a cambio de que dejaran en paz a su gemela y al parecer, no valió la pena sufrir por otros.

Decidió que la mejor manera de calmar su fuego interno y evitar una masacre era haciendo box, fue hacia su armario y sacó un short negro de rayas blancas y grises a los lados, en conjunto con su top de ejercicio del mismo color y similares rayas; tomó su par de boxeadoras y sus guantes con el mismo color y diseño. Desnudó su cuerpo y entró a la ducha, tomó un corto baño, salió y vistió con lo ya preseleccionado. Decidió dejar su melena rubia suelta y bajó con rapidez al área de gimnasio. Corrió a todos los presentes y tomó un saco simulando que era su enemigo.

Su cuerpo pedía descanso y goterones de sudor demostraban la temperatura elevada el mismo. Un rock pesado retumbaba en sus oídos pero le parecía poco con la velocidad con la que su mente viajaba. Veía a sus demonios de frente y odiaba no poder tocarlos y vencerlos como quería. Su respiración era pesada, molesta y gruñía por inercia.

—¡Rayos! Al fin te encuentro —interrumpieron su entrenamiento.

—¡Lárgate! —gritó molesta.

—No, vine para que conversemos —ella rió y él frunció el ceño.

—No quiero hablar, ando en modo asesina —respondió fría.

—Ileana esta situación debe acabar —ella siguió golpeando el saco. Si notó un cierto enojo en la voz de él pero le parecía absurdo que estuviese molesto considerando que ella estaba encerrada y no matando a diestra y siniestra fuera de la cueva.

—Solo descargo mi ira, Joel. Creo que la mejor manera de no salir y matar a mi amada hermana es esta —respondió fría.

—No puedes simplemente matarla —dijo seguro.

—¿Quién dijo que no? —resopló.

—¿Podrías dejar de golpear el maldito saco y quedarte quieta? —gruñó y luego permaneció en silencio al ver su error. No esperaba la mejor disposición de ella y se vio muerto.

—No —siguió golpeando. Él suspiró y ella lo vio sentarse en el piso.

—No eres la única desesperada por matarlo —él le dijo—. Quiero tenerlo en mis manos y acabar lentamente con su vida —ella sabía a quién se refería pero aunque deseaba matar al imbécil de Miguel, de su mente su hermana no salía.

ORQUÍDEA DE PLATA: El beso mortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora