6. Lo que me faltaba!.

14 0 0
                                    

Cuando reaccione era ya muy tarde, la pelota ya había impacatado mi pálido rostro y lo había dejado rojo, no sólo por el golpe sino también por que mi corazón latía más fuerte, ocasionando que la sangre se agolpara rápido en el causando también rubor.

-¡Bolita Porfavor!- era un niño de 13 años aproximadamente, quien me gritaba y movía la mano del un  lado a otro para captar aún más mi atención.

Yo, aún con vergüenza y enojo me pare de la banca en la que me encontraba, relajé mis gestos y dije;

-si ahorita te la paso-

Para que después con un lento y bien planeado acto seguido, pateara la pelota lo más lejos que mi pierna pudiera y le sonreí al mocoso.

Ya era el colmo.

Me di media vuelta y me dispuse a ir hacia mi departamento.

-¡Vieja amargada¡- gritó a todo pulmón el chiquillo irrespetuoso con una mano en el aire refrescandomela, enseguida sabía que ya estaba en mi límite, las sienes de mi frente estaban a punto de ser marcadas con venas.

Si.

Ya estaba en mi límite.

De pronto y sin pensar mucho decidí encararmele, volví a voltear y me acerque a él de forma amenazante, como en las películas de miedo.

El niño ni se inmutó, pero los demás retrocedieron con suavidad y muy lentamente.

Cuando estaba a punto de soltar todo el veneno que llevaba adentro y escupirlo al mocoso, un muchacho de mediana altura se interpuso con un rápido movimiento.

¿de donde llegó?, pues quien sabe.

-Wow Wow Wow espere un momento- yo aún con el rostro paralizado, anteponiendo una expresión de enojo y color rojo fuego lo miré.

Con el seño fruncido le sostuve la mirada haciendo que este tragara saliva, provocando que su manzana se movíera de arriba hacia abajo nerviosa.

-Di.. Disculpe a Santiago, es un buen chico, es solo que a veces se porta como todo un tonto-

El niño se volvió hacia el - ¡Marcus, dejame solucionarlo por mi propia cuenta!, se ve que esta señora quiere ver correr sangre.- Dijo vivasmente el atolondrado pre-adolescente golpeando su puño contra la palma de su mano.

-¡oye mocoso! ¡¿como que señora!?, ¡soy señorita!- dije Mientras movía mi puño de un lado a otro golpeando el aire.

Los demás niños comenzarón a lanzar risillas, no dude en voltear y  fulminarlos con la mirada, inquietos comenzaron a golpearse el pecho y finjir que estaban tosiendo.

El chico jalo del brazo al niño, haciendo que este le mirara a los ojos.

-Santiago deja de decir tontería y media, pide disculpas a la señora- dijo el muchacho, de nuevo lo mire e hice un gesto que hizo que de nueva cuenta este quebrara la voz.

-Digo, digo se.. Señorita-el chiquitillo pelinaranja con pecas solo me volteó a ver de reojo, sacó la lengua, se safó del brazo de su hermano y se dispuso a correr hacia otro lugar.

-¡Me las vas a pagar mocoso!- salí corriendo hacia el, olvidé por completo que tenía zapatillas, y que por supuesto no tenía la edad para comportarme como una niña inmadura.

Mientras que por detrás su hermano también pelinaranja corría hacia mi gritando; -¡¡¡espere no le aga daño!!!!!-.

Debí de haber dejado de correr, ya que por lo torpe que soy era claro que podía caer y lastimarme, inclusive podía suceder algo peor.

Pero no. Seguí corriendo detrás del niño como vaca loca.

Cegada por la sed de venganza no alcanze a esquivar un oyo y caí al suelo de sopetón, ¡PAM!, fue lo último que se alcanzó a escuchar después de que la zanahoria mayor se detuviera a hacer una pregunta obvia, -¿te caíste?...

CAMILA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora