2. ¿Que se le va a hacer?.

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Dedicado a: JGVDD05

-El panzón se retraso porque le envíe un mensaje- dijo la rubia ceniza, con mirada segura de si misma, cruzando los brazos.

-Tiene que ir a ver a su hijo, ahora es su turno

Si. En efecto, ella era la esposa de mi fastidioso jefe. Por cosas del destino lo conoció a él en una fiesta de la empresa o... más bien, por cosa mía ya que yo la invite.

Ambos se agradaron y ahora están juntos como pareja.

Claro, a Sara no le importó haber roto un matrimonio de cinco años (muy disfuncional, por cierto) y como la visualizo, creo pensar que no siente ni un poco de culpa ya que siempre dice, y lo cito: "yo fui quien salvo a mi Enriquin (como lo llama) del ser infeliz con su esposa".
Y al decir su esposa, se refiere a la señora Stanford, dama respetada por la sociedad con una belleza y ojos que dejarían helados a muchos.

Pero cuando Sara se propone algo lo cumple y pues yo en sus asuntos no me meto...

Siguiendo con la historia, Sara se acercó flojamente al escritorio, con la mirada puesta en mi.

-Hola Sara... Buenos dias- mi rostro mostró nerviosismo y sorpresa.

Conociendo como es, era  seguro que me pidiera algo a cambio del improvisado favor que ella me hizo.

Deciso el cruce que había en sus brazos y colocó en el viejo escritorio sus dos manos perfectas.

-Tu mirada me lo dice todo, supongo que ya sabes que te pediré un pequeño favor, o... ¿No?- su boca carmesí sonrió ladeada.

Estoy de acuerdo en que mis gestos son fáciles de descifrar, pero nadie más que Sara me analiza mejor.

Entonces después de unos interminables segundos de frío contacto visual se apartó de mi lugar de trabajo (el escriorio).

-¡Bueno! Entonces paso por ti después de las 9 en punto. Ni un minuto menos ni uno más

Su rostro se iluminó y enseguida salió victoriosa de la oficina.

Me quede por unos instantes en shock y luego desperté - ¡Oye, Sara! Espera ¿de que favor hablamos? dije mientras me levantaba rápidamente de la silla hacía la puerta, con el rostro incrédulo.

Solo alcancé a ver una figura esbelta, con un vestido elegante plateado, zapatillas de aguja con suela roja y un brillante pelo rubio cenizo entrando al elevador. Ignorandome por completo.

CAMILA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora