13.-Esperanza

3 1 0
                                    

Fue entonces que la imagen se tornó obscura... Hasta que pasados unos segundos todo cambió, la cabeza me daba vueltas y una luz latente entraba por mi retina lastimando mis orbes caramelo, naturalmente con ambas manos froté la zona afectada  logrando hací disminuir el dolor... No lograba cachar en que lugar estaba hasta que escuché una voz...

-Hey, camila...

-¿Qué?, ¿donde estoy?.

-Estas en un mejor lugaaar, Caaamiiila...

-¿Dios?, ¿e-eres tu?, ¿ya he muerto?

-Siii... Camila soy dios, ahora arrodillate ante mi, pide clemencia y el perdón por tus pecados, has sido un mujer muuuy mala...

-¿una mujer muy m-mala?... ¿Qué?.

-Si una muy mala... ¡Ahora reflexiona tus malos actooos, o te irás al purgatorio!, ¡donde las almas no tienen el perdón y viven condenadas por toda la eternidad!

-¿M-malos actos? ¿Pu-purgatorio?, ¿qué ?, ¡no Porfavor!, ¡al purgatorio no!...

Ya había salido de un mal sueño y ahora me decían que podía ir al... ¿infierno?, ¿que clase de dimensión desconocida es está?.

-Camila... Los minutos están corriendo.

-Si espera y-ya v-voy... Haber, haber malos actos... Malos actos... ¡Ya se!, e-es por lo del gato...  ¿verdad? Yo no lo tire de la ventana fue el Paco, por e-está que lo juro... ¡Porfavor no me mandes a ese lugar!, dicen que hace mucho calor y pues... Yo con el calor no me meto.

-Camila...

-¿S-si?

-Talves halla una oportunidad... ahora que pides por tu perdón, te daré una solución...

-¿S-si? ¡Ohhh! Gracias señor, ¿que tengo que hacer?

-¡Tienes que regalarle muchos chocolates a Sara y de los más caros!, si no lo cumples, no hay perdón y te irás al purgatorio... ¡Para Toda la eternidad!.

-¿¡Enserio?!, ¿¡Es una broma!?

Y fue entonces que desperté, estaba en una sala blanca, recostada en una camilla, Sara estaba a mi lado susurrandome cosas al oído durante toda o casi toda mi inconsciencia. Ella había narrado mi sueño... O al menos la última parte.

Condenada vieja, hasta me hizo sudar.

-¡SARA!

-valla, valla... Hasta qué te dignas en despertar.

-¡Uiiii!-solté un rebusno para la rubia ceniza, quien en esos instantes trataba de contener la risa, mientras me frotaba la cara.

-Ya bajale, fue una pequeñita broma.

-Respira ondo, camila... exhala- me repetía en voz alta, para calmar mis ya alborotandos nervios mientras que Sara desconponia su posición y se colocaba aún lado de mi.

-bueno, ¿y tu que haces aquí?

La rubia ceniza, me observó ahora más tranquila -¿ya te sientes mejor?.

-Si, ya mejor... ¿D-dónde estamos?- decía yo con cautela y confusión, mientras me levantaba de la camilla apoyándome con el antebrazo, ella por lo tanto se colocaba de brazos cruzados para responderme.

-Para empezár, te estuve marca y marca para saber como hiva tu cita hasta que después de ya marcadas unas mil millones de veces me contestaron, para mi sorpresa quien respondió no eras tú, sino más bien un tipo de muy linda voz que me preguntó si era algún familiar o algo por el estilo, ya que se te ocurrió desmayarte en plena vía pública junto con una mujer mal herida haci que le dije que sí, me dio la dirección de este lugar y me pidió amablemente que viniera a verte, hací que... Boba estás en el hospital por haber ayudado a una anciana.

Después de su larga explicación,
Intenté sentarme incomodamente, hasta que pude sentir un ligero jalón proveniente del pulso en mi mano derecha, dirijí mi atención desconcertada hacia aquella zona y descubrí que tenía el tubo de un suero implantado en una de mis venas.

- Sara... Me refiero a que hospital... oye, espera... Dios... ¡D-dios!, ¡joder!, ¿desde hace cuánto tiempo ha e-estado está cosa en m-mi brazo?.

Sara haciendo caso de mi primer interrogante, prosiguió sin inmutarse...

-Estamos en el Santa Maria, tienes suerte de que te ayan traído aquí... ¡Los médicos están...!-  Antes de terminar, como su naturaleza le marcaba a la ceniza mujer, se mordió ligeramente el labio inferior con un toque de calentura después de ver el trasero de un enfermero que pasaba justo enfrente.

-¡Bien dotados!.

Mientras tanto yo tocaba mi brazo con miedo, en mi vida me habían puesto un suero, era algo de lo que me sentía orgullosa pero ahora ese ciclo se había roto.

-Se siente frío...

Sara dejó de mirar al chico para observarme a mi con un rostro tierno.

-Camila... En ocasiones siento que te comportas como una niña, los paramedicos tardaron un tiempo tratando de reanimarte. Como cualquier desmayado lucias pálida y casi sin vida, por ello y porque tu estómago rujía, llegaron a la conclusión de que aparte de la presión que sufriste, otro factor que produjo tu desvanecimiento fue que no comiste nada en todo el día o por lo menos en un buen lapso de tiempo, es por ello que tienes puesto un suero.

Omitiendo su explicación, seguí el acto sin hacerle caso, concentrado mi atención y perdiendo mi vista en algún punto lejano, hasta que un poco más preocupada Sara tomó mi hombro.

-Camila, ¿te sientes bien?

Paré en seco y recobré la realidad.

-¿como se encuentra la señora?.

La rubia ceniza se deciso del peso que tenía su mano en mi hombro y se apartó un poco, su rostro produjo un gesto abrumador que en cuestión de segundos me produjo malestar.

-Sara, ¿como se encuentra ella?, ¡responde!

Capté su atención tomándola de los hombros y mirándola directamente a los ojos, esto olía muy mal.

Luego de unos segundos interminables ella reaccióno y me devolvío el gesto, lo más probable es que halla estado buscando las palabras correctas para explicarme lo que sucedía.

-Camila... No te alarmes, ella está en el quirofano aún, su salud es estable, la sometieron a operación.

-¿ha operación?, ¿fue tan grave?.

-No es tan mortal, es solo que una parte de la navaja se quedó incrustada en su interior y la intervención quirúrgica es necesaria...

-¿Qué no es tan grave?, Sara... Ella está en quirofano- terminaba de decir con angustia mientras apoyaba mi cabeza en su pecho, la culpa comenzaba a hervir mi sangre.

-Camila, no tienes porque ponerte haci, que ella este en ese estado no es tu culpa- Sara trataba de tranquilizarme en vano, pero yo comenzaba a cerrar mis oídos.

-Sara... ¿Y si fue mi culpa?, yo saqué la navaja, puede que lo aya echo mal y que ahora ella no pueda tener tantas posibilidades de sobrevivir...

Durante todo el día me la había pasado llorando, no podría decír que está fue la excepción... Porque no lo fue, unas lágrimas traviesas comenzaban a surcar mi rostro, de nuevo entraba a una pesadilla, Sara sabía por lo que estaba pasando haci que muda me abrazó sin más.

De pronto una voz familiar retumbó en el espacio:

-Camila... No. No llores, de no ser por ti esa mujer podría haber muerto, fuiste valiente en ir a su auxilio.

Las palabras eran dulces, parecían provenientes de un chico, Sara volteó rápidamente, mientras que yo de manera dramática dirijía mi atención hacia el lugar de donde procedía esa amable voz...

CAMILA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora