12.-Fantasías

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Y luego... De un momento a otro, mi conciencia se transportó a un nostálgico lugar, me encontraba jugando en el patio trasero de la vieja casa que compartía con mis padres antes de mudarme.

El sol era hermoso, los árboles se movían al compás del aire, el pasto era bello y trasparente dándole un contraste verdoso claro, que me encantaba.... Un bello paisaje que  traspasaba los límites de la realidad.

Con inosencia yo me encontraba mirando hacia mis juguetes sosteniendo un pequeño espejo en el cual pude ver reflejada, una niña de por lo menos 8 años de edad, de alguna manera esto no me pareció raro ya que estaba sometida bajo una relajante paz.

Una felicidad inmensa cubría mis sentidos cuando de pronto sentí una presencia acercándose, era mi padre quien en un acto rápido, me cargó por la espalda provocando en mi estómago un pequeño hilo de cosquillas.

Me halzó tan alto que sentí que podía tocar el cielo, tal y como fue hace tantos años, comenzé a reír y el también, cuándo me bajó tomó una flor silvestre y la colocó cuidadosamente en mi enredado pelo.

En su rostro podía observar una amplia sonrisa y acompañando a las comisuras de sus ojos, unas pequeñas arrugas producto de su felicidad, de igual manera yo sonreí sosteniendo con mis pequeñas manos la suya, oprimiendola contra mi sonrojado rostro...

No necesitaba otra cosa más en esos instantes, nada más me podría haber echo sonreír como en aquella cituación... Pero... Todo tiene un fin;

Poco me duro el gusto, ya que en cuestión de instantes comenzó a alejarse, confundida tomé su mano en movimiento con la poca fuerza que me brindaban mis brazos  para que no se fuera, pero era inevitable, mi fortaleza muscular era casi nula.

Sin querer terminé por soltarlo completamente, poco a poco se hiva de mi alcance...

Intenté de todo pero mis piernas no me respondieron dejándome hací tirada en el suelo, podía sentir las incontenibles lágrimas agolpandose en mi mirada y por ende empañando mi visión.

La desesperación he impotencia que sentía en esos momentos era insoportable.

Con lo poco que podía percibir observé en la distancia que detrás de él, jalando su brazo se encontraba mi madrastra, lo había tomado de manera déspota para apartarlo de mi...  El paraíso en el que me encontraba sollozando se caía ha pedasos, poco... A poco... El paisaje se desvanecía junto con mi padre y... El perfecto cuadro de ensueño también... Los sueños son hací de extraños, ¿no?.

CAMILA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora