Capítulo II: Supuesto suicidio.

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Llegando a mi casa noté algo extraño. La puerta principal estaba abierta. Corrí muy preocupado creyendo que alguien podría haber entrado a robar, pero apenas llegue a la puerta, un aroma delicioso detectó mi olfato; alguien estaba cocinando. Al entrar, vi que había un par de zapatos tirados en el suelo, estos pertenecían a John.

Todo indicaba la llegada de mi madre, y efectivamente fue así.

— ¡Hola, ! ¿Qué tal tu viaje? —saludé. Estaba muy feliz por su llegada.

— Hola, hijo. Hace rato terminé de preparar el almuerzo. Tu comida está en el microondas —indicó—. El viaje estuvo bien, pero hubiera sido mucho mejor si hubieses venido con nosotros.

— Ahora que lo pienso... me arrepiento de no haber ido, será para la próxima —respondí muy apenado, tal vez si me hubiese marchado con ellos no me habría afectado tanto la situación de la institución.

— Almuerza, tu hermano debe estar por llegar; se quedó en casa de un compañero —dijo mientras se lavaba las manos; había terminado de comer.

— Qué raro, él muy pocas veces va a casa de sus amigos —respondí—. Si es que tiene alguno...

— Bueno, no sé. Estoy muy cansada e iré a dormir —dijo y, consecuente a esto, comenzó a bostezar y se marchó a su alcoba.

En el momento en que se fue mi madre, agarré la comida que estaba dentro del microondas, la calenté y me la serví. Cuando iba a dar el primer bocado de tan exquisito almuerzo, llegó mi hermano.

— ¿Con que por fin llegas? —pregunté irónicamente—. Mamá se canso de tanto esperar y se fue a dormir.

— Pues da igual, ya estoy aquí —responde con un tono de rebeldía.

— ¿Cuándo dejarás de ser tan inmaduro? —cuestioné.

— Cuando por fin te vayas de la casa Kyle, no te soporto la verdad —dijo, mientras lanzaba sus cosas a su alrededor.

— ¡Vaya, John! Cada día vas de mal en peor —exclamé furioso por su forma de actuar—, papá estaría decepcionado de ti.

— ¡Tú no tienes idea de nada! —bramó, seguido de eso tiró un par de sillas y se dirigió a su cuarto.

En ese entonces tenía que aceptar sus arrebatos, no podía hacer nada. No quería que en alguna de nuestras discusiones intentara irse de la casa, ya que lastimaría bastante a mi madre.

Al terminar de comer, fui a mi habitación para descansar un rato. Traté de dormir pero no podía dejar de pensar en el asesinato del señor George.

Debido a mi falta de sueño, agarré el control del televisor y lo encendí para ver alguna película o una serie; tratando de desviar mi atención al suceso. Mientras cambiaba los canales uno a uno, algo me llamo la atención en un canal de noticias. Según narraban los periodistas una adolescente, hace apenas minutos atrás, se quitó la vida lanzándose de un edificio de más de veinte pisos. Me pareció muy interesante la noticia hasta que dijeron el nombre de la víctima. Jessica Thompson.

Al escuchar ese nombre, entré en shock por varios segundos. Me quedé en silencio por varios minutos pensando el por qué lo hizo. Sentí un dolor de cabeza inmediato, el cual era tan lacerante que no podía soportarlo.

La muerte de Jessica desde el principio me pareció muy ilógica, ya que ella en la mañana se encontraba muy alborozada y radiante como para hacer algo así. No se podía creer.

Llamé a Sophie para saber si estaba enterada del suceso, y no respondía. Intenté varias veces más y seguía sin responder.

Comencé a angustiarme, me vestí y salí de mi casa corriendo a detener un taxi para que me llevara a su residencia. Mientras me trasladaba, me sentía demasiado intranquilo e impaciente. Tuve temor de que a Sophie le hubiese pasado algo. En el momento en el que llegué, noté que las luces de su casa estaban todas apagadas. Me bajé del taxi, le pagué, y me precipité a golpear varias veces la puerta principal.

Después de estar más de una hora afuera de su casa, que obviamente estaba sola, Sophie me llama al celular.

— ¡Kyle! ¡¿Por qué tengo tantas llamadas perdidas en el celular?! —exclamó Sophie con voz muy baja, casi murmurando.

— ¡¿Sophie, donde estás?! —pregunté casi gritando, estaba muy alterado.

— Estoy con mis padres en el cine... —respondió susurrando—. No puedo seguir hablando, adiós.

— ¡Espe... —y solo quedó el molestó sonido del corte de llamada.

Al parecer, ella no se había enterado aún de la muerte de Jessica. Me aliviaba saber que estaba bien y que se encontraba con sus padres, así que paré otro taxi y me fui a casa.

En todo el camino no dejé de pensar ni en un instante en Jessica, su alegría esa mañana me había dejado marcado, aunque no era muy amiga mía, sentí mucho dolor por su pérdida.

Cuando llegué al frente de mi casa y estaba a punto de abrir la puerta, noté que había hojas alborotadas en el suelo, algo estaba entre los arbustos.

En la entrada de mi casa había varias plantas y flores plantadas por mi padre, cuando en ese entonces él aún vivía.

Mientras veía los arbustos, noté algo extraño en uno de ellos. Entre sus ramas, se encontraba un papel arrugado que me llamó mucho la atención. Era obvio que alguien la puso allí para que yo o alguno de mis familiares lo viera.

Me agaché para tratar de alcanzarlo, lo cual era bastante complicado ya que estaba muy adentrado entre las ramas, y para empeorar la situación, cada rama tenía pequeñas espinas que me aruñaban la piel a medida que estiraba mi brazo para agarrar aquél papel.

El dolor que sentía fue demasiado insoportable, varias espinas se enterraban en mi piel y algunas ramas lograron hacerme cortes pequeños.

Cuando estaba a punto de rendirme pude, por fin, agarrar el papel. Seguido de eso, saqué de los arbustos mi brazo lo más rápido posible.

Guardé el papel en uno de los bolsillos y decidí entrar rápido a la casa para tratarme el brazo, si no lo hacía, podría pescar una infección.

En el momento en que abrí y seguidamente cerré la puerta, mi mamá sale de su alcoba bastante preocupada.

— Kyle... ¿Qué te pasó? ¿Por qué llegas a esta hora? —preguntó, luego de eso se fijó en mi brazo y se horrorizó como cualquier madre preocupada lo haría—. ¡¿Cómo te pasó eso?!

— Mamá... estaba en casa de Sophie —respondí mientras mi mamá agarraba mi brazo y lo observaba—. Cuando llegué para acá me resbalé y caí sobre uno de los arbustos. Me hice algunos rasguños...

— Deberías de tener más cuidado... —me reprendió.

Me soltó el brazo y rápidamente fue a buscar alcohol y vendas en un botiquín. Cuando terminó de tratarme las heridas me besó en la mejilla y se fue a dormir. Al cerrarse la puerta de la habitación de mamá, casi instantáneamente salió John de su habitación.

Estaba muy bien arreglado. Tenía gel en el cabello, llevaba puesta una chaqueta de cuero negra, unos jean bastante ajustados y unas botas de color marrón oscuro.

— ¿A dónde crees que vas a estas horas? —pregunté—, ¿estabas esperando que mamá se fuera a dormir?

— No es problema tuyo —respondió alzando la voz, pero no tanto como para que se escuchara en la habitación de mi madre—. Llegaré antes de las cinco.

— No vas a ir a ninguna parte o le digo a mamá —le advertí, mientras me ponía en medio de la puerta—. Apenas tienes quince años, no puedes tener este tipo de salidas nocturnas

— No sabía que tenía dos madres —expresó con mofa—. No puedes hacer el rol de padre Kyle, no te queda. Además, yo hago con mi vida lo que me dé la gana, así que hazme un favor y apártate —dijo dirigiéndose a mí y dándome un empujón fuerte para quitarme del medio.

La rabia que tenía en ese momento era descomunal, no quise enfrentarlo a la fuerza y darle varios golpes por miedo a que mi madre se despertara y nos vea peleando. No me gusta hacerla sentir mal, ya ha pasado por mucho desde la muerte de mi padre.

Después de que John se fuera, recordé el papel arrugado que estaba guardado en mi pantalón. Entré a mi habitación, cerré la puerta y saqué el papel del bolsillo.

Empecé a desarrugarlo y plegarlo encima de mi cama. El contenido de aquél papel no se borraría de mi mente jamás.

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