Capítulo 11.

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  Mis rutinas habían cambiado en las últimas semanas, pero eso no era malo. Despertaba con una sonrisa en el rostro cada día esperando a que el reloj diera las tres para correr al teatro después de la escuela. Y entre trabajos, ensayos, y mucho sudor, podía encontrarme con Ian. Derretirme ante sus ojos profundos y absorbentes, desesperados por consumir mi alma cada día un poco más; Y yo, cada día más consumida, danzar hacia sus brazos dejando a su hambriento ser alimentarse de mí. ¿Estaba enamorada? No, eso era imposible, él era sólo una aventura para tener algo qué recordar cuándo vieja. 

 Bajé por las escaleras hacia la cocina, dónde mamá y papá desayunaban. 

  ─Buenos días ─Dije con una sonrisa. 

 Tomé la tetera y me serví algo de té. No es que no tuviera buen apetito, sino que la idea de ver a Ian me ponía los pelos de punta, tanto que no podía dejar de pensar en ello. A veces, incluso, olvidaba a James y todo mi entorno. ¿Cómo era posible que todo un mundo, toda una vida se transformara sólo por unos ojos, una sonrisa y un aroma? Aunque quizá, nada de eso había cambiado, sino que así lo había sido para mí, ya que yo lo había hecho. 

  ─¿Qué es lo que te trae tan contenta? ─Una vez más, mamá sacándome de mis pensamientos. 

 No era tan difícil mentirles a todos, después de todo lo había echo todo este tiempo. Pero ocultar lo que tenía con Ian cada vez se me hacía más difícil. 

  ─Es que me alegra cada vez más recordar que en tan poco tiempo voy a casarme. 

 Mamá dejó que sus labios carmesí se estiraran en una sonrisa reduciendo el tamaño de sus ojos,  papá subió su vista del diario y me dedicó una sonrisa amistosa, luego volvió a lo suyo.

  ─¿No es hermoso estar enamorada? Disfruta esta etapa, linda, la recordarás el resto de tu vida.

Sí que lo haré, madre.

  ─Lo prometo, mamá.─Di mi último sorbo de té. Bueno, trago, dejé a la señorita educada a un lado cuando una imagen de Ian tomándome desprevenida por la cintura pasó por mi cabeza para erizar mi piel. Me puse un abrigo y salí hacia la escuela. 

  ─¡Nos vemos luego, llego tardísimo!─ Grité desde la salida antes de que la puerta se cerrase detrás de mi.

 Caminé por el centro hacia la escuela y me pregunté si tal vez todas esas familias felices, niños corriendo, parejas perfectas que veía diariamente por ahí serían como yo. Me pregunté si qué tal, así como yo puedo mostrarles a una persona alegre y sin problemas, los demás mostraran una personalidad que no existía. 

 Si quizá, todos eran igual de falsos que yo. 
 Y así la envidia que venía guardando sobre los demás desapareció. No porque fuera a alegrarme de que los demás eran tan infelices como yo lo era, sino porque creí desde el fondo de mi ser que ese pensamiento no era tan descabellado.

 La escuela había sido eterna esa tarde. No podía concentrarme en nada que no fuera esa sonrisa pícara que me volvía loca y me causaba erizos en la piel. No sabía que era, pero algo dentro de mí había cambiado desde que Ian apareció en mi vida. 

Tres de la tarde. Considero que si tenía que correr cinco minutos más iba a sacarme los zapatos, entré al teatro y pude ver a todos sentados en el escenario, serios. en cuanto me vieron todos sonrieron gritando mi nombre.

  ─ ¡Hey! ¿Por qué esas caras?─ Pregunté subiendo las escaleras. Nicholas y Eric se levantaron para abrazarme, pero Ian quedó quieto, inmóvil. Besé su mejilla, pero ni se mosqueó. Auch, ¿Por qué eso dolió tanto? 

Do you wanna make a memory? [Cancelada Temporalmente]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora