Capítulo 5.

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Me llevó por las escaleras hacia una puerta de color blanca. La abrió y pude ver una cama con sabanas rojas, todos los muebles eran de caoba y la habitación era iluminada por un candelabro blanco. Era hermoso.

James me tomó por detrás posando sus manos en mi cintura.

—Pronto esto será nuestro, mi amor— Susurró en mi oído.

Me giré en su dirección al oír aquello. ¿Acaso quería que yo viviera con sus padres luego de casarnos? ¿Qué había de nosotros como pareja? ¿Y de la privacidad? Estaba loco. Realmente lo estaba si quería condenar nuestras vidas a las limitaciones de sus padres. No es que tuviera algo contra ellos, sino que siempre había soñado con una vida que me perteneciese, por lo menos en el sentido de que existiría en algún lugar una casa, y esta me pertenecería a mi y a mis seres amados. Tendría hijos con los que esperar a que mi esposo volviera de trabajar... Aunque ese sería James.

Di una sonrisa que escondiera mi decepción. Quería salir corriendo de allí urgente.

—James—Dije posando mis manos en su pecho, este era flácido, entonces recordé el de Ian, que era duro y firme, hermoso de tocar.—Agradezco realmente lo que haces por mí, pero yo no quiero vivir con tus padres.

—¿Qué?—Preguntó alzando las cejas confundido.— ¿De qué estás hablando, Katherina?

—Dijiste que esto sería nuestro.

Él rió levemente, me limité a mirarlo con desdén de confusión.

—No, amor.—Dijo apretando mi cuerpo al suyo desde la cintura— Nosotros lo haremos nuestro haciéndolo.

Alcé las cejas y abrí grandes los ojos. ¿¡De esa manera quería pedirmelo!? ¿¡Esa importancia le daba a que le entregase mi cuerpo!? De esa manera me di cuenta que lo que James quería no era casarse conmigo para tener una vida juntos, él sólo quería tener sexo. Y yo debía hacerlo porque nos amábamos ¿Cierto? Empujé levemente su cuerpo para apartarlo del mío. Mis ojos comenzaron a cristalizarse en el interin de bajar las escaleras. Nadie debía verme llorar, así que caminé al baño con disimulo.

Entonces, allí fue cuando mis lágrimas comenzaron a caer sin control alguno, tenía mi maquillaje corrido y mi pelo desalineado, me senté en el toillet para descansar. Nunca antes me había sentido tan desvalorizada, como si yo solo fuera un objeto sumiso. Mi cuerpo no era más que un agujero dónde él se satisfaría. Caí en la cuenta de que no era perfecta, ni hermosa, ni valiosa. Nada de lo que me habían dicho en todos estos años era de verdad, sólo una figura bonita sin personalidad.

Realicé que había pasado demasiado tiempo allí dentro, por ello abrí una puerta pequeña dónde sabía que la madre de James guardaba sus maquillajes y, con lo poco que había para mí, oculte hasta el último rastro de llanto. Salí con la mejor sonrisa que podía dar y caminé al comedor.

Todos estaban sentados esperando por almorzar, todos menos yo.

—Disculpen la tardanza.—Dije intentando ocultar mi voz rota.— Estaba lavándome las manos.

—Oh, cariño.—Me respondió amablemente Marissa, la madre de James.—Recuerda que mi casa es tu casa.

Si, sucasaeramicasa.

Bajé la mirada sonriendo con desdén de timidez en forma de agradecimiento. Bendijeron los alimentos y comenzaron a comer. Mis padres se llevaban muy bien con los de James, eran amigos de hacía muchísimos años. Yo conocí a James hace sólo cinco, cuándo el regresó del instituto pupilo dónde había estudiado para, según sus padres, "adquirir disciplina". Pero en mi opinión, era una cosa de locos.

Do you wanna make a memory? [Cancelada Temporalmente]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora