Una última vez

El día que comenzó todo

Aun me acuerdo de aquel verano donde todo empezó cuando salí del trabajo.

Trabajaba de obrero, aunque es un trabajo un tanto cansado y no da para mucho pero siempre había sido como un pequeño sueño para mí, ya desde que era enano me encantaba eso de las construcciones incluso no me despegaba de las piezas esas de Lego.

¡Era el crack de las mansiones! –Se escuchan unas risas. -Que buenos recuerdos...

Sabes... yo vivía en un pueblo, Torre del paraíso, se llamaba así más que nada por el faro que tiene, alto como una torre pero hacia de aquel lugar todo un paraíso, si que era un poco lejano de todo, en plena costa... el aire libre siempre era bueno por allí y las vistas eran impresionantes, esas puestas de sol imposibles, los atardeceres que hipnotizaban... pero luego llego el típico tipo con dinero y nos hizo un favor, arreglo un poco el pueblo. Abrió tiendas y bares, la zona residencial se arreglo y nos dejo un poco más limpios y ordenados pero sin dejar el toque de pueblo de mar.

Al principio tanto cambio gustó y luego supo cuando parar, que fue lo mejor. Aun recuerdo a mis amigos que disfrutábamos por las calles cuando era joven, con ese modo hiperactivo que nadie podía frenar, corriendo por las calles estrechas.

Éramos la mejor pandilla, Los Del Paraíso nos llamábamos y dentro del grupo estábamos, Wally que era el adicto a las películas en plan 007 y siempre decía que quería tener una mandíbula cuadrada... que lo mejor fue que con el paso del tiempo lo consiguió, Sho el que quería ser mago porque le gustaban las cartas, aquel niño de piel morena y pelo rubio. Ese pequeño e irritante que por su culpa y la culpa de una borrachera por su cumpleaños, en el que hacia la mayoría de edad nos hicimos un tatuaje en toda la cara. Que idiotas éramos... luego estaba Milliana la adicta a los gatos... siempre tenía que llevar algo que le hiciera referencia a uno incluso siempre llevaba esa diadema con orejas de gato y una cola postiza, siempre fue alegre e infantil. – Otra vez risas en aquella sala. – el siguiente era Simon el gran muro y protector, un tipo fuerte tanto psicológicamente como físicamente, era el más alto y más honrado de nosotros y por ultimo yo, Jellal el jefe indiscutible. –Sonrió orgulloso. –Que va... en verdad es mentira, era el solitario y bondadoso.

Pero la edad acecho y teníamos que madurar y encontrar trabajo allí, cada uno encontró el suyo, pero hubo una mala noticia... Estábamos en nuestro bar de siempre.... Yo tenía 20 años era el mayor junto con Simon... y fue él el que nos reunió para decirnos algo...

-¡Ey Jellal! –Dijo Sho alzando la mano.

-¿Otra vez en la misma mesa que no os cansáis de estas vitas?- Dije sentándome al lado de Wally.

-Que va si son preciosas pero no tanto com el gatito blanco de mi vecina. –Empezaron a brillarle los ojos por la ilusión que llevaba. -¡Era tan mono! –Sonrió y nosotros la miramos como diciendo "por favor... otra vez no...." –Comprarme uno... ¡Por fiiii!

-Milliana ya hemos hablado, no te sabes cuidar de ti misma, así que el pobre gato estaría en dos días, como decirlo, -Hice que pensaba. -ya lo tengo, muerto. –Dije sonriendo y los otros dos chicos empezaron a reír asintiendo mientras que Milliana no paraba de hacer pucheros.

-Que cruel. Bueno y... ¿Ya sabéis porque Simon nos ha reunido? –Preguntó sin dejar su puchero.

-Pues exactamente dijo algo de un trabajo que había escogido. –Dijo Sho removiendo unas cartas.

-Y es así. –Dijo Simon apareciendo de la nada, pero ya estábamos un poco acostumbrados a esas apariciones.

Se sentó con nosotros y se puso serio.

-Chicos, hace tiempo envié una solicitud para trabajar en un sitio y aceptaron.

-¿Qué trabajo? –Dijo Wally preocupado por la cara tan seria de Simon.