--Alemania, miércoles 4 de febrero de 2099. 03:02 P. M.
Iván Friedman tenía 16 años cuando vio el primer evento, al menos el primer evento en su vida.
Caminaba en la playa de Bremerhaven, que es parte del Mar del norte. El viento pegaba en su cara y la arena mojada tocaba sus pies descalzos.
Llevaba un abrigo de piel color café que lo diferenciaba de sus compañeros en esa excursión. Aun que sobresalía a simple vista por su robusta complexión. Subió al malecón y dejó que la suave llovizna golpeara su alma. Lo refrescaba más. El tono grisáceo del cielo y el mar del norte agitado lo mantenían absorto. Posado sobre una de las rocas del malecón observaba con detenimiento el horizonte acuoso que tenía en frente. Subió las mangas de su abrigo café hasta sus codos porque quería refrescarse. Por alguna razón sentía bochorno. En su mente se retó a sí mismo sobre cuánto tiempo podía permanecer sin parpadear aún con el frío viento y las gotas de agua pegando en sus ojos.
1... 2... 3...
Desde pequeño ha cronometrado en su mente casi cualquier actividad que realiza ¿por qué? No sabría decirlo. Pero siempre, en el cien por ciento de las veces su cuenta es correcta.
4... 5... 6...
—Iván ¿Ya terminaste de bobear?
Lo interrumpieron en su reto y en su cuenta. Y eso es algo que definitivamente no le gusta para nada.
—Aun no, señorita Arabelle — dijo Iván con coraje.
La señorita Arabelle era joven para ser profesora, pero tenía un carácter que pocos soportaban. Era ese tipo de profesoras que todos piensan que es agradable por su dulce rostro, su bonita sonrisa de dientes derechos y su melodiosa voz. Yo le quitaría las primeras tres letras a "melodiosa" y me quería con el resto.
Esas pocas palabras bastaron para sacar al muchacho de su ensimismamiento y buscó a su compañera de excursión, su hermana Ava.
Ava tenía 6 años y era una niñita muy tierna y con muchas ganas de platicar. De esos pocos niños que no quieres darle un leve manazo para que se apacigüe. Iván y Ava estaban en una excursión por un fin de semana explorando las costas de Bremerhaven como viaje escolar. La costa era su última parada antes de regresar a casa.
Ava caminó muy cerca de la orilla, tanto que sus botas se mojaban con el agua salada y fría del mar del norte. Algo le pareció extraño en el agua, era un color que no había visto antes, se parecía a la miel. Son pequeñas manchitas color miel, pensó. Pero como pocas veces había ido a una playa, realmente pocas, pensó que era algo normal. Siguió corriendo por la orilla con singular alegría, sin importarle nada. Su rostro era de felicidad pura. Jugaba con los otros niños de su edad a las correteadas.
Iván la observaba a unos cuantos metros y pensaba que esa niña era lo único bueno hasta ahora en su corta vida. Después de un rato de correr, Ava se detuvo y volvió a ver las manchas en el agua. Iván se acercó y las vio. Él sabía que eso no era para nada normal y ya había visto en las noticias lo que había pasado en Chicxulub, de hecho era exactamente lo mismo, las mismas manchas, el mismo color, en el mismo lugar. Aunque no sabía detalladamente del asunto sí sabía que tenía que ver con el súper invierno.
Antes de poder avisar a la señorita Arabelle observó otra cosa que lo llenó de miedo. El cielo se veía diferente, con un tono anormalmente negro, esto a lo lejos.
Las nubes comenzaron a arremolinarse y de apoco tomó forma de algo que pocas veces se ve. Un gran agujero de Fallstreak. Las nubes comenzaron a arremolinarse y tal parecía que el agujero se las tragaba. En cualquier otro punto de la historia eso hubiera sido un espectáculo digno de admirar. Justo donde estaba el ojo del agujero, en el mar, una gran mancha ámbar se empezaba a notar. Las aguas se agitaban, producían olas de varios metros. Los jóvenes excursionistas corrieron al transporte escolar entre gritos y alguno que otro llanto. Afortunadamente el conductor arrancó rápidamente una vez que todos estuvieron dentro. La reacción fue demasiado inmediata.
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Sin saber del mañana (En proceso)
Science Fiction¿Alguna vez te has preguntado que tan antiguo es el mundo? Las personas siempre se preguntaron quien o qué provocaría la guerra definitiva, pero nunca se imaginaron que sería algo tan antiguo lo que pondría fin a la historia. Te invito a formar part...