Mitos y fantasías, las crónicas del viejo mago.

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-       Cloudete, te voy a contar toda la historia de cómo perdí a mi hija, entenderás de una vez que es lo que pasó en Erza. – Apartando a Cloudete de sus hombros y secándose las lágrimas. – Ponte cómoda que es una larga historia.

-       Está bien. – Sentándose sobre la cama.

-       Cuando yo era mucho más joven vagabundeaba por el mundo, por ese motivo llegué hasta Zaurda, para ese entonces mis conocimientos de la magia no eran tan grandes como ahora por eso sólo hacía misiones menores en cada pueblo al que llegase. Un día un noble arribó a Zaurda y me buscó desesperadamente, cuando me encontró pidió mis servicios y me dijo que podía escoger cualquier cosa de recompensa, yo bueno acepté. Al día siguiente me disponía a partir hacia los bosques de Lulabay para realizar la misión, fui con el noble para anunciarle mi partida, cuando llegué a su carruaje me encontré con una sirvienta, aún vestida con harapos, era una de las mujeres más hermosa que había visto, le pregunté su nombre y ella me dijo Lamia…

-       Entonces, ¿adoptaste a tu hija? – Interrumpiendo el relato de Zeke.

-       ¿Me vas a dejar contar la historia o te mando a dormir?

-       Perdón viejo no volveré a interrumpirte.

-       Está bien. ¿dónde me quedé?, a sí. Me encontré con esa sirvienta hermosa llamada Lamia. Le pregunté por su amo y me llevó con él, me despedí y partí. La misión que me encargó fue traer un orbe que había sido robado por un grupo de bandidos que habían huido hacia Lulabay. Caminando por los senderos del bosque encontré huellas humanas, de caballos y unas que no podía reconocer, eran como las de un ave gigante, pero con garras de oso, algo realmente raro. Seguí las huellas y me topé con el campamento de los bandidos, me escondí tras un árbol y me puse a observar un largo rato, hice un mapa mental de la situación. A la izquierda dos carpas, derecha un corral con cinco caballos, al fondo una carpa más, asumí rápidamente que en la central estaba el orbe, idee un plan para obtener el orbe, me escabulliría de noche en la carpa central y crearía una distracción, un incendio en las otras, y escaparía rápidamente, posiblemente robaría un caballo. Esperé hasta la media noche, sin moverme y en silencio, inicié mi jugada, me acerqué a la carpa lentamente, pero de pronto algo me estremeció, vi como de la carpa central salía un monstruo, con cara de cerdo, cuerpo de hombre y patas de ave con garras de oso, esa cosa había dejado esas huellas antes, el demonio sostenía el orbe. Ahora la cosa era otra,  tenía que enfrentarme a un demonio y una pandilla de bandidos y robar el orbe, aún tenía el factor sorpresa, pero no sería fácil, esperé a ver qué es lo que pasaba. El demonio empezó con un ritual, cogió el orbe y lo colocó en el suelo, mató a un bandido y con su sangre dibujó un sello mágico alrededor del orbe y pronunció unas palabras en un idioma desconocido por mí, la sangre se tornó azul y el demonio dijo, con palabras claras, Mephistófeles, el orbe se elevó del suelo y un aro azul empezó a dibujar una siniestra forma, cuando el ritual se completó el nuevo demonio miró al hombre cerdo y lo mató de un golpe, mató también a los caballos y bandidos, cogió el orbe y se lo tragó, en ese momento pensé. – Demonios, tengo que matar a esa cosa para obtener el dichoso orbe. – Me apresuré y conjuré mi hechizo más poderoso “Cadenas de Belcebú”, ese hechizo rodeó al demonio, así que conjuré otro “Magma ardiente”, logré crear una prisión de fuego, y terminé con “Piroexplosión”, un remolino de fuego se alzó frente a mí, nunca antes había conjurado mis tres hechizos más poderosos, cuando el fuego se disipó el demonio seguía de pie, y riéndose me atacó con un solo puño, logré esquivar el primer golpe y me quedé atónito con el cráter que dejó tras su golpe, era obvio que si me golpeaba moriría, así que escapé hacia el río, mientras huía lanzaba bolas de fuego pero no hacían ningún daño. Llegué a la ribera del río y pensé. – Fue  mala idea venir aquí, no tengo escapatoria. – Lo único que tenía en mente era mi muerte, me giré y esperé mi destino. El demonio se puso en frente mío y lanzó su estocada final, serré los ojos y en la oscuridad escuché. – Muralla de hielo. – Abrí los ojos y una imponente masa de hielo se alzaba frente a mí, giré la mirada y allí se encontraba Lamia, con el vestido que llevas puesto. – Cloudete se miró el cuerpo y pensaba, esto perteneció a esa mujer, ¿entonces por qué me lo dio a mí? – Le dije ¿eres maga?, ella asintió con la cabeza y me dijo que ese no era un demonio cualquiera, después de matarlo te diré quién es, miró al demonio y creó una lanza de hielo la cual disparó al corazón del demonio, me dijo. – Tenemos que atravesar su corazón para matarlo, sólo dispara lanzas al mismo lugar que yo. – Fijé al demonio y creé una lanza de lava, la tiré y calló justo en el lugar de la lanza de hielo, ese plan parecía funcionar, el demonio se quejaba de dolor, así seguimos por más de diez minutos y Lamia en un último esfuerzo por matar al demonio, lo derribó, creo un sello mágico sobre él y se manifestó un ángel de hielo, este se elevó y calló en picada con su espada de hielo sobre el corazón  y lo atravesó, el demonio se prendió en llamas y retorciéndose se hizo cenizas y dejando sobre el suelo el orbe, me acerqué a Lamia y le dije. – Ahora dime que bestia acabamos de matar. – Ella me dijo. – Mephistófeles, uno de los cuatro demonios más poderosos de este planeta. – Obvio que yo me quedé un tanto exaltado, no me podía creer que había luchado con algo tan poderoso.

Cloudete HeartafiliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora