Ilógico

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Sus heridas no habían sanado en lo mínimo y eso le ocasionaba mucho dolor.

Era de día y a Haru le tocaba ir a la escuela. Abrió los ojos con pesadez y suspiro, sentía como su cuerpo luchaba por acostumbrarse y reparar ese dolor que aún sentía. Se levantó y tomo una ducha.

¿Podría ser este día peor que el anterior? — Se preguntó el pelinegro.

¿Quién sabe? Hay muchas cosas que pueden ocurrir en sólo un día.

Al terminar de vestirse bajo las escaleras directo hacía la cocina. Desayuno algo ligero, como cualquier día de rutina. Y sin más, se largo a la escuela.

  — ¡Haruuu! — Grito una muchacha que corría detrás de él — ¡Mierda! ¿Qué te pasó? 

  — Bueno, ¿Cómo explicarte? — ¿Cómo explicarle sutilmente que un chico que a penas conoció lo había golpeado hasta dejarlo sin fuerzas? 

—Dime quien te lo hizo.

—No es necesario que...

—¿Qué? ¿Crees que me quedaré de brazos cruzados al saber que mi mejor amigo fue dañado?

Haru bufó.

— Miyuki, es justo lo que quiero que hagas.

La castaña frunció el ceño.

—¡Haru!

— Me metí en problemas, ¿Bien? Hice enojar a un chico y...  

—¡Quién!

Él suspiro.

— No lo sé, nunca dijo su nombre y ni me importa. —Haru seguía caminando con tranquilidad.

—Describelo físicamente—Ordenó la chica.

— Cabello castaño, casi rojizo. Ojos ¿miel? creo... Hm... pálido.

—¿Arriba de un metro ochenta?

—Creo que sí.

—¡Pues, ese chico se llama Yuta! ¡Y es un maldito...!

—Me da igual, ¿Ya?

—¡...Me vale que sea conocido por ser un maldito que guste de peleas! ¡Me las va ha pagar!

—¡No lo hagas! ¿Oíste? Si lo haces no te volveré a hablar. 

Miyuki apretó la mandíbula. 

  — Miyuki.

— Yo...

— No.

— Pero...

— Que no.

Miyuki no podía seguir insistiendo, cuando Haru decía algo lo hacía en serio. 

Caminaron en silencio hasta llegar a la escuela.

— Si te lo encuentras golpealo. —Decía Miyuki.

— ¿Está en ésta escuela?

— Sí, hace bastante tiempo. Pero Yuta prefiere saltarse las clases e ir con sus amigos a no sé qué lugar.

Haru tragó en seco. Aún no entendía el por qué Yuta se encontraba frente su casa ese día.

  — ¡Adiós!

Haru se despidió de la chica con la mano y prosiguió a buscar su casillero.

Su mente seguía nublada por los pensamientos de aquel día. Yuta lo golpea y ahora ¿Lo quería ayudar? No tiene sentido, para nada. ¿Acaso era una trampa o era verdad? Le gustaría contestar sus preguntas, pero...

  — Oye.— Haru oyó la voz de un muchacho detrás de él.

Parece que sus preguntas podrían ser contestadas.  

—¿Qué quieres? — Contesto de mala gana. 

—Eh...—Yuta dudó—Sólo quería preguntarte si... ¿Estás bien?

¿Qué? 

  — No es de tu incumbencia. 

—Puede que sí. 

—No eres mi madre para preguntarte cómo estoy. Ahora, preferiría que dejaras de buscarme y me dejaras de una puta vez ¿De acuerdo? 

Se estaba irritando.

  — Además ¿A qué se debe ese cambio, eh? ¿Primero me golpeas y luego intentas ayudarme? ¿No crees que es muy estúpido? 

—Sólo intento tener tu perdón.

—¿Perdonarte? ¿Acaso estás loco?—Haru saco el cuaderno del casillero, luego, lo azoto con todas sus fuerzas —. Vuelvo a repetirlo: No te me acerques y no me hables.

Sin más, Haru se largo. 

Todo por un nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora