Escribió una carta para ella en la que decía:
'Sabes que estoy lejos, pero siénteme al oler este papel y quizás no vuelva, y me quede dormido aquí, pero aparecerás en mi sueño. No te preocupes que de algún modo cumpliré con todas las promesas que te hice, desde donde quiera que este cuidaré de ti, cada movimiento que hagas ahí estaré, cuando duermas me mantendré despierto a tu lado, ¿cómo? no lo sé aún, pero nunca te dejaré. Tú solo recuérdame, nunca te olvides de que llenaste un corazón de felicidad, que me enseñaste a amar, no llores, y si lloras que sea por algo bueno, que esto no es el fin, nada puede ponerle fin a lo que tenemos, confía que las cosas te irán bien y volverás a verme, ¿cuándo? no lo sé, pero lo haremos'.
Cayeron un par de lágrimas, el dolor que sentía en ese momento era tan grande que no podía hablar, ni moverse, pero le hizo caso.
Cada día que pasaba era peor, o eso sentía ella, quería desaparecer, quería dejar de sentir ese vacío.
Pero él le prometió que todo le saldría bien.
Y un día, sin más, ella conoció a otro hombre, que le hizo poder sonreír y dejar de querer desaparecer.
Y me puse a su lado, le sonreí, y le dije:
'Te dije que ibas a estar bien'.
Ella me notó, me pensó, miró hacia abajo y se fueron los dos.