Mi nombre es Isabella con unos 18 años y apenas si he aprendido algo del curso de acuarela que acabo de terminar. Soy una pintora reciente y por ende nada conocida. Me apasionan otras cosas pero siento que no las haré bien y perder dinero en algo incierto no está dentro de mis condiciones. Por eso trabajo en una revista local conocida y tendré que seguir con las pinturas para lograr lo que tengo planeado.
Soy de contextura media, piel trigueña, unos pechos no muy abultados pero que fueron de pesadilla en una escuela de jóvenes con hormonas inquietas, pocas caderas, uñas cortas sin esmalte; cabello corto, desgreñado y alborotado con una delgada cola larga en forma de cinta que caía hasta mi cintura, de color castaño claro y muy liso; ojos grandes y marrones, labios carnosos, mejillas masticables y una naricilla suave que me encanta arrugar.
Tengo un novio que me inspiró a tomar estas clases. Él sí sabe dibujar y sus obras si son muy buenas. Se llama Marcelo: con 19 años, labios carnosos y muy buenos besando, de mi estatura y yo soy algo promedio, tan delgado que tiene la piel del pecho pegado a los músculos pero no pronunciados, cejas pobladas que se depila para que no estén unidas, perfil griego, cabello ondulado no muy largo pero sí esponjoso, ojos marrones y profundos que me volvieron loca cuando en secundaria me miraban de reojo con una sonrisa torcida. Nunca quiso sacarme plan o ni siquiera se me insinuaba, fue de amistad a enamoramiento y de amor a una relación de 4 años. Brazos toscos con venas pronunciadas al igual que sus manos que por cierto son grandes, barba que la mantiene poco afeitada y me encanta besarla. Era tímido cuando lo conocí y sigue siendo poco social, lo cual me conviene pues cuando uno lo conoce a este chico es tan bello; sus bromas y tonterías que, al comienzo no lo hacía para enamorarme, pero ahora lo hace para hacerme feliz; una sonrisa amplia con dientes perfectamente blancos, que cuando le haces reír suelta una carcajada tan propia de él que cada vez que sucede me emociona saber que fuí yo quien la provocó; su estilo al caminar es desairado y sin interés, no trata de ser un galán ni de impresionar a nadie, no está en sus intenciones ser agradable con los demás ni intenta caer bien ni dar una buena impresión; es atento y amable con quienes él quiera, a la vez muy grosero y descortés con quienes no agrada; le gusta leer, pero dibujar le apasiona más. Lo conosco desde 2° año de secundaria y perdí a una mejor amiga a la cual también se había enamorado de él. Estoy consciente que la amistad es más valorada que un enamorado, pero Marcelo me enseñó que no todas las amistades son verdaderas y que las que valen la pena son las que se quedan. Estaba feliz con mis decisiones, feliz con mis dos actuales mejores amigos, Angela y Sergio, y verdaderamente feliz con Marcelo.
Nuestra relación paso por altas y bajas, nada perfecta. Peleas constantes los primeros años pero a partir del tercer año de enamorados ya habíamos aprendido a dialogar después de una riña y no irme como acostumbraba hacer. 'Para no empeorar las cosas' como decía yo, pero la verdad cada vez que me iba después de una pelea, empeoraban más.
No habían problemas con mis padres pues los conocieron desde el primer mes y se llevaban de maravilla.Odiaba que sepan donde es que vivo, pero Marcelo había conseguido una manera de averiguar la dirección y ya podía venir con permiso de mis padres. Habíamos salido a comer ya varias veces con mis padres o con mis hermanos, los hijos del primer compromiso de mi madre y hasta la pequeña Camila, mi sobrina, lo conocía.
Varias de mis compañeras de la revista lo miraban mal porque no era amable con ellas, pero eso es mi culpa, pues yo no permitía que ellas se acercaran ni tan sólo para un simple beso en la mejilla como saludo. Ese hombre era mío. Desde pensamientos hasta en cuerpo y alma, era mío.
Aunque mantenía mi postura de ser virgen hasta casarme, lo quería tanto que para controlar mis deseos carnales, había salido corriendo de su lado para no estropear mi propósito de castidad.Siempre le decía que lo amaba con el alma, no por su físico ni otra cosa.
Me había convencido que aunque muera mi alma seguiría enamorada de la suya y que era eso lo que nos mantenía tan enamorados.Marcelo también era muy celoso. Apenas si soportaba la idea de tener a mi lado a Sergio como mi mejor amigo, no permitía que alguien volteara a verme. Con ganas de golpear al gay de mi amigo con tal de que deje de ser tanta confianza conmigo como para abrazarme o cargar me en su espalda. Era muy posesivo. Y todo eso no me molestaba en lo absoluto, me sentía bien con su control sobre mi, esas ganas de patearle el culo con quienes intente sobrepasarse conmigo y todo eso me encantaba.
Sí, éramos totalmente felices, pero Ezel siempre estaba ahí.
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Entre Dos Amores (Editando)
RomanceTras esa pequeña ventana, yo sabía que me estaba mirando mientras me cambiaba. Esos ojos color negro oscuro los sentía clavados en mis pechos y tanto era la sensación que podía sentir sus labios carnosos besando ligeramente mi espalda. Él, lo sabía...