Cap. 2: Y él

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Hay ocasiones en la vida en las que llegan cosas sin un principio y sin ser pedidas, pero que no quieres dejarlas ir. Eso me sucedió con Ezel. Lo conocí en 3° de secundaria y me gustó desde que lo miré. Con él era distinto.

- Ya deja de mirarme - me decía Ezel en un tono de reproche con los labios tensos como una línea y mirada acusatoria mientras pensaba en como rayos logré tomar interés en él. "¿Qué diablos me sucede?" pensé y dejé de mirarlo. No era necesario, tenía su imagen impresa en mi memoria y sé que jamás se borrará. Bajé mi vista al celular que escondía debajo de la carpeta y seguí jugando. En eso siento su presencia atrás mío y se sentó a mi lado. '¿En qué te ayudo?' preguntó y yo me sorprendí por su repentino interés. Lo miré y sonreí. 'En nada' le dije. Esperé que se fuera pero no lo hizo. Eso me agradó.

Eso es uno de los recuerdos que tengo de Ezel: ahora con unos 18 al igual que yo; sonrisa amplia y franca, que es deliciosa verla como se forman comisuras alrededor de sus ojos; sus ojos, que por cierto son negros, muy oscuros que me encanta perderme en ellos; dos cejas prácticamente unidas; labios de verdad carnosos con una sombra sobre ellos, un bigote que no me incomodaría besar; cabello corto y liso, negro, de lado, lo cual lo hace ver muy atractivo; una nariz perfilada y perfecta; flaco y poca gracia al caminar; es desatento y desinteresado con todo el mundo; afirma no tener amigos, pues no le interesa ni lo cree importante, lo cual creo que hiere los sentimientos de un tío que siempre anda a su lado. Marco si considera a Ezel como su amigo.

Desde que lo conocí tenía poco interés en estudiar y pocas aspiraciones, pero logró ingresar a una universidad privada antes que yo.

Siempre sarcástico y gracioso al hablar, aunque a veces no le entendía igual le respondía con una sonrisa a lo que él me dijera.

Cierta vez me invitó a comer helados, a lo cual no me negué.

- ¿Se supone que te gusta esa mierda de chocolate con fresas como acostumbran comer las mujeres? - me dijo fijamente a los ojos.

- No, pediré de moras con guanábanas - mentí y le saqué la lengua.

- Pues yo pediré el de chocolate y fresas - dijo y me sonrió. Casi caigo muerta.

Después de tomar la orden, la señorita que nos atendía volvió con nuestros pedidos en una bandeja plateada. Nos dimos cuenta que le habían agregado grajeas y galleta.

- ¿Y Marcelo? ¿Otra vez volvieron? - él siempre preguntaba eso. Dudo que yo también le guste pero, que ya deje de preguntar por Marcelo.

- Sí - y al decirlo dejó un leve instante la cuchara en su boca y su mirada se perdió.

Nunca más salimos ni volvió a invitarme a ningún lugar, me imagino que tomó como error el haberme invitado.

El último día de colegio me aventuré a hacer algo que había planeado ya un tiempo. Lo llevé a dar una última vuelta al colegio y en la salida me fui con el sólo para robarle un beso. Fue un beso fugaz en donde por primera vez tenía sus ojos penetrando los míos. 'Me tengo que ir' le dije y bajé la mirada. Esperé que me hablara o si quiera me detenga para darle la sencilla explicación que me gustaba desde que lo miré esa vez, pero no, sólo me dejó ir.

Acabada la escuela, pensé nunca más verlo y que tomaríamos rumbos distintos, pero algo inesperado pasó.

~hey! Soy nueva en esto y espero que les guste. Si es así pinchenle la estrellita de aquí abajo. Esto aún comienza.
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Entre Dos Amores  (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora