V: Te veo luego, princesa.

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Las horas habían pasado, y ya olvidado el graciosamente extraño suceso del cambio princesa a príncipe; Ambos se encontraban en una plaza del vecindario, sentados en una vieja y oxidada banca metálica.

- Así que... ¿Te vas? -

Preguntó el pelirrojo al más chico, vistiendo con una camisa negra que dejaba al descubierto su bien formado abdomen. Este, parecía verse serio a comparación de su usual y juguetón rostro.

- Debo hacerlo; Mamá y papá seguramente estarán preocupados. No he tardado nunca en cuanto a regresar del trabajo, y no puedo quedarme aquí para siempre. -

Contestó el pelinegro, con la mirada baja.
Sentía como la intensa mirada ámbar del mayor le observaba atentamente.

- ¿Y volveré a verte? -

Siguió con su cuestionario el más grande; Se mostraba algo calmado, y paciente a la respuesta ajena. Eso no era normal en él.

- ...¿Qué? -

Fue lo primero que salió de los finos labios de Illumi, alzando una ceja. No entendía el propósito o fondo de aquella pregunta.

- No quiero perder contacto contigo; Somos amigos, ¿No? Además, nunca había conocido a alguien tan prometedor y misterioso como tú. De todos los juguetes que he tenido, tú eres el preferido. ♥-

Aquel tono rubicundo se había tornado un poco más notorio; Illumi se pasó una mano por el cabello, desviando la mirada con ternura.

- ... Supongo que lo somos... -

Musitó, con una muy linda sonrisa en sus labios, observándole de reojo. Hisoka, sonreía de lado, manteniéndole la mirada .
Así duraron un buen rato, hubo un largo silencio entre ellos dos, pero no era uno incómodo. Era un silencio muy ruidoso, ensordecedor, uno en el que las palabras no eran necesarias; Una mirada delataba sus pensamientos por completo.

De pronto, el sonido de un auto interrumpió su intensa competencia de miradas; Una limusina negra, Illumi había llamado a casa desde un teléfono público antes, y habían llegado a recogerlo.
Ambos se pusieron de pie al mismo tiempo, y se dedicaron a observarse fijamente.

El primero en tomar la iniciativa, como era de esperarse, fue Hisoka.
Sacó un fajo de cartas y comenzó a moverlas como si de un experto en barajas se tratara; Después, extendió todas al aire con ayuda de su aura, se llevó una mano a la cadera.

- Elige una. ♠

Confundido, el del kimono siguió órdenes y tomó una, la de la esquina superior derecha. Después, el pelibermejo llevó una mano hacia el cabello negro del niño, y misteriosamente sacó otra carta de naipes de ahí. Illumi echó un vistazo a la carta que había tomado, y un persistente sonrojo se acomodó en sus pómulos a los pocos segundos.

- Ah, ¿Esta es tu carta? ♥

Le dijo Hisoka, mostrándole que la que había sacado de entre su cabellera tenía la forma de un corazón, similar a un A's de picas, con unos muy curiosos y observadores ojitos negros pintados en él: Eran los ojos del Zoldyck.

- ...Eres un idiota.-

Murmuraba el sonrosado pequeño, alejándose de él en dirección a su auto.
Antes de estar lo suficientemente lejos, le dedicó una mirada al mayor. Este lo observaba aún, con una muy leve sonrisa.

- Te veo luego, princesa. ♣ -

Una muy estúpidamente adorable sonrisilla se posó en los pálidos labios del azabache, cabizbajo.

- Tenlo por seguro, payaso. -

Y subió a la limusina.

Esa iba a ser la última vez que Hisoka vería a Illumi. Al Illumi que él conocía.

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ADELANTO DEL PRÓXIMO CAP.
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El tiempo había pasado, y amargas e inesperadas cosas habían cambiado el rumbo que la vida de ambos llevaban, especialmente para Illumi.

Dos mayordomos de la familia Zoldyck hablaban.

- Y... ¿Cómo se encuentra el Amo Illumi, Gotoh-San? -

Hubo un silencio bastante tenso en el ambiente. El hombre de traje parecía verse bastante afligido; Este, se quitó sus anteojos con seriedad, al mismo tiempo que tomaba asiento en un sofá.

- Roto. -

- No me digas que...-

- Lo ha vuelto a intentar. -

- Ya es la tercera vez.. Nunca pensé que un Zoldyck afrontaría algo como depresión ... Es tan joven... Un chico de 15 años no debería sufrir ese tipo de cosas solo. -

- Ha pasado por cosas difíciles; Lo han traicionado, eso es lo peor que se le puede hacer a alguien. Y lo han hecho de una manera bastante cruel. -

- ¿Entonces estás justificando sus intentos de suicidio? -

- ... Por supuesto que no... Él es un chico fuerte... Intenta seguir adelante, por su familia. Los ha puesto en peligro, y quiere enmendar sus culpas. -

- No puede reparar lo roto con un martillo, Gotoh. Ese chico se está alejando del mundo; Se está encerrando en su propio dolor, y si sigue así, no podremos sacarlo de el abismo en el que se adentra. -

La plática de ambos sirvientes se vio interrumpida al escuchar una puerta abrirse; Inmediatamente aquel par se puso de pie, e hicieron una reverencia.

Un chico de cabellos cortos, negros y lacios pasaba por ahí, con la mirada fija al frente. No se dignaba a observar a nadie.
Vestía con una sudadera negra, y una camisa roja. Tenía vendajes en sus muñecas, vendas teñidas en rojo.

- Bienvenido sea, Amo Illumi. -

Se escuchó la temblorosa voz del compañero de Gotoh decir; No recibió una respuesta.

La mirada de aquel ya adolescente muchacho no reflejaba nada, mas que un terrible sentimiento de soledad, y tristeza.
Se veía vacío, sin alma.

¿Dónde había quedado aquella preciosa y fina muñeca de porcelana, y por qué había cambiado tanto?


Te veo luego, princesa. ♣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora