II: ¿Qué demonios es esto?

1.3K 158 52
                                    

El entorno que rodeaba ahora a aquel par era como el de las películas: Un mercadillo, en el que personas peleaban por llevarse la última pieza de pan, los niños jugaban descalzos con una pelota desgastada, te encontrabas con mujeres ofreciéndote sus servicios a cambio de algo de dinero a cada esquina y veías como incluso adultos colapsaban a mitad de la acera por cansancio y hambre.

"¿Qué...? ¿En dónde estoy? Esto no se parece nada a los alrededores de la montaña..."
Pensaba el niño, manteniéndose atento a cada segundo. Se percató de algo: Tenía un montón de miradas encima suyo.
Ciertamente se sintió incómodo; Nunca le había gustado ser el centro de atención entre las multitudes, y ahora era como si fuera una deidad máxima en un templo;
Pero eso no era lo que le molestaba especialmente, si no la manera en la que era observado. Era como si se tratara de un rey, como si nunca antes se hubiese conocido a un ser humano tan dichoso, tan afortunado. Los ojos de esa gente reflejaban admiración y odio al mismo tiempo.
Casi como por acto de reflejo, el pelinegro desvió la mirada hacia el chico que aún lo cargaba en su espalda, aferrándose un poco más a él, al mismo tiempo que se acercaba a su oreja levemente, para poder susurrarle discretamente...

- ¿Por qué nos ven de esa manera?...¿Dónde estamos?

Una media sonrisa se dibujó en el rostro del ojiámbar al escuchar la chillona voz detrás suyo, cerrando sus ojos con un gesto simpáticamente burlón.

- Me gusta que hables en plural, princesa. ♣

-No me llames así.

Demandó seriamente, a lo que el pelirrojo solamente respondió riendo con suavidad.

- Bueno... He de suponer que lo hacen por tus pintas de Geisha súper delicada hija de un supremo y adinerado emperador... Aunque probablemente también sea por que pareces una muñequita de porcelana. ♣

El pálido rostro del chico ahora estaba levemente colorado, por aquella mezcla de enojo y vergüenza repentinos; ¿¡Cómo le podía llamar de tal manera a un Zoldyck?! De no ser por su condición, y por que le había salvado, ese chico ya estaría muerto.

La caminata de ambos paró frente a lo que parecía ser una casa, una bastante miserable a decir verdad.
El adolescente empujó la puerta y esta se abrió casi al instante, soltando un muy desagradable chirrido. No tenía protección, ni ventanas, los pocos muebles que se encontraban en aquella mísera habitación eran un asco, todo estaba desgastado y habían envolturas de chicles por todos lados.

- Y bueno, yo vivo aquí. ♣

Dijo el misterioso joven, dejando a Illumi reposar en un viejo colchón tirado en una esquina, junto a una pared que parecía tener unos cuantos dibujos muy bien elaborados.

-... Seguro que a tus padres les molestará que alguien desconocido entre a su propiedad...¿Cuándo llegarán ellos?

Preguntó el más pequeño, estirándose con suavidad para retirar el dolor que sufría más rápido.

- Eso mismo me pregunto yo. ♣

Respondió irónico el pelibermejo, sonriendo de una manera bastante linda.
Este tenía unas vendas en sus manos, al igual que un vaso con agua y un trozo de tela húmeda. Le extendió los dos últimos al herido niño, y mientras este limpiaba la sangre de su rostro y torso, Hisoka se dedicó a vendar su sangrante abdomen por encima de su kimono.
El propietario del lugar mascaba un chicle rosado animadamente, haciendo bombitas con este de vez en cuando.
Cuando aquella burbuja chiclosa parecía ser la más grande que había hecho, el pelinegro la reventó con su dedo índice, haciendo que todo aquel pegajoso dulce se embarrara en la cara del más grande.

- ¿Te gusta jugar duro, no? ¡Pues yo no me quedaré atrás! ♣

Decía este, ahora con la mitad de su rostro cubierto en aquella golosina, para después llevar sus manos al abdomen del pelinegro y comenzar a hacerle cosquillas. Este no tuvo ninguna reacción, solo arqueó una ceja con desagrado, achicando la mirada.

-¿No sientes nada? ♣

- ¿Debería sentirlo?

- ...

- ...

- Eres bastante aburrida cuando quieres, ¿Sabes? Aunque aún así eres bastante adorable, como una muñequita. ♣

Los enormes ojos negros del infante se cerraron con fastidio, al mismo tiempo que suspiraba con levedad. Al principio pensaba que aquello de ser apuntado como una chica fuera una clase de burla por ser débil ante los hombres de antes, pero las cosas ya se estaban saliendo de sus manos y debía controlarlo antes de que fuera demasiado tarde.

- Ya, déjalo.

- ¿Ah? ♣

- No soy una princesa. Soy un niño.

El chico de los orbes dorados dejó salir una carcajada bastante agradable, que al pasar los segundos se volvió en una más nerviosa que alegre. La seriedad que el rostro de Illumi reflejaba le daba a entender que no era ninguna broma, pero simplemente no se lo podía tomar en serio.

- Hahaha...¿Qué? ♠

Fue lo único que salió de los labios del chico, alzando una ceja con una media sonrisa. Su expresión delataba su total confusión. Esperaba que todo fuera una broma.

Al parecer sus planes no iban a seguir según lo planeado...¿O ?

Te veo luego, princesa. ♣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora