I: Una batalla perdida, un aliado ganado.

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El reloj marcaba las seis de la tarde, y en aquel momento un sutil acto de violencia inata se estaba llevando acabo: ¿Por qué? Por negocios; Al ser miembro de la prestigiosa familia Zoldyck, el joven y no tan inocente Illumi debía de mantener una racha de asesinatos perfecta en su totalidad. Debía de ser el orgullo de sus padres, y un buen ejemplo para sus hermanos menores.
Nunca había fallado en ninguna de sus misiones; A pesar de ser todavía un novato en aquello del uso de su nen y de tener solo 11 años y la apariencia de una pequeña y frágil muñequita de porcelana, era un total niño prodigio entre comunidades asesinas, y aun mucho más por su extraña habilidad de agujas.
Pero para desgracia de aquel pequeño, ese día la suerte no estaba de su lado totalmente. Le tenía una pequeña broma planeada, que cambiaría totalmente su vida inconscientemente.

Lo que Silva y Kykyo le habían enseñado a su primer hijo era que no debía enfrentar a enemigos con los que no podía lidiar, y desgraciadamente había pasado por alto aquella regla.
El trabajo se había complicado cuando sus filosas e inusuales agujas amarillas se habían agotado al usarlas contra ocho hombres, y siendo el azabache un principiante en el uso de Nen, la fatiga que se presentó en el en medio de la batalla fue bastante perjudicial.

No se había percatado cuando, ni cuantas veces habían sido, pero unos enormes puños y patadas lo habían dejado tirado junto a una pared, malherido y con su precioso kimono negro rasgado casi en su totalidad.
La fuerza de aquellos golpes lo habían dejado sin aliento, vomitando su propia sangre sin siquier poder controlarlo.
El pelinegro apretó con fuerza ambos de sus ojos, cerrándolos en un intento desesperado por pedirle a sus piernas que corrieran, pero su cuerpo simplemente no reaccionaba. Estaba abatido, y aun faltaban dos de aquellos enormes hombres por derrotar: Era evidente que no lo podría lograr en aquel desfavorable estado.
Tosió un poco, llevándose la diestra a su abdomen, intentando detener una hemorragia provocada por la daga de un cuchillo. El dolor que lo invadía era cada vez mayor.
Suspiró, relajando sus músculos poco a poco. Viendo las cosas desde un punto de vista lógico no dejarían que el menor se escapara como si nada hubiera pasado, así que supuso que ese sería su final.

Tomó aire profundamente, intentando recordar todos qaqurllos preciosos momentos que pasó junto a su familia, pensandobque fue lo que hizo y no hizo bien; No hubo mucho de lo que realmente se arrepintiera, así que solamente se dispuso a espera que todo acabara de manera rápida.
Cuando se había resignado a terminar con su vida, el estruendo de un impacto y el salpicar de algo le hicieron recuperar la esperanza.

- ¿Quién les ha dicho que pueden empezar la fiesta sin mi? ♣

Se escuchó una voz algo ronca hablar, golpeteando un bate rítmicamente contra el suelo.
El espectáculo comenzó, y un joven de cabellos pelibermejos dio inicio a una fugaz y violenta escena: Acabó con dos fuertes usuarios de Nen con un bate, sin sudar ni una sola gota. Ver tal obra le puso los pelos de punta al ojinegro, si ese chico era su enemigo seguro que no saldría ni en pedazos del lugar.
Intentó huir de la manera más silenciosa que pudo, pero no lo logró. Ni siquiera pudo ponerse en pie, pues cayó en el intento, llamando completamente la atención de aquel muchacho.

- ¿Y tú quien eres? ¡Ah, entiendo! ¡Eres mi público! -
Comentó con un tono sarcástico el desconocido, acercándose a paso lento hacia el menor; Este se arrastraba para alejarse, como si tuviera miedo.
No fue hasta el momento en el que vio la mano del contrario extenderse hacia él cuando decidió depositar un poco de su confianza en él y corresponder, con un semblante que le pedía a gritos que se largara y le dejara ahí, por supuesto que este no obedeció, y sin autorización alguna, cargó al chico del kimono en su espalda.

- ¡Eh! Yo ya te he visto por aquí...¿No eres la que se la pasa robándome el trabajo cada que puede? ♣-

Bromeó un poco, obteniendo un incómodo silencio por parte de Illumi.
El ojioscuro se sentía totalmente humillado en aquel momento, todo su orgullo como el asesino que era se había ido al caño al ser salvado. Habría preferido un millón de veces haber muerto en aquel lugar, ahora su reputación estaba arruinada.
Aquel sentimiento de impotencia se notaba con tan solo verle a los ojos.

-¿No crees que estás perdiendo tu toque, princesa? ♣ -
Comenzó a molestar el pelirrojo, siendo interrumpido al momento.

- ILLUMI.-

-...¿Ah? ♣-

-... Mi nombre... Mi nombre es Illumi...- Se escuchó su infantil y aguda voz decir con timidez, escondiendo su amoratado rostro de porcelana en la espalda del mayor.
Este, tardó unos segundos en comprender, pero al final terminó dibujando una sonrisa ladina en sus labios, al mismo tiempo que desviaba la mirada insinuándose a si mismo unos cuantos pensamientos típicos de un adolescente.

- Ya veo... Illumi.~

Dijo, provocándole un suave sonrojo al más pequeño.
Ambos se encaminaron a un barrio bastante pobre, en el que se denotaba la humildad a cada paso que se daba.
¿Cómo demonios el hijo de una familia de millonarios había terminado ahí?

Seguro que el destino tenía unos planes bastante locos para ellos de ahora en adelante.

Te veo luego, princesa. ♣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora