IX Explicaciones a Medias

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-Camina más rápido- decía el sujeto, Bastián, empujándolo por la espalda con el arma, además de tironearlo de su brazo izquierdo, el que no estaba herido.

-Oye, si duele la weá, weón- se quejaba el moreno, tratando de aguantar las fuertes punzadas de dolor que le provocaban la herida abierta.

Una vez Paula dio la orden, quien lo llevaba lo sacó disparado del lugar para llevarlo hacia la casona donde les habían dado el alimento en la mañana y en la tarde. No se demoraron demasiado puesto que caminaron más rápido que antes. Nicolás en lo único que podía pensar era en la malísima suerte que tenía.

-Espérame aquí, -dijo Bastián mientras abría la puerta- yo te aviso cuando entri'.

Se quedó ahí, con la opción de correr despavorido hacia alguna salida y huir de ahí sin que nadie lo detuviese, pero rechazándola al notar que con tal sólo respirar el brazo le dolía terriblemente.

¿Por qué siempre soy yo, weón?, pensaba en un intento por ignorar su brazo sangrante. Primero el pie con el Alfonso, ahora el brazo con estos culiaos... puta que tengo mala cuea, weón.

No pasaron más de dos minutos cuando Bastián lo llamó, indicándole que entrara y se sentara en uno de los amplios sillones que habían allí. Ya sentado se le acercó otra mujer que no recordaba haberla visto alguna vez, quien le ordenó que se sacase la manga derecha de la polera, para luego pasarle algodones con algo más doloroso que el alcohol, puesto que al primer tacto le ardió como nunca antes.
No tuvo más opción que aguantarse el dolor, por lo que prefirió mirar cualquier lugar menos la herida misma.

Fueron cerca de diez minutos, para que luego de dejarle el brazo envuelto el gasa, Bastián le amarrase los brazos nuevamente por la espalda y lo empezara a empujar fuera de la casa.
Lo llevarían a su choza nuevamente, y lo dejarían ahí el resto del día.

Queriendo evitarse cualquier otro problema, obedeció sumiso a todo lo que este le decía, sin reproches, sin oposiciones, simplemente escuchando y asintiendo.

En el camino, el cual obviamente fue en completo silencio, Nicolás se dedicó a observar detenidamente todo el lugar.

No puedo creer que, después de todo lo que sufrimos pa' salir del otro lugar culiao, hayamos vuelto a uno igual o peor, weón... no me lo creo, por la mierda.

¿Y si esta vez no somos capaces de escapar? Ahora no tenemos al Iván, no tenemos a nadie de nuestro lado... ¿Cómo chucha se supone que nos vamos a ir de acá?
Tampoco es como si quedarnos y esperar fuese una idea... llevo un día y ya me siento sin fuerzas, me dispararon en el brazo, y estoy chato de toda esta weá.

Finalmente llegaron a su "casa", entonces, Bastián prácticamente lo tiró al suelo para luego cerrar la puerta e irse, dejándolo solo.

Como pudo, se apoyó en la pared, y ahí se quedó.

Se llevaron al Jaime, los pensamientos angustiantes empezaron a invadir su cabeza, se lo llevaron quizás dónde, weón, se lo llevaron, lo separaron de nosotros, quizás qué weá le van a hacer...

¡Por qué cresta tuvieron que mandarlo a él en esta weá, weón!, la preocupación pasó a ser rabia en un segundo. ¡De no haber sido por estos culiaos, el Jaime nunca hubiese decidido venir!
Pero lo hizo por cuidarnos...

Lo hizo por protegernos, por eso aceptó...
Por eso él no quería que viniésemos...
Si yo me siento así, imagínate el cargo de conciencia que debe tener él, weón, y entonces empezó a sentir pena, empezó a sentir lástima por su rojo, quien con todo su esmero les había casi rogado que no lo acompañasen, precisamente porque se había preocupado de que cosas como las que estaban pasando en ese momento podían suceder... Y todos le dijimos lo contrario, por la cresta.

Juntos, Ahora y Siempre (Jaidefinichon GOTH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora