XVI Incertidumbre

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-¿En qué andan?- dijo una voz firme, seria, tajante en medio del silencio nocturno. Ninguno respondió, sólo los miraban asustados, preocupados de qué sería de sus vidas ahora que los habían descubierto haciendo algo como eso. -¿No van a hablar?

-¿Y qué weá queri' que diga?- respondió el rojo de la mismo forma que los les estaban hablando.

-Tú eri' el que menos debería estar hablándonos así, Navarro, menos con lo que hicieron-. Se acercaron a ellos y con fuertes golpes con las armas los empujaron por la espalda para que avanzaran por el camino de regreso.

-Weón, para por la mierda- decía enfadado, una mezcla de enojo y miedo que se demostraba en forma de cólera. Veía los gestos de dolor y preocupación en el moreno, quien se tomó el brazo mientras caminaban con rapidez, lo que lo enojó más- ¡para la weá, culiao!- se dio vuelta empujando y alejando con potencia al extraño.
Este, como respuesta, se le acercó nuevamente y prácticamente le enterró el arma en el estómago. Fue tal el impacto que Jaime sintió como se quedaba sin aire por segundos. Oscar se puso a su lado para que se apoyase en él, Nicolás lo miraba preocupado.

-Jaime, weón, Jaime- decía frenético el moreno al notar que su respiración no se calmaba.

-¡¿Cómo tan animales, weón?!- escupió Bestia lleno de rabia.

Sin embargo, los otros ni se inmutaban, no les molestaba, no sentían remordimiento, era como si las emociones no existiesen en ellos, a excepción del enojo, la rabia, la venganza y cosas relacionadas.
Con el mismo semblante serio e inescrutable empezaron a empujarlos de nuevo, sin importarles si acaso el barbón estaba bien o no.

No sabía describir cómo se sentía, enojado por lo que les estaban haciendo, abrumado por lo que había pasado, pero por sobre todo, asustado.
Tenía miedo como nunca antes, miedo por él, miedo por Nicolás, miedo por Oscar. Ahora que los habían atrapado intentando huir, ¿que sería lo que vendría?

Los hicieron caminar de vuelta hacia las casas, estuvimos tan cerca de irnos, ¡por la mierda!, pasaron de largo por en frente de la que había sido su casa durante todas esas semanas. ¿A dónde los llevaban?

No tuvieron ni que preguntárselo. En unos minutos ya habían llegado a la casona principal, de la cual se podían apreciar velas encendidas al interior.
Uno de los que los había guiado fue rápidamente hasta la puerta, la golpeó y fue Paula quien abrió.

Intercambiaron unas cuantas palabras inentendibles para los tres, pero aún así entendieron que no había sido nada bueno lo que habían hablado, ya que se ganaron una mirada llena de odio por parte de la chica, quien luego de terminar de hablar entró nuevamente a la casa y a los segundos volvió a salir con otro hombre desconocido quien llevaba algo entre las manos, con expresión molesta y actitud enrabiada.

-No saben en lo que se metieron, weón- les dijo una vez estuvo frente a ellos, mirando con desafío a Jaime principalmente. -Hacer esta weá se las dijo el Iván, ¿o no?- a todos les tomó por sorpresa aquella acusación, por lo que nadie habló. -¡¿O no?!- insistió claramente enojada.

-¡¿Y vo' pensabai' que nos íbamos a quedar sin hacer ni una weá después de todo lo que nos han hecho, weón?!- respondió Jaime subiendo la voz en cada palabra. -¿Después de todo lo que nos hai' hecho pasar? ¡¿De matar a nuestros amigos?!- soltó con el dolor demostrado en la totalidad de la frase.

-Como sea que ellos hayan muerto, no fue nuestra culpa, -decía con seriedad- no los matamos nosotros, ellos se mataron por sí solos- la frialdad con la que hablaba, como si la muerte de cualquier persona no fuese más que un simple hecho sin importancia, hacía que un nudo se formara en su garganta, pero no quería llorar, no en ese momento cuando más fuerte debía mostrarse.
Oscar estaba igual, no así Nicolás, a quién ya le brotaban unas cuántas lágrimas, pero la mirada de odio estaba intacta.

Juntos, Ahora y Siempre (Jaidefinichon GOTH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora