XV Hoy es el Día

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Un silencio sórdido inundaba todo los campos de cultivo, un sórdido e imposible de llenar silencio. Cada uno estaba metido en su propia mente, analizando y divagando entre sus propios pensamientos, prestando nula atención al de al lado. Era casi como estar solos, pero con cosas moviéndose a su alrededor.
Un tanto egoísta, pero era así, tristemente esa era la realidad, la que todos tenían que enfrentar porque simplemente no tenían más opciones.
La odiaban, pero qué le iban a hacer...

En eso, se oyó algo que hizo a todos estremecer, sobretodo a Oscar y Jaime.

Un disparo.

El claro, limpio y cercano sonido de un disparo había llegado a sus oídos junto con la brisa que corría.
Venía de la arboleda.

Instintivamente, el rojo buscó con la mirada a cada uno de sus amigos. Bestia le devolvió la misma mirada dudosa, pero cuando buscó a Yelo fue cuando sintió como si sus pulmones se hubiesen achicado, pudiendo mantener poco aire en su interior, lo que le obligaba a respirar entrecortado.

Se asustó, se preocupó, y era que los indicios que tenía no podían no ponerlo así.

Manuel no estaba.

El sonido había venido de la arboleda.

En aquella arboleda estaba ubicada la mansión en donde pasó todo.

El sonido venía desde esa dirección,  se oyó muy fuerte como para ser de otro lado.

Y Manuel no estaba.

Conchetumadre, no, weón, dime que es broma, no, no puede se esta weá, estaba pálido, y esto no pasó desapercibido para el rapero.

-¿Y el Yelo?- le preguntó acercándose una vez vio que los guardias caminaban en dirección del sonido y nadie los vigilaba.

-No... no sé, weón- dijo sin poder evitar pensar en el peor de todos los casos.

-Weón, no...- decía intercambiando la mirada entre los árboles y los afligidos ojos del rojo- es broma.

-No sé, weón, ¡no sé!- se entrelazó las manos por detrás del cuello. Culpa, la culpa, la culpa...-No quiero pensar en eso, pero, weón, si no, ¿dónde mierda anda metío'?

Lo único que obtuvo por respuesta fue una mirada llena de agobio junto con un encogimiento de hombros, seguida de una mano que se posó en el suyo tratando de tranquilizarlo un poco, no estando ni cerca de lograrlo.

Quería quitar todas las imágenes terribles que se le venían a la mente, quería creer otra cosa, puta, que se lo llevaron para interrogarlo, que lo llevaron a otro lado, no sé, weón, cualquier otro pensamiento era mejor que los que tenía.
Pero no podía dejar de idearse las formas en las que podrían haberlo matado, podría haberse matado...

Pasó así el resto de su día, sin señales de Manuel, sin rastros, sin huellas, nada... Nada que les dijese aunque sea que estaba vivo.
La culpa lo estaba poseyendo y dentro de poco ya no podría luchar más contra ella. Era demasiada la presión que le hacía además de todos los sentimientos negativos que de por sí llevaba.

No comió, trabajó, no habló, pensó, pensó y pensó... era lo único que podía hacer sin que le hicieran algo. Su mente era aún el único lugar donde era totalmente libre.
Sin embargo, estos pensamientos no eran del todo positivos, muy por el contrario, Yelo estaba presente en cada uno de ellos, además de Nicolás, a quien no veía desde hacía días. Era demasiado, ¿cómo estar tranquilo así? ¿cómo no perder la cordura? ¿la cabeza?

Llegó la noche, los llevaron devuelta a su cabaña, y Manuel no aparecía.
Su repentina huida del lugar de trabajo hacia aquel lugar en específico, lo destrozado que estaba, los ojos opacos, el profundo y vacío silencio, los constantes llantos, la aurora deprimente que lo había rodeado desde ese día, y el sonido del disparo... Se... suicid-, no, no, weón, no.
No podía confirmar nada pero, ¿qué más podía concluir de todo eso?

Juntos, Ahora y Siempre (Jaidefinichon GOTH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora