Capítulo 9

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By Haku

Al salir, la luz del sol me cegó por unos segundos. Me quedé parado unos minutos admirándolo todo, los árboles, el cielo, los animales... algunos eran parecidos a los de mi mundo, a excepción de que los de aquí parecían no hablar. Todo era relativamente nuevo para mí, pero supongo que debería acostumbrarme.

Di unos pasos hacia adelante pero me detuve al darme cuenta de que había una estatua bifronte que se encontraba justo en medio del camino que debía seguir. Era la primera vez que venía a este mundo usando el túnel, por lo que nunca antes me la había visto; aun así... se me hacía familiar. Me puse de cuclillas frente a ella, mirándola con un poco más de detenimiento, tratando de hacer memoria. Fruncí el ceño y me pasé la mano por la nuca, no podía recordarlo.

Me puse de pie y decidí no entretenerme por más tiempo con eso, esquivé la estatua y comencé a andar por el camino. Miré hacia todos lados pero no parecía haber nadie a los alrededores, sólo se escuchaba el sonido de los animales que deambulaban cerca mío. 

Aquella arboleda se me hacía eterna, esperé toparme con la ciudad pero conforme pasaban los minutos, nada ocurría. Seguí adelante, esta vez caminando a paso rápido. Y en eso, pude notar que a lo lejos se encontraba una construcción, fui corriendo hacia allí pero me detuve en seco al darme cuenta de lo que era. La entrada al túnel.

Miré aquella escultura sonriente frente a mí y fui hacía ella con los puños cerrados, casi podía escucharla burlarse de mí. ¿Acaso me veían la cara de imbécil? ¿Sería alguna clase de alucinación? Joder, no me engañarían con un truco tan barato. Me agaché e intenté tocarla, pero al hacerlo una magia me rechazó, haciendo que cayera al suelo de espaldas. Me quejé por el impacto y me quedé sentado allí, apoyé mi brazo sobre mi rodilla e inmediatamente después, una sonrisa se dibujó en mi rostro.

-Bien... no será tan sencillo como creí. -Me crucé de piernas y cerré los ojos. Necesitaba destruirla, pero para ello debía concentrarme. Haber pasado tanto tiempo en la sombra de Yubaba tuvo sus ventajas, había aprendido a manipular la magia a mi gusto y a hacer todo tipo de conjuros, encantamientos y hechizos, desde los más básicos a los más complejos. 

Me levanté del suelo, concentré la magia en una mano y volví a tocarla. Pero esta vez, en lugar de rebotarme, mi magia y la de la estatua chocaron entre ellas. Entrecerré un poco los ojos debido a la luz y el viento que emergían a causa de este acto, apreté los dientes al darme cuenta de que el brazo comenzaba a temblarme. No podía rendirme, si no deshacía esto quién sabe por cuanto tiempo me quedaría en esta situación. Con mi otra mano tomé mi antebrazo, impidiendo que el brazo se me cansara tan rápido. Justo en ese momento, la piedra comenzó a quebrajarse dejando que la magia penetrara en ella, y rompiéndose en pedazos. 

En el instante en el que eso ocurrió, una corriente de aire comenzó a soplar con mucha  más intensidad, levantando una gran cantidad de tierra y hojas, las nubes se tornaron negras, dándome la impresión de que una tormenta comenzaría. Crucé los brazos frente a mi rostro y cerré los ojos, tratando de resguardarme del viento. Sin embargo, de un segundo a otro, éste se detuvo. 

Abrí los ojos y lo primero que vi fue la estatua frente a mí, se veía igual a como la había visto la primera vez, excepto por un pequeño detalle, una rajadura. Fue ahí, cuando pude asegurarme de que la alucinación había terminado, el cielo estaba completamente despejado y el sol comenzaba a ponerse. 

Dejé atrás el túnel y comencé a andar, en tan sólo unos minutos pude ver algunas casas a unos pocos metros de distancia, al parecer había perdido mucho tiempo con esa maldita estatua. 

Traté de buscar el río que se encontraba a un lado de la casa de Sora, y por suerte para mí, no fue nada difícil encontrarlo. Fui directo hacia allí y en el camino me pregunté quién o qué no quería que viniera a este mundo. Porque, a decir verdad, si cualquier otra criatura se hubiera topado con aquella trampa, dudo mucho que pudiera salir de ella fácilmente. Sólo tenía dos caminos, destruir la estatua o volver por el túnel, y la última no era una opción. Sin embargo, sea quién sea la criatura que haya preparado esa trampa, no tenía noción de mis poderes, porque estoy seguro de que si lo hubiese sabido, hubiese preparado algo mucho más complejo para asegurarse de que volviera. Había alguien detrás de todo esto, eso era más que obvio pero la verdad es que sin pistas no podía hacer nada. Me pregunto si... 

En ese momento me detuve bruscamente. Sentí que alguien me observaba y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, ¿podría ser esa persona? Me giré para tratar de identificar a lo que sea que me estuviera siguiendo, las calles estaban repletas de gente pero no noté a nadie sospechoso. 

Dudé en seguir mi camino, si alguien estaba siguiéndome no podía guiarlo a la casa de mi hermana; especialmente si esa criatura es peligrosa. Comencé a caminar en dirección opuesta y en ese exacto momento dejé de percibirla, me resultó algo extraño así que usé mi magia para buscar más rigurosamente aquella presencia, verificando que no solo se hubiera ocultado de mí. Pero, a pesar de ello no pude sentir nada, realmente se había marchado. Eso me calmó de cierto modo ya que podría ir a ver a Sora sin problemas, pero por otro lado confirmaba mis sospechas de que realmente había algo buscándome; lo que acababa de ocurrir definitivamente no era una coincidencia. 

Tenía un mal presentimiento. 

Luego de hacer unas cuadras divisé una casa llena de plantas del otro mundo y una lámpara similar a la de Zeniba, al ver todo aquello no me cupo la menor duda de que era allí. Me adentré en el jardín y la lámpara saltó hacia mí e hizo una reverencia, miré a mi alrededor para asegurarme de que nadie había visto eso, pero por suerte nadie estaba pasando en ese momento, por lo que le respondí el saludo imitándola. Me dirigí hacia la puerta, toqué el timbre y esperé por varios minutos, ¿podría ser que no estuviera? No, le había enviado una carta diciéndole que vendría hoy.

Volví a tocar y sólo me dispuse a esperar, me apoyé sobre el marco de la puerta con los brazos cruzados y en eso escuché el ruido de la cerradura.

Sora se quedó completamente inmóvil, con una cara de boba que sólo ella ponía. La miré con una ceja alzada y me reí al ver su expresión.

-¿Y bien? ¿No piensas saludar a tu hermano? -Sora sonrió y prácticamente se tiró sobre mí para abrazarme.

-¡Haku! ¿Dónde te habías metido? Estaba a punto de ir a buscarte, creí que te habías perdido.

-Si, bueno... algo así.

-¿A qué te refieres?

-Tuve un pequeño problema cuando venía hacia aquí. -Sora me miró con el ceño fruncido.

-Bien, ya no importa. Vamos, entra. -Me tiró del brazo para que la siguiera, cerré la puerta con la pierna y ella volteó para mirarme de arriba a abajo.

-¿Por qué me miras tanto? 

-Solo estaba pensando que parece que vienes de la época medieval con esos harapos. Necesitamos comprarte ropa si vas a quedarte aquí.

-¿Qué? -Me extrañó que hiciera ese comentario de la nada. 

-Si no quieres que te miren raro debes usar ropa de la época. Además, ni pienses en salir conmigo si vistes así.

-Oye, ya cálmate. Además lo dices como si yo quisiera que me vean contigo en público.

-¡Hey, que malo! -Tomó un almohadón del sillón y lo tiró a mi cara.

Empezamos a golpearnos con los almohadones, usando nuestras propias manos, sin magia. El ambiente se llenó de risas y de alguna manera me generó cierta nostalgia, hacía mucho tiempo que no teníamos este tipo de peleas... después de todo, no convivíamos desde hace años. Estar con ella me generaba un sentimiento de confort, pero aun así no podía dejar de sentirme inquieto por lo que había ocurrido. Me preguntaba por cuánto tiempo duraría la paz en nuestras vidas. 

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⏰ Última actualización: Nov 21, 2022 ⏰

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