12 años después...
Amaral se encontraba en la cocina con su hija menor sentada en la encimera de la cocina, ambas discutían sobre la temática que tendría el treceavo cumpleaños de Em.
-Mami, por favor... -juntó sus manos en un gesto de súplica, y frunció los labios -Sabes que me encanta Harry Potter, ¿porfis?
Amaral rodó los ojos. Iba a acabar cediendo tarde o temprano, ¿quién iba a negarse a semejante dulzura?
-Está bien... Lo haremos como tú quieras, pero no te pases eh.
En la cara de Em apareció una enorme sonrisa de felicidad, saltó de la encimera para encaramarse a la espalda de su madre. -¡Gracias mami, gracias! ¡Eres la mejor!
Le dio un sonoro beso en la mejilla, se bajó de su espalda y corrió a alguna parte de la casa.
Amaral pensó que tendría un momento de paz en su ajetreada y loca casa, pero la suerte no estaba de su lado. Desde el salón se podía escuchar la voz de Lara, que chillaba alterada y entre sollozos desde su habitación.
La chica había sido un poco cohibida en su adolescencia, pero cuando cumplió los 16 se volvió algo rebelde. Amaral siempre le dio su espacio y se abrió a ella, para que así su hija también se sintiese libre para hablarle de cualquier tema.
La vida de Amaral era como la de cualquier madre. Pasaba el día ajetreada y con dolor de cabeza, pero le compensaba el amor que se tenían todos. Obviamente no todo eran caminos de rosas y arcoiris, ni mucho menos...
Como cualquier pareja, Yon y Amaral discutían y peleaban, a veces incluso por las cosas más absurdas. Cuando Emily nació fue una época difícil para todos puesto que, al contrario que Lara y Mat, la pequeña se pasó los primeros meses de vida llorando a todas horas. Lo bueno fue que cuando creció fue una niña muy calmada y obediente.
En un principio y debido a la atención que el bebé requería, los hermanos se sintieron algo celosos puesto que ya no eran el centro de atención. Hubo algunos berrinches y pataletas, pero se solucionó cuando se unieron para hacer travesuras en las que casi siempre los hermanos mayores les daban ideas nada buenas a la pequeña Em.
Con el tiempo Mat y Lara fueron siendo más independientes e hicieron amigos con los que salían y, como les sucede a todos los adolescentes, se desprendieron un poco de la familia.
Yon y Amaral se turnaban para hacer las tareas del hogar o llevar a los niños a la escuela.
En conclusión, cada casa es un mundo y este era el suyo.
Mat se había convertido en un chico extrañamente apuesto. Era alto y algo delgado, con un aspecto un tanto desaliñado, con el cabello corto y oscuro siempre revuelto y unos bonitos ojos grises. Amaral siempre se preguntó de dónde vendría aquel color de ojos.
Se convirtió en un amante del rock y solía llevar camisetas de sus grupos preferidos, se aficionó a la lectura y en su habitación había una enorme estantería repleta de libros (y de discos de rock, por supuesto). Dentro de su aparente aspecto de chico duro o rebelde era muy responsable y estudioso. Algunas chicas iban detrás de él pero Mat se negaba a salir con ninguna, siempre decía que ya habría tiempo para una relación.
Sin embargo, Lara fue el verdadero desafío para sus padres...
Se había dejado el cabello largo y lo tenía de un tono parecido al chocolate, de ojos verdes como los de su madre, de estatura baja y cara angelical. Su aspecto reflejaba: niña buena.
Pero no era así del todo... No es que fuese mala, pero tenía un carácter fuerte que la hacía a veces meterse en problemas. Y cuando hablaba no tenía filtro.
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La chica del cabello de fuego
RomanceElla era una mala influencia, una chica mala. Con el tiempo Amaral se había ganado esa fama. Todos huían al verla, la miraban con temor o ni siquiera la miraban a los ojos. Corrían todo tipo de rumores sobre ella. Le gustaba aquella fama, así pensab...