Capítulo Extra II

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A veces las cosas no son fáciles. La vida te golpea cuando menos lo esperas... Te sientes débil y te preguntas si podrás superarlo. Pero debes aguantar. Ponte en pie, sacudete y recuperate de tus heridas, y volverás a ser tú pero más fuerte y más sabia.

Algunos años atrás...

Nadie esperaba lo que sucedió, lo que sucedería, nadie sabe lo que está por suceder.

Ser madre primeriza no es fácil. Menos aún habiendo tenido mellizos. Amaral y Yon estaban felices con sus pequeños, aunque a veces pasaban momentos difíciles. No dormían mucho por las noches, no era agradable cambiar pañales apestosos, por no hablar de las rabietas de los hermanos.

Pero poco a poco iban creciendo. Ya tenían casi 3 años y cada cosa que lograban por sí solos sus padres se encargaban de inmortalizarlo en fotos.

Aunque no es de ellos de quienes vamos a hablar... Si no de otra persona.

Esos días muchas cosas se torcieron...

Una llamada irrumpió el sueño de Amaral a las 4 de la mañana. No conocía el número pero aún así contestó.

-¿Diga?

Unos sollozos se escucharon a través de la línea telefónica y Amaral reconoció la voz al instante.

-Necesito tu ayuda... No sé qué hacer... -le dijo la que había sido desde siempre su amiga y hermana de otra sangre.

-Lex, dime donde estás e iré a buscarte ¿vale? No te muevas de ahí, estaré contigo enseguida.

Colgó y se vistió rápidamente, intentando no despertar a su marido, antes de irse le dejó una nota y le dio un beso.

Condujo apresuradamente por las calles de la ciudad y se detuvo en la puerta de una casa blanca. Bajó del coche y se acercó a la puerta observando su alrededor. Estaba entreabierta. Se asomó para ver el interior pero estaba muy oscuro y no pudo ver nada.

-¿Lex?

Nadie contestó, así que entró en aquella casa y se detuvo a contemplar el absoluto caos que allí reinaba. Una mesa volcada, lámparas, jarrones y cuadros, todo roto. Cuando Amaral se giró y vio a su amiga sentada en las escaleras, llorando y con la cabeza escondida entre sus piernas se le rompió el corazón.

Ella sabía que esto iba a pasar, se lo advirtió mil veces... Pero se dejó embaucar por ese bastardo.

Se acercó a su amiga y le tocó el hombro. Lexi, que no se había percatado de la llegada de Amaral, levantó la cabeza muy asustada, pensaba que de nuevo era su novio. Pero cuando vio el rostro preocupado de su amiga se tiró a sus brazos y comenzó a llorar desolada.

-No puedo más... -intentaba hablar entre ahogados sollozos -No puedo...

Amaral acunó el rostro de la rubia entre sus manos y observó uno de los muchos moretones que cubrían el cuerpo de su amiga y maldijo.

Lexi empezó a salir con un tipo bastante agradable unos meses atrás. A todos les parecía un buen tipo pero a Amaral nunca terminó de gustarle, era demasiado perfecto, demasiado agradable... Pero ella sabía que detrás de esa máscara se ocultaba algo desagradable.

Y Amaral advirtió a Lexi. Le advirtió para que no se dejara arrastrar por él. Ella conocía a los tíos como él... Todo sonrisas y palabrería, te lleva a su terreno y acabas dejándolo todo por él, y cuando te das cuenta estas metida hasta el cuello.

Lexi había caído en su trampa. Primero había dejado de salir con sus amigos, cosa que habitualmente ella hacía. Después dejó de vestir como ella solía vestir. Amaral seguía advirtiéndole, pero Lexi juraba que él la amaba y que no le haría daño nunca. Poco después Lexi dejó su apartamento y se fue a vivir con él.

La chica del cabello de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora