CAPITULO X: Competencia.

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-¡¡Eso es mentira!!- Grito cuando logro salir de la impresión. ¿Qué estaba pasando por la cabeza de Matías cuando decidió decir aquello? ¿Acaso está loco? Ahora todos me observan aún más sorprendidos que antes, intercalan sus miradas entre mi rostro de enfado y las descompuestas facciones de Della Rovere. Sólo hemos intimado, ha sido una relación meramente sexual, de tan solo una semana ¿y resulta que se ha enamorado? ¿Ahora somos novios? No sé qué pretende, mas no quiero quedarme allí para averiguarlo. Doy media vuelta para poder irme junto a Diego, seguir aquella conversación que Matías interrumpió, pero grande es mi sorpresa cuando me percato que se ha marchado. ¿Qué sucede con mis amantes hoy? Un día sin tener sexo con ninguno de los dos y comienzan a actuar extraño.

Bajo las escaleras para ir al baño de la planta baja cuando me topo frente a frente con Arturo. El nerd que ahora resulta ser nazi, se interpone en mi camino, impidiéndome seguir con mi rumbo. –Así que el maricón anda transformando a la gente decente, ¿le prestaste el trasero a ese sujeto? Ahora resulta que te ama, ¿a cuántos más llevarás a la inmundicia?- Me dice con una actitud diferente, raramente hoy se presenta con mayor seguridad que antes, empoderado como si estuviera cargando un arma. ¿Qué si le presté mi encanto? Claro que sí, y tanto que ya ni puedo sentarme. ¿Voy a gastar mis palabras con esta basura? Claro que no, tengo algo mucho mejor preparado para él. Bajo el último escalón que se aleja de su uniforme perfecto, de su cabello engominado y aquella piel morena que se jacta de seguir los pasos del adorador ario, del genocida de Hitler. Estamos a un palmo de distancia, puedo ver las imperfecciones en su piel y sentir el pavor de tenerme tan cerca. Mirándole detenidamente a los ojos, poso mis brazos en sus hombros, le abrazo delicadamente antes de unir mis labios a los suyos. Adentro mi lengua en aquella cavidad desagradable, busco su lengua que impávida deja de moverse ante aquel acto tan abrupto. -¿Acaso estás celoso? ¿Querías que te prestara mi trasero? No tienes que tratarme tan mal para llamar mi atención...- Le digo sarcásticamente mientras observo aún la perplejidad de su cuerpo. Se ha convertido en una estatua, ni siquiera puede moverse. Aprovecho esto para pasar por su lado y seguir con mi camino.

Doy unos cuantos pasos, creo que aquella escena había quedado hasta ahí, sin embargo de pronto escucho unos gritos furibundos a mi espalda. -¡Te eliminaré como la basura que eres! ¡Los sucios maricones como tú deben morir y dejar de contaminar nuestra sociedad! ¡Te voy a matar! ¡Lo juro!- Grita como si se tratara de un cerdo en el matadero. No hago caso a sus delirios de fascista a medio fabricar, ni siquiera me detengo a pensar en aquellas palabras tan estúpidas. A los perros hay que dejarlos ladrar.

Es impresionante aquel momento en el cual sientes salir tu orina, todos los problemas se escapan de tu mente y entras en un trance profundo, uno en el cual me gustaría vivir. Lamentablemente es breve la calma y como si no fuera poco con lo vivido recientemente, tan solo al subir el cierre de mi pantalón, veo entrar al baño a Matías. Ambos nos ignoramos los primeros minutos, dejo los urinales y camino tranquilamente hacia los lavamanos. Me doy el tiempo de arreglar mi cabello, aunque en todo momento contemplo el reflejo del muchacho en el espejo. Ambos jugamos de la misma manera, ya que él serenamente afirma su espalda en la pared paralela, apoya sus manos sobre la cabeza, dejando suspendidos sus poderosos brazos, sus músculos lucen aún más grandes y trabajados. Parece que la vida se le va en mirarme a través del espejo, esperando el momento idóneo para hablar. -¿Te das cuenta que mientras más me rechaces más te voy a perseguir?- Dice finalmente, sin cambiar aquella pose de supuesta madurez. Esbozo una sonrisa a medias, riéndome de sus palabras. Volteo para encararle y responderle de la misma manera que lo hice delante de todo el colegio. -¿Tú enamorado de mí? Por favor, si solo hemos tenido sexo... Sé sincero y dime qué es lo que buscas con esto, ¿a qué estás jugando?- Le digo sin tapujos, no recibo respuesta por unos largos minutos.

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