Capítulo 10. Entre espadas

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Zazil Ha

No podía dormir otra vez. Confesarle a John sobre mi origen no fue tan terrible como lo imagine.

Pensé que se burlaría primero de mi, después me vería y lo pensaría por un tiempo y se alejaría como si no fuera verdad, pero no fue así.

El tacto de su cuerpo aún no se ha ido de mi mente, siento que sus profundas manos aún tocan mis cabellos, mis manos tocando su espada, oliendo su esencia salada; por una vez en mi vida estaba tan cerca de él de esa manera, necesitaba de su presencia, como aquella vez, hace un año.

Su caricia, su cercanía. Que mal que él no pueda recordar eso. Al menos ese momento todavía será un secreto, aún.

Me hubiera gustado estar siempre de esa manera con él, pero apenas nos alejamos cuando Will Jr. vino hacia nosotros. Me sentí avergonzada por un momento y trate de alejarme lo más pronto posible. La verdad es que no volteé a ver a John después de eso.

Will nos miró con cara de pocos amigos. La verdad él ya tenía sus sospechas conmigo sobre si había algo. No creo que nos haya visto pero la idea de que el me observará con él, me hacía sentir culpable, como si fuera alguien importante en mi vida y no un extraño que entro en este lugar con su madre.

Ahora es un conocido, pero su presencia me hace recordar siempre las olas del mar.

Desde que los vi, no he podido quitarme de la cabeza ese sentimiento.

Oscureció, y yo estaba sola, sin ninguna compañía, no me di cuenta cuando todos se fueron a descansar, a excepción de los marineros que estaban borrachos o poniendo el barco en marcha.

Con las luces estrelladas en el cielo, me di cuenta de las cosas que aprendí este año. De las cosas que descubrí, de las cuales no pude creer desde un principio.

Era demasiado obvio que mi verdadera madre era Elizabeth, pero no encajaban realmente conmigo. Como el cambio de color de mis ojos a sangre de ámbar o mi piedra del interior.

Esas cosas solo la sabe una persona.

O al menos eso es lo que quiero creer, ya que ninguno de los piratas las tiene o no me quieren decir realmente lo que soy en sí.

Que equivocada estaba en ese entonces.

Creyendo que solo me podría dar ella la respuesta que tanto anhelaba.


Las nubes cambiaron el ambiente del día.

Era el momento de regresar a la rutina.

Me levanté como de costumbre, estando tensa otra vez, pues sin darme cuenta dormir de nuevo afuera de mi cuarto.

¿Qué será de ese pedazo de madera? ¿Aún tendré algo que me ponga?

Tanto fue mi curiosidad que fui directo a el. No era muy común de mi tener la misma ropa los últimos tres días pero respecto a la situación, no lo dudaría ningún segundo en pensar sobre eso.

Antes de la batalla que hacíamos todas las mañanas -pues no las cambiarían aunque me rompiera el brazo -, entre a mi habitación intacta. Mi cama estaba tendida y no había nada fuera de la cajas, como si nadie viviera en ese rincón, a lado estaba un buró con una vela y del otro lado izquierdo un armario.

Mire mi armario y saqué uno de los trajes de combate negro que robamos la otra vez. A pesar que Jack todavía dice que vamos a tomar prestadas las prendas, yo le sigo el juego. Creo que a veces se le olvida que ya crecí y no me creo más sus mentiras.

Me cambié rápidamente colocando cada uno de las protecciones para no herirme más de lo debido y puse la vaina la espada y escape de ahí, dejando mi ropa sucia en un espacio para que fueran por él y me aleje del oscuro pasillo.

Piratas del Caribe: La Hija del MarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora