Capítulo 23. Una visita inesperada

180 10 0
                                    

Zazil Ha

La noche se hizo presente, después de unos minutos, John al fin me estaba enseñando — al fin — un poco de entrenamiento, pero tenía cada excusa para tocarme. Debo decir que a mi me agradaba, pero no me gusta que me miren los piratas, ¡Que vergüenza!

La daga es demasiado sencillo de manejar, claro, tengo un gran maestro. Estar con él, parece un sueño, todos sabían que iba a enamorarme de él, no dudaron por un segundo que lo odiaría completamente ni que no le correspondería. 

Solo no querían que al enamorarme, sufriera más. La prueba está cerca, puedo escuchar las olas, el mar, la tierra, las aves, los peces. Todo esta en mi cabeza, los escucho, más cerca, no hay contratiempo, el barco nos lleva a la Isla de la Muerte. 

Hay un tesoro en ese lugar, como me lo describen, no puedo comprender como será ese lugar. A pesar que muchos me digan, estoy segura que no será de esa manera. La presencia de las olas, la arena, me lo dictan. 

— Creo que es todo lo que debes saber — mencionó John.

— No es cierto, solo me diste lo básico, vamos, puedo con más, ¿podemos enfrentarnos con las dagas para saberlo?

— Será para la próxima, en este momento, quisiera hacer algo más.

— ¿Nunca te cansas? Me tuviste entretenida hasta que dio el amanecer, no hemos hecho lo suficiente, aún estoy con energía.

— Sé lo que deberíamos hacer para quitártela. Vamos, ahora a tu cuarto.

Antes de responderle, una brisa familiar llegó, mi piel empapada, mis sentidos se agudizaron, una voz en mi mente suena, como esas olas del mar de la infancia. 

— ¿Te molestaría mucho si me dejas un momento a solas? Quisiera practicar solo un poco más.

— Para nada, solo vuelve a la cama temprano. No te sientas presionada — se acercó, beso mi frente, beso mis labios y susurro en mi oreja —, sabes que no te obligaré a nada que tú no quieras.

— No te preocupes. Pasara lo que tenga que pasar. Iré en un momento. 

Ojalá estuviera nerviosa, preocupada; pero estoy decidida. Por una vez en mi vida, mis promesas valdrán, una presencia esta en el barco. Puedo sentirla como aquella vez. Necesito averiguarlo, porque puede ser ella. 

El viento me lo dice, el mar me lo confirma, junto frente al timón esta ella. Diferente como en el mar, con un cabello con rastras, con un vestido de varios colores como el amanecer, su apariencia era la de una humana. Calypso. 

— Hola mi pequeña Zazil.

— Mamá...— corrí hacia ella, después de tantos años, vuelvo a verla.

— ¿Entonces ya tomaste una decisión? — me corresponde mi abrazo.

— No debí prometerte nunca nada, pero, lo siento tanto.

— Yo sabía que este día llegaría, mi pequeña princesa enamorada. A pesar de que tengas una decisión tomada, el mar y la tierra te pondrán obstáculos.

— No me digas más, por favor, si quiero, pero si eso hace que pierda más tiempo con John, no quiero escucharlo...

— No te falta mucho para decidir Zazil, ya no más. Por eso estás aquí. 

La isla estaba a solo unos metros de nosotros. Realmente ya casi era el momento. La decisión final. La isla que desapareció en las profundidades del océano está de nuevo en la tierra, solo para cumplir una última misión. 

— La arena de este lugar es tan suave que no sientes que estuvieras en una isla cualquiera, las palmas son enormes, esta isla ha resurgido para tu comodidad, tanto la tierra como el mar, tienen cada cosa que te gusto de ellos; desde un pequeño frutal de fresas, hasta el pez más extraños que encontraste en tu niñez. 

Piratas del Caribe: La Hija del MarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora