El desayuno era magnifico. Sin duda, Wanda era una maestra. Normal que a la señorita le encantara picar su comida a aquellas horas de la noche.
Desde que conoció a la mujer, como un idiota de letras, no dejaba de olvidar cada uno de los rasgos de ella. Su cabeza imploraba volver a verla pero sabia que no podría. Por una parte sabia que solo debía ser un admirador mas de la belleza Romanova, pero por otra parte quería algo mas: Pintarla. Guardarla para él.
- Tierra llamando a Rogers- lo llamaba Pietro golpeándolo con una cesta de mimbre
- Déjalo, hermano, que rompes la cesta y se enfada el señor Petrovich
- Perdonad, es que estaba pensando en... Mi deuda- busco otra después que fuera sincera. Los tres lo miraron un tanto curiosos- es que solo he podido pagar la mitad y como no pague la otra mitad, no se que será de mi
- Si trabajas mucho con el señor seguro que te lo salda- dijo el mayordomo Jarvis
- No me digas eso, seria cambiar de deudor y que vergüenzas pasaría con el señor.
- Espero que tus deudas sean solo con el banco, últimamente hay muchos matones que - quiso añadir Wanda.
Steve se despreocupo. Por lo que a el le respectaba, lo mejor contra una deuda no era matar al deudor, si no, se perdería todo, además de un banco y algunos talleres de pintura "de confianza".
- ¿Para que la cesta?- se atrevió a preguntar
- La señora tiene otra cita. Esta vez bien con mejor amigo Barton...
-¿ El arquero olímpico?- pregunto un tanto sorprendido
No había nadie que no conociera a los grandes atletas y entre ellos estaba Clinton Barton, sorprendentemente el mejor amigo de Natasha. Él tenia familia, una mujer y tres preciosos hijos, por lo que debían ser grandes amigos o amantes, y no veía capaz a la pelirroja a hacer el papel de rompe hogares. No. Ella tenia una figura que resaltaba ante los demás de tal forma que no necesitaba ser la amante de nadie.
- Barton quiere que conozca a Nathaniel Pietro - dijo el mayor de los Maximoff- Quizás Iván te pide que les hagas algo por un buen precio
-No creo... Aun ni me ha pedido para su hija
- Chicos, moveos, que ya ha llegado el carro con el que se llevan a la señorita- alerto el mayordomo al mirar por la ventana el coche que acababa de llegar. Era mucho mas diferente de lo que alguno se ellos podía imaginar, algo que no era tan costoso como el de los Romanov, pero si un poco mas grande. Sin duda alguna, era por la familia que no dejaba de crecer.
Natasha bajaba con un vestido muy suave y poco detallado y un sombrero, ayudada por su padre, que tenia una sonrisa que se volvía graciosa por el bigote. Natasha abrazo, feliz de ver a su amigo cuando Clint paso por la puerta. Eso hizo sentir un poco mal a Steve, que miraba un poco asombrado al atleta. No siempre podía ver a gente tan famosa a unas pocas baldosas de distancia. Wanda lo agarró del brazo y tiró de él hacia la cocina.
- No mires tanto a la señora si no es para pintar
- Wanda, yo...
- Te lo advierto, no quieras enfadar al señor, ni veas a la señora a las noches cuando viene a comer. Limítate a pintar lejos de ella. Los hombres como tu sois los primeros en caer bajo sus encantos
La sirvienta tenía razón, cualquier hombre con buena vista no podía apartarla de la preciosa figura de la señorita de la casa. Era algo difícil de olvidar. Salió al patio con papel y uno de sus tantos cuadernos para poder hacer bocetos, pero realmente hizo poco. Estaba tan idiotizado como aquellos hombres de la literatura. Decidió revisar sus materiales cuando se topó con que le faltaban pinturas. Le pidió permiso al señor para ir al centro con Pietro, quien se encargaría de ayudarlo hasta con los gastos. Ellos hablaron muy poco de camino, realmente no sabían como alargar la conversación. Finalmente llegaron y no fue una sorpresa ver como su antigua casa estaba destrozada, pero igualmente le dolía, ya que era el esfuerzo de una vida la que habían saqueado. Le pidió que no llamara a la policía, que sabía quienes habían sido y porque. Pietro no quiso indagar y pasaron a la zona comercial, donde le costó bastante encontrar las pinturas que tanto ansiaba. Le dio especial dedicación a la pintura roja con la que quería pintar el cabello de la señora.
Natalia llegó al tiempo que ellos. Tenía una sonrisa cansada y la saludo lo mejor que pudo, estando tan ocupado con los trastos ya que Pietro tenía que ayudar antes a la señora con ayuda del mayordomo.
- ¿Eres el pintor?- le preguntó el arquero, sorprendiendo al pobre pintor
- ¡SI!- contestó rápido, haciendo reír al arquero
- Un día de estos vendré con la familia...solo te aviso
La tarde fue tranquila, solo hasta que llego la noche. Realmente estaba pendiente de saber si esa noche volvía a bajar las escaleras, pero no pasaba. Wanda prácticamente lo estaba echando de la cocina mientras Pietro intentaba que Jarvis se relajara un poco.
- Chicos...se os oye desde el pasillo
- ¡Señorita Natasha!- dijeron los cuatro a la vez, bastante sorprendidos
Aquel era un milagro que le encantaba ver.
- Pintor, quédate... quiero conocer al nuevo en la casa
- Señorita, le prepararé su té...
- NO Jarvis, con agua me sobra, solo quería comer algo más fuerte que lo poco que me trae padre para cenar... así me es menos fuerte el medicamento de Banner. Bueno, ¡Cuéntame algo, pintor!
Steve no sabía que decir. Sentía como si un gato acabara de comerle la lengua. Le contó que había conseguido unas pinturas en el centro, y decidió no contarle nada de su deuda o los matones rompe hogares. Realmente admiraba ver como sonreía o comía un bocado de la comida de Wanda, quien estaba realmente molesta.
- Hace año que no voy al centro, solo si es asunto médico, ya que Banner aconsejo a mi padre que en el campo podría durar un poco más viva.
- Señorita, usted vivirá aunque no sea físico, porque ha dejado aquí un algo que hará que todo el mundo no podrá olvidar fácilmente
- Que dulce... lastima que te equivoques. Yo no he echo nada por nadie y menos aquí atrapada
- Tengo una idea
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Мисс деньги
Fanfiction[AU Romanogers] Steve Rogers no es más que un simple pintor endeudado con un mes de plazo para pagar. Cuando consigue un buen trabajo en la casa de Petrovich, conocería a la viuda Natalia Romanova.