22. Vida.

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Julio corría bajo la lluvia que cada vez caía con más fuerza. El portal estaba cruzando una calle más. Una calle más y le enseñaría a Abril el error que había cometido, una calle más y volvería a ser suya, una calle más y todo sería como antes. Las lágrimas de Julio se juntaban con la lluvia y todo se volvió negro. Un golpe seco, gritos, ruedas frenando. Julio había dejado de correr, estaba en el suelo y un charco de sangre mojaba su cabeza. En seguida la calle se llenó de gente y el ruido de las ambulancias inundaba la calle.

Todo se volvió de un amargo color negro. Julio abrió los ojos y vió a un hombre que le hablaba mientras se dirigían al hospital.

-Chaval, ¿puedes oirme? -decía el técnico en emergencias.

-Eh.. ¿Abril? ¿Dónde está Abril? - intentó levantarse pero el hombre se lo impedió.

-Escucha vamos al hospital. ¿Quieres que avisemos a alguien? - preguntaba el hombre con voz tranquilizadora.

-A Abril... Por favor... Abril... - respondió Julio intentando sacar el movil del bolsillo. El hombre le hizo un gesto para que se tranquilizara. Julio volvió a cerrar los ojos y volvió la amarga oscuridad.

-Madre mia... Pobre Julio. ¿Está bien doctor? - Julio oía la voz de Erika mientras comenzaba a despertar.

-Si tranquila. El golpe de la cabeza no le ha dejado secuelas y no es grave dentro de lo que podía haber sido. Con las piernas ha tenido mucha suerte, la derecha es la que sufrió el impacto y la tiene fracturada en tres partes.- respondió el doctor. Los ojos de Erika se llenaron de lágrimas. -Tranquila se pondrá bien. - añadió al verla llorar. -Su pierna izquierda solo tiene un esguince. Tranquila enserio, va a recuperarse. En estos dos días que lleva inconsciente ha ido mejorando, despertará de un momento a otro.

El doctor salió por la puerta y Erika se puso a llorar encima de Julio. Este movió lentamente su mano y la acarició el pelo.

-Erika ¿por qué lloras, te encuenras mal? -dijo Julio con voz áspera mientras le acariciaba la cabeza con una sonrisa en la cara.

-¡Julio! -gritó ella y se agarró a su cuello con todas sus fuerzas. - No me des más estos sustos por favor... No puedo perder a mi compañero de cuarto favorito - dijo mientras seguía abrazándole. Comenzó a hablarle de lo mal que lo había pasado estos dos días que sus padres habían llamado pero ella le había mentido dicieéndoles que estaba bien. Julio no le prestaba mucha atención. Estaba embobado mirando el osito de peluche que estaba al lado de su cama tenía una nota. Lo señaló interumpiendo el monólogo de Erika.

-¿Quieres esto? -preguntó ella levantando el muñeco y la nota. Julio asintió. - Es de Abril. -añadió y le entregó ambas cosas. Entonces Julio recordó lo que había ocurrido con Eduardo.

-¡ABRIL , ABRIL. NECESITO HABLAR CON ELLA! -gritó Julio sin soltar la nota y el peluche.

-Vale vale, tranquilo yo la digo que venga. - fueron las últimas palabras de Erika antes de salir de la habitación del hospital.

Al salir Erika comenzó a llenarse la habitación de medicos que no paraban de hacerle pruebas y de contarle lo que tenía. Él escuchaba palabras sueltas, ya sabía que luego se lo contaría Erika, estaba preocupado pensando en si Abril no quería ir.

Tras varias horas de pruebas Julio se quedó dormido por el dolor, con la carta y el peluche en la mano. Al despertar observó a alguien a su lado,. Era una silueta conocida, apoyada en la ventana con la mirada perdida. Julio hizo un leve movimiento y el peluche y la carta cayeron al suelo, tras lo cual, aquella silueta se giró. Era ella , era Abril. Estaba preciosa, como siempre, aunque tenía las ojeras algo más marcadas y el pelo recogido en una coleta mal hecha. Le miró a los ojos y se acercó a él. Se sentó en el borde de la cama y recogió el peluche y la carta del suelo. Los ojos de Julio comenzaron a llenarse de lágrimas. Abril puso su mano sobre la mejilla de Julio y le sonrió.

-Te he echado de menos -dijo ella sin dejar de mirarle. Ambos estaban a punto de llorar y sonriendo como dos niños pequeños.

-Te quiero nena - confesó él y comenzó a llorar. Se fundieron en un abrazo tan fuerte que el peluche se quedó entre ambos y se clavó en Julio. -Ah - gimió de dolor.

-Lo siento - dijo ella apurada y se separó. Los dos tenían la cara llena de lágrimas. - ¿La has leído? -preguntó Abril señalando la carta. Julio negó con la cabeza.

-Dámela. - exigió Julio en tono autoritario. Ella se rió y negó con la cabeza.

-Me da vergüenza - admitió ruborizada y agachó la cabeza.

-Nena... - dijo mientras volvía a conectar sus miradas -damela. - ella cedió al instante.

Julio cogió aquel sobre blanco y lo abrió. Sacó una tarjeta, donde solo había unas pocas palabras escritas:

Lo siento. Perdóname por favor. Te amo.

Julio no dijo nada y se abrazó a ella. Ella se unió a él y aquello se convirtió en un mar de lágrimas. Julio se apartó y la besó más fuerte que nunca, por un momento todos sus dolores se habían esfumado. Ella era su morfina, contra el dolor, pero no el físico, sino otra clase de dolor, mental, interno, ese que no se cura con ningún producto.

-Casi te pierdo, ¿estás loco? ¿dónde ibas así? - dijo ella cuando al fin sus labios se separaron y su mano acarició la mejilla de Julio.

-Necesitaba hablar contigo. -dijo Julio dudando si contarle o no lo que había ocurrido con Eduardo. Después de haber leído esa carta no sabía si contarle la verdad o guardarsela para que no sufriera más.

-¿Qué era tan importante cómo para cruzar por medio de la carretera y con esa lluvia? ¿Qué pasó Julio? - la vos de Abril estaba quebrada y se notaba su preocupación.

-Nena... No era nada. En serio. - mintió Julio bajando la mirada.

-Julio llevo aquí dos días sin dormir, sin vivir, necesitándote y admitiendome a mi misma que te quiero. - confesó Abril alzando su mirada. - A si que ahora cariño, cuentame, ¿qué era tan importante como para estar a punto de morir? - Abril tenía un tono muy serio.

-Vale, de acuerdo, te lo contaré - dijo él dispuesto a contar la verdad. -Escuchame con atención nena...

Incondicional.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora